Por Palo Pardo
Desde octubre pasado es el presidente del Banco Interamericano de Desarrollo (BID)
Nacido en Miami, hijo de español y de exiliada cubana, Mauricio Claver-Carone, que pasó en Madrid parte de su juventud, es desde octubre pasado el presidente del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), la mayor agencia de desarrollo de América Latina y el Caribe, con un volumen de préstamos que el año pasado ascendió a 14.900 millones de dólares (12.200 millones de euros). Claver-Carone, que es el primer estadounidense que ocupa ese cargo en los 61 años de existencia del BID, la estado en Madrid en el Congreso del Consejo Empresarial de la Alianza por Iberoamérica (CEAPI).
¿Va a quedarse el BID en medio de la competencia estratégica entre EEUU y China? El Senado de estados Unidos acaba de aprobar la participación de ese país en la ampliación de capital del Banco que usted preside, y uno de los copatrocinadores de la iniciativa, el republicano Marco Rubio, la ha descrito como parte de una estrategia “para hacer todo lo posible para contrarrestar el comportamiento depredador de China en las Américas”. En enero usted dijo que Latinoamérica corre peligro de “verse atrapada en la corrupción, la dependencia y la deuda si se apoya en China”.
Si la motivación en 1959 era el comunismo ruso y la motivación en 2021 es el comunismo chino, pues… es lo que es. Porque el BID es el resultado de competencia estratégica. Fue creado en 1959, y lo que hizo que el presidente de EEUU Dwight D. Einsenhower lo apoyara fue la revolución cubana. Y por esa competencia estratégica, EEUU tiene una participación en el BID mayor que en cualquier otra institución financiera internacional. Así que, gracias a esa competencia estratégica, tenemos un BID, y EEUU tiene la oportunidad de trabajar dentro de un vehículo cooperativo único para apoyar el desarrollo de los países vecinos. Desafortunadamente, durante décadas – acaso desde el final de la Guerra Fría – EEUU se olvidó del BID.
América Latina representa el 8% de la población mundial, pero el 30% de las muertes por Covid. ¿Va a provocar la pandemia otra ‘década perdida’, aunque esa frase es ya casi un estereotipo?
El año pasado la región tuvo la contracción económica más grande desde 1821, cuando los países todavía estaban en sus movimientos de independencia. De esos números, los que más me preocupan son tres: 20 millones de personas que han perdido sus empleos formales, que siempre ha sido un reto de la región; 30 millones que han caído por debajo del nivel de la pobreza; y más de 50 millones que se van a ‘caer’ de la clase media. Acaso éste sea el problema más serio, porque en Latinoamérica se tardó mucho en crear una clase media, y gran parte del descontento social que estamos viendo desde 2019 se ha generado dentro de una clase media que exigía servicios mejores y más eficientes. Así que eso va a agudizar ese descontento social. Ahora bien, las crisis históricamente traen oportunidades, y yo creo que ése va a ser el caso con la pandemia.
En América Latina muchas veces dicen que China construye cosas mucho más deprisa que las multilaterales – incluyendo el BID – o la cooperación internacional de EEUU o la UE. Cuando se habla de ‘nearshoring’, ¿hasta qué punto es un factor el hecho de que China es capaz de construir infraestructuras de manera más eficaz que Occidente?
Ahí hay dos temas separados. Lo que menos involucra al ‘nearshoring’ es la infraestructura. Lo importante son las líneas de abastecimiento, la generación de empleo en manufacturas, etcétera. En los últimos 20 o 30 años esas líneas de suministros se movieron en gran parte hacia China. Hoy, debido a la pandemia y a la ventaja comparativa de Latinoamérica debido a su cercanía a EEUU, viene ese gran interés en el ‘nearshoring’ en la región. En febrero lanzamos la mayor coalición de la Historia del BID con el sector privado, con 40 de las mayores empresas del mundo, y todas están comprometidas a incrementar su inversión en la región. Hemos visto estudios en los que se constata que más de un 30% de las empresas estadounidenses en China o están deslocalizando sus cadenas de abastecimiento para traerlas más cerca de EEUU o se están planteando hacerlo.
Precisamente, esa alianza con empresas privadas, que prevé crear 15 millones de empleos y en la que hay varias compañías españolas, como Santander o Telefónica, llega en un momento en el que muchas las empresas occidentales – y también las españolas – están vendiendo sus activos en la región a firmas chinas porque han perdido su confianza en la región debido a su menor estabilidad institucional.
Es verdad que actualmente existe escepticismo entre las empresas españolas con respecto a América Latina, y que se debe a algunas mañas experiencias, como la de Repsol en Argentina. Precisamente he venido a Madrid para hablar con los empresarios, traerles un poco de optimismo y ofrecerles la cooperación y los servicios del BID. Porque la realidad es la siguiente: la recuperación de la región tiene que ser llevada a cabo de la mano del sector privado, y hoy en día EEUU sigue siendo el inversor más grande en la región, seguido por España, pero pronto China va a suplantar a España en la segunda plaza. Así que obviamente EEUU como vecino y España por su proximidad histórica y cultural son los socios obvios y hasta preferenciales de la región. Yo estoy aquí para ofrecer al BID como socio para las empresas españolas. Los países de Europa siempre han priorizado a África en la ayuda al desarrollo, así que es importante que España refuerce su presencia en el BID, donde tiene una presencia muy inferior a sus lazos económicos, históricos, cultuales y empresariales con la región.
Antes ha mencionado la lucha contra el cambio climático como uno de los factores de competitividad de Latinoamérica. ¿Por qué?
Porque vemos una transición acelerada a las renovables. Y no hay región del mundo que se pueda beneficiar más de las renovables que América Latina y el Caribe. Sean turbinas de energía eólica, que están todas hechas de cobre; sean paneles solares, todos ellos hechos de tierras raras; sean baterías, que están todas hechas de litio… todas las materias primas pasan por América Latina. Dos tercios del litio del mundo está en Argentina, Chile, Bolivia, Perú, México. Chile tiene las mayores reservas de cobre del mundo. Brasil, las segundas mayores reservas de tierras raras, tras China. Es clave crear un marco de minería del siglo XXI para que la región tenga capacidad de explotar de manera sostenible esas materias primas y luego procesarlas, sin necesidad de enviarlas a China para que desde allí sean reexportadas a EEUU, es clave.
Precisamente, en materia de vacunación, ¿va el BID a crear algún tipo de facilidad o sistema para trasvasar vacunas de Europa y Estados Unidos a la región?
En mis primeros 100 días de presidencia reasignamos y proveímos 1.000 millones de dólares adicionales a los 1.200 que ya habíamos proporcionado a los países para sus sistemas de salud para la adquisición y otras cuestiones dentro del ecosistema de vacunación. Después, hemos sido la única institución financiera internacional que ha creado un mecanismo con las farmacéuticas en virtud del cual el Banco absorbe el riesgo que las empresas exigían a ciertos países.Ahora estamos haciendo tres cosas. Una: garantizamos el préstamo o el ‘frontloading’ de vacunas a los países que más lo necesitan. Dos: trabajamos muy estrechamente con GAVI y COVAX para que la GAVI trate el BID como un país, es decir, que el Banco pueda comprar, por ejemplo, 1.000 millones de dólares en vacunas y ellos nos las den, de modo que nosotros podamos redistribuirlas entre los países de la región. Y tres: Estados Unidos está trabajando en un plan para donar vacunas en ese sentido, y el BID quiere cooperar con Washington y con otros países que quieran hacer lo mismo, porque una cosa es donar la vacuna, y otra es la distribución, almacenamiento, campañas de concienciación, etcétera. Tenemos todavía más de 500 millones de los 1.000 millones anunciados en diciembre, y estamos dispuestos a aportar recursos adicionales.
¿Es difícil dirigir una organización con países con intereses y visiones tan divergentes? Por ejemplo, ahora mismo hay países del BID como México, Argentina, probablemente Perú en el futuro, y no digamos ya Venezuela, cuyos gobiernos no consideran que el sector privado deba ser el motor de la recuperación.
Venezuela es caso aparte. Pero todos los países de la región – y, desde luego, todos los países prestatarios – reconocen el papel del sector privado y de la inversión extranjera en la generación de empleos formales y de crecimiento económico. Sin duda hemos avanzado mucho en relación a hace 30 ó 40 años cuando muchos gobiernos tenían una retórica y una política proteccionistas. Pero una cosa es que la retórica hoy en día reconozca la importancia de la inversión extranjera y otra muy diferente es que las políticas estén alineadas con la retórica. Y yo creo que no todos los países tienen las políticas y los incentivos alineados para beneficiarse de las oportunidades que ellos mismos reconocen. Esto suena a ironía, pero es real. Hay países que han dado prioridad a la atracción de inversión extranjera y han llevado a cabo políticas económicas y regulatorias consistentes con esa meta y otros que dicen que quieren que se invierta más pero llevan a cabo políticas que desalientan las inversiones.
Hablemos de Venezuela. ¿Cómo ve el actual proceso de diálogo?
Yo no tengo nada que hacer en eso. Venezuela está representada en el BID por el Gobierno del presidente interino, Juan Guaidó, y trabajamos con él en los temas de la tremenda crisis económica del país y de la mayor crisis de inmigración del mundo. La comunidad internacional reaccionó con coherencia con la crisis de refugiados sirios, pero no con la de Venezuela. Estados Unidos, España, Alemania, Suiza, Japón, y Canadá han jugado un papel importante, pero la mayor parte de los demás países, no. El otro tema que es muy importante es que, cuando se logre la solución en Venezuela, que no es parte de mis funciones actuales, cómo puede ser el BID un líder en la reconstrucción y reinversión en el país. El objetivo es crear una economía del siglo XXI en Venezuela, en un mundo que se está moviendo hacia las renovables, con una economía diversificada. Y aquí la ampliación de capital e la que hablábamos antes es muy importante, porque si mañana se lograra una solución en Venezuela, el BID carecería de los recursos necesarios para poder ayudar en la medida necesaria.
Fuente El Mundo