por Enrique Guillermo Avogadro
“Ninguna clase social, grupo o partido en Alemania puede sacarse de encima la responsabilidad por el abandono de la República democrática y el advenimiento de Adolfo Hitler. El error cardinal de los alemanes que se oponían al nazismo fue su fracaso en unirse contra él”.
William Scherer
Lo sucedido en las elecciones de Chile y Perú, y lo que puede pasar en Colombia debiera servir, sin lugar a dudas, de lección a todos los políticos argentinos. No me refiero sólo al claro giro a la izquierda que han dado esas sociedades sino, centralmente, al distanciamiento entre quienes se presumían dirigentes y la ciudadanía de a pie. Pese a que, en los tres países, el capitalismo trajo enormes ventajas a sus respectivas sociedades, y sacado de la pobreza a muchos millones de habitantes, lo cierto es que las diferencias entre las élites y los sectores de menores recursos produjo, sobre todo entre los jóvenes, un natural descontento que fue infiltrado por el castro-chavismo y se transformó en irracional violencia.
En este último punto, la paz que reina aún en la Argentina, cuando la miseria, el hambre, la droga, la inseguridad y la desocupación arrasan, como nunca antes, con toda la estructura social de los múltiples conurbanos, sólo puede adjudicarse al clientelismo abyecto, cuyo mayor especialista es el Frente para Todos; en una situación muchísimo menos grave, Mauricio Macri tuvo que soportar graves acciones destituyentes. También el populismo de Andrés Manuel López Obrador sufrió el domingo un durísimo golpe en sus propias legislativas (también sangrientas por el asesinato de 86 candidatos), que alejaron a México de derivas similares, toda vez que le impidieron al famoso AMLO dominar a su Congreso.
Resulta más que obvio que las realidades socio-económicas de esas naciones son distintas a la nuestra, pero hubo un factor común en las dos primeras: los diferentes partidos democráticos tradicionales concurrieron separados a las urnas y esa atomización llevó a que fueran barridos por el viento de la historia; así, las constituyentes chilenas han facilitado a los comunistas y sus aliados armar un fuerte bloque que llevará a la convención un texto constitucional preacordado, que dará vuelta al país como una media, y el ballotage de las presidenciales peruanas sólo permitió optar entre dos males y demostró que la grieta no es sólo patrimonio argentino.
De allí que queden claras algunas lecciones importantes: a) quienes, como oficialismo, estuvieron al frente de la crisis sanitaria y socio-económica derivada de la pandemia sufrieron duras derrotas, y sólo vencieron aquéllos que, como Isabel Díaz Ayuso en Madrid, privilegiaron la apertura y la libertad; b) la atomización en las ofertas electorales racionales permitió el triunfo de los populismos más extremos; c) los ciudadanos, golpeados por el pánico que difunden los gobiernos y la prensa, faltaron a la cita con las urnas en un alto porcentaje, lo cual privilegió a los aparatos bien armados, como aquí es La Cámpora; d) la agenda de la clase política se ha mostrado por completo alejada de la sociedad; y e) ha adquirido un indudable peso político la juventud (milenials y centenials) que, en general, reniega de los condicionantes del pasado y exige otro futuro.
Todos debemos comprender que este año nos jugaremos el futuro, nuestro y de las generaciones que nos sucederán. La importancia crucial de estas elecciones legislativas, que las distingue de todas las anteriores, radica en que, si el oficialismo se hiciera con los diputados necesarios para acceder al quórum propio y accediera a los dos tercios en Senadores, tendrá allanado el camino a una reforma constitucional que sepultará, para siempre, a la República y, con ella, a la democracia y la libertad.
Por todo esto insisto en una propuesta que formulé el 23 de enero pasado; dije entonces: “Y deberían servir para que todos quienes nos consideramos opositores a este trágico oficialismo compitamos en ellas dentro de una misma estructura, de modo tal que sean los ciudadanos de a pie quienes elijan los candidatos que llevemos a las legislativas de octubre. Obviamente, esa unificación necesita de la generosa aceptación de Juntos por el Cambio a competir con otros candidatos, peronistas no K, conservadores, liberales y provenientes de otros partidos minoritarios que, dispersos, pueden complicar el resultado esencial que necesitamos”.
El martes se abrió una ventana a la esperanza porque todos los líderes de Juntos por el Cambio, si bien motivados por diferencias internas, coincidieron en la necesidad de ir a las PASO para dirimir las candidaturas que presentará ese espacio. Falta, claramente, que acepten abrirlo a todas las fuerzas republicanas para evitar el peor riesgo (un triunfo kirchnerista) que corre la Argentina actualmente; al respecto, recomiendo la entrevista que realizó el miércoles Viviana Canosa a Miguel Angel Pichetto
(https://www.youtube.com/watch?v=QkVBcUDfZKc).
Si JxC las invitara y alguna fuerza rechazara el convite, será ésta quien pague un altísimo costo.
Por falta de espacio no podré extenderme hoy sobre la demencial diplomacia presidencial que ejecuta el penoso clown que nos gobierna, que no titubea al decir disparates y caer en ese lugar -el ridículo- del que no se vuelve. Menos aún para reiterar que el Gobierno, sus funcionarios y sus legisladores cómplices son reos de crímenes de lesa humanidad por los más de 84.600 muertos; si no bastara la corrupción a la que debemos carecer de las vacunas más prestigiadas, por una barrera legal pergeñada sólo para hacer negocios y favorecer a los amigos farmacéuticos del poder, que los Estados Unidos nos excluyeran de la lista de países que recibirán su donación de quinientos millones de dosis acaba de confirmarlo.