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Axel Kicillof propondrá mantener en funcionamiento las Industrias con protocolo, la construcción bajo normativa, el comercio en franja horaria restringida, veda nocturna, control de circulación en los nodos de transporte público, persistencia en la restrición de clases presenciales y cierre de actividades culturales y recreativas.
Es la base de sostenimiento sanitario que evaluaron el gobernador y el comité de especialistas que lo asesoran. Resulta del mapeo de medidas preliminar a la resolución presidencial del fin de semana sobre nuevas restricciones, ante el crecimiento de la curva de contagios de COVID.
Kicillof hizo un claro en la audiencia con los expertos: “Hay que evitar por todos los medios posibles las restricciones que impidan el funcionamiento de las industrias“, recomendó.
De esta manera, establece una línea de frontera que incluye a las empresas que tienen medidas de seguridad apropiadas, hasta transporte para traslado de personal. Las alimenticias en primer lugar por suministro esencial. Las automotrices también quedan a salvo, por la ajustada observancia de la bioseguridad de los procesos productivos.
Es, entonces, de acuerdo con el testeo informal, un avance acotado en las medidas, distante del “cierre total” propuesto desde el ministerio de Salud provincial. Ese cierre drástico imponía ayuda económica a todos los sectores más desguarnecidos. La escasez de recursos impide más asistencias de ese tipo.
Queda en la última hoja de carpeta, como esbozo preventivo, un cerrojo rígido a la circulación, que incluiría -sólo en la especulación de máxima emergencia- el cierre de reunión social de sábado y domingo en parques y plazas de la Provincia. El otro tirón de la cuerda, llegado el caso, sería restaurantes habilitados unicamente para el take away. “Improbable”, admiten fuera del zoom de los expertos.
No obstante la linealidad política del gobierno de Kicillof expuesta desde el inicio sobre mayor control social, aparecen como manchones del discurso la comprobación de grandes conglomerados de personas en ferias callejeras, puestos de ventas informales e incumplimiento de medidas de distanciamiento, entre otros detalles gravosos de comportamiento no detectado o corregido. El Conurbano compone ese panorama que escapa al radar oficial.
En la Gobernación comienzan a mirar a los intendentes. Y desde la Casa Rosada no disimulan el foco de responsabilidad apuntado también al Ejecutivo provincial.
Todavía no parece ser tiempo de facturas entre oficialistas. Si la situación se desmadra, el riesgo asomaría sin pudor. Por ahora, la única evidencia de contrastes está determinada por el enfrentamiento de Alberto Fernández con el jefe de la Ciudad Autónoma, Horacio Rodríguez Larreta, por la controversia de la presencialidad en las escuelas, que terminó en un fallo de la Corte Suprema de Justicia.
El presidente dijo que “tenía razón” en cerrar los colegios. Se respalda en el crecimiento de la peste en las últimas semanas, por la circulación que incluye el tránsito de chicos a las aulas. Para el ministro de Salud, Daniel Gollán, “hay demostración abrumadora” de estas infecciones escolares.
¿Existe posibilidad de acuerdo en ese u otro punto de conflicto?. El propio Kicillof admite la dificultad. Este jueves se encargó de reclamar “consensos y conciencia” a la oposición para definir las nuevas medidas. Con destinatario previsible: sostuvo que la Ciudad Autónoma de Buenos Aires “debería empezar por acatar” las leyes, que es un DNU, que es una ley y así es muy dificil buscar otros consensos”, insistió.
Por ahora, el acercamiento estuvo limitado al encuentro de los jefes de Gabinete, Santiago Cafiero, Carlos Bianco y Felipe Miguel, con los ministros de Salud, Carla Vizzotti, Daniel Gollan y Fernán Quirós. Sólo fue para el diagnóstico, que definieron alarmante.
La coincidencia, además, es la espera de las próximas 24 horas para el balance final. Lo hicieron con el peso insostenible del record de 745 muertos y 35.543 contagios.
Como sea, más allá del punteo declarativo del viceministro de Salud, Nicolás Kreplak, proponiendo el “cierre total” de actividades, esa espera moldea un esquema intermedio. Son palabras de Fernández. Según el primer mandatario, el regreso a la fase 1, como al principio de la pandemia en marzo 2020, es impracticable. “No lo resistiríamos”, según sus dichos.
“Hay un problema sociológico”, fue la explicación. Definición cuasi académica para calificar al hastío de la comunidad, el quebranto económico de vastos sectores y regresión social al pozo negro de la pobreza que sumerge al 50% de la población.
Por eso aguardan el tono del mensaje de la Presidencia. Buenos Aires acompañará al detalle como hizo hace 20 días. La ministra de Salud, Carla Vizotti, adelantó algo del carácter del discurso de mañana. La funcionaria dijo que “el Presidente no va a dudar en tomar las medidas necesarias para salvar la mayor cantidad de vidas posibles, pero no alcanza solo con una medida nacional. Se necesita que los gobernadores puedan generar las medidas y controlarlas“. Fernández demandará, entonces, más que el respaldo de Kicillof.
Pero, es tanta la precariedad del momento que apenas un gesto vía zoom o una declaración de apoyo sonaría a multitudes a oídos del Presidente.
Mientras se aguardan las novedades, la provincia de Buenos Aires encabeza los registros. Los contagios ascendieron a 1.462.970 después de confirmarse 14.593 nuevos infectados en las últimas 24 horas. El ministerio responsable del área informó que fallecieron 37.301 personas desde el inicio de la pandemia.
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Fuente Clarin
