Rodeado de soldados y frente a las cámaras de televisión, Ratko Mladic acarició la cabeza del niño con afecto paternal y buscó calmar sus miedos. Nadie más será lastimado, no hay nada que temer, no serás deportado, le aseguró.
Mientras el general serbio hablaba, sus hombres repartían chocolates entre las mujeres aterrorizadas que se habían acercado hasta el lugar esperanzadas por la posibilidad de que, ahora sí, la violencia se había terminado.
Lejos de los medios, sin embargo, miles de tropas formaban un cordón alrededor de Srebrenica para evitar que alguien se escapara del enclave bosnio, que acababa de caer bajo el control serbio.
Una captura de video del momento en que Ratko Mladic intenta tranquilizar a un niño bosnio antes de la masacre de Srebrenica. Foto:
Mladic recorrió la ciudad luego de su aparición televisiva y, según relató The New York Times en un perfil sobre el general, frente a sus soldados y periodistas de la televisión bosnia recordó la matanza de serbios que los turcos otomanos habían llevado a cabo en la región 190 años antes.
“Obsequiamos esta ciudad como un regalo al pueblo serbio”, afirmó. “Ha llegado la hora de la venganza”.
Era el 10 de julio de 1995. A lo largo de los próximos diez días, miles de mujeres serían violadas, y alrededor de 8 mil hombres y niños serían ejecutados por los soldados serbios en Srebrenica, uno de los episodios más espeluznantes que se dieron durante la Guerra de Bosnia, un conflicto étnico y religioso que se desató tras la disolución de la ex Yugoslavia y se extendió entre 1992 y 1995.
Además de marcar un punto de inflexión del conflicto, la masacre de Srebrenica, considerada la peor en Europa desde la Segunda Guerra Mundial, fue el muestrario más brutal del accionar militar de Ratko Mladic, conocido como “el carnicero de Bosnia”.
Desde el cerco de Sarajevo en 1992 en adelante, el general serbio hizo de la limpieza étnica y las ejecuciones masivas su insignia y modus operandi.
Paradójicamente, su brutalidad también fue la razón de su caída, ya que lo sucedido en Srebrenica generó indignación en la comunidad internacional y aceleró la intervención de la OTAN para poner fin al conflicto.
La reciente confirmación de un tribunal de La Haya de la condena a cadena perpetua que se le impuso en 2017 por genocidio, crímenes de lesa humanidad y crímenes de guerra cometidos hace más de dos décadas son un reaseguro de que Mladic morirá en prisión.
Con esta instancia se terminaron todos los procesos judiciales para los responsables de la limpieza étnica del conflicto que dejó más de 100.000 muertos y 2,2 millones de desplazados.
El ex general de 79 años fue el último en enfrentarse a la justicia, ya que logró evadir la captura hasta que fue apresado en 2011, tras pasar 16 años prófugo.
El Centro Memorial de Potocari en Srebrenica, el sitio donde están los restos de las víctimas de la matanza de Srebrenica. Foto: EFE
Los otros dos arquitectos del genocidio fueron el ex presidente serbio, Slobodan Milosevic, quien falleció en la cárcel en 2006 a los 64 años, y el psiquiatra Radovan Karadzic, de 75 años, el ex presidente de la República Srpska entre 1992 y 1996, quien fue condenado en 2016 a 40 años de prisión por los mismos crímenes.
De niño yugoslavo a señor de la guerra
Colérico y brutal para algunos, alegre y extravagante para otros, Mladic es un criminal de guerra para el mundo, pero para muchos serbios sigue siendo un héroe enamorado de “su tierra”, que buscaba protegerla de aquellos a quienes llamaba los “turcos”, los bosnios musulmanes.
Mladic mismo nunca se ha mostrado arrepentido de lo hecho durante la Guerra de Bosnia, siempre desplegó una postura altanera y alegó que sus acciones habían sido forzadas por sus enemigos, y requeridas para evitar el exterminio de los serbios.
Un estudioso de líderes y estrategas militares históricos como Aníbal, Alejandro Magno, y Carl von Clausewitz, en una oportunidad aseguró que “las fronteras siempre se habían trazado con sangre, y los Estados, delimitado por tumbas“.
En una protesta en 2011 se ve a serbios bosnios con carteles de Ratko Mladic, cerca del pueblo natal del general. Foto: AP
Nacido en 1942 en Bozanovici, un pueblo de campesinos pobres del sur de Bosnia, Mladic nunca se había identificado como “serbio” hasta el momento de la guerra, ya que se consideraba un yugoslavo, comprometido con el proyecto multiétnico que se había forjado en la segunda mitad del siglo XX.
Una convicencia difícil entre tres grupos dominantes, serbios ortodoxos, croatas católicos y bosnios musulmanes, que el dictador Josip Broz, conocido como “el mariscal Tito”, había logrado mantener bajo control en la ex Yugoslavia.
Mladic sufrió la tensión étnica en carne propia. Su padre, Neđa Mladic, fue asesinado en 1945 por Ustasha, una organización terrorista croata aliada al nazismo. “Los serbios somos la única nación del planeta que decidió unirse con un pueblo que había intentado exterminarnos, y que eran nuestros enemigos”, afirmó en alguna oportunidad el general.
Ratko Mladic completó sus estudios en una academia militar a los 15 años y luego se integró al Ejército del Pueblo de Yugoslavia. También se unió al Partido Comunista Yugoslavo, y fue miembro de la agrupación hasta su disolución, en 1990.
Su inmersión en las Guerras Yugoslavas, que comenzó con una primera misión en Kosovo en 1991, fue el punto de inflexión para su conversión en un militante de la causa serbia.
“En aquel momento, nunca consideré que no pudiéramos tener una vida en común”, afirmó Mladic en una entrevista posterior con The New York Times. “Todos seguíamos cautivados por esa posibilidad. Pero un hombre se forma por los acontecimientos que atraviesa“, completó.
El ascenso militar de Mladic fue impulsado por su rol en una serie de enfrentamientos en la región de Krajina en 1991. En ese momento, los serbios buscaban mantener su autonomía en una región dentro de territorio croata, y Mladic fue enviado a asistirlos.
El éxito de la misión de Mladic, concretada según sus críticos gracias a su brutalidad, hicieron que fuera promovido a general en 1992, y lo convirtió en el elegido para llevar adelante las acciones militares serbias en el conflicto que estaba abriéndose en Bosnia.
Baño de sangre étnico
La Guerra de Bosnia fue el un conflicto armado enmarcado dentro de las Guerras Yugoslavas, una serie de episodios bélicos que se generaron tras la disolución de Yugoslavia. Luego de que Croacia y Eslovenia declararan su independencia en 1991, la región de Bosnia-Herzegovina también buscó separarse y crear un nuevo Estado autónomo.
Si bien los serbios, los croatas y los bosnios musulmanes habían convivido en la región al menos desde los tiempos del Imperio Otomano, la decisión de qué hacer tras el colapso yugoslavo dividió a la población de forma tajante a lo largo de las líneas étnicas.
Mientras que los croatas y los bosnios musulmanes querían la independencia, los serbios querían seguir siendo parte de lo que quedaba de Yugoslavia, en esencia, Serbia.
Una foto de 2002 en donde se ve un póster que ofrece recompensa por la captura de Radovan Karadzic, presidente de la República Sprska, y Ratko Mladic. Foto: AP
El conflicto se desató tras la declaración de independencia de Bosnia y Herzegovina en 1992, debido a que la población serbia se rebeló contra esta resolución y buscó crear un nuevo ente llamado la República Srpska (República serbia).
De la mano del presidente de este proto Estado, Radovan Karadžić, y apoyada por el presidente de Serbia y referente del nacionalismo serbio, Slobodan Milosevic, la República Srpska se embarcó en un cruenta empresa bélica marcada por los crímenes de guerra y el genocidio de la población civil.
La cara militar de esta empresa, y el tercer integrante de la tríada del horror, fue nada menos que el general Ratko Mladic.
Como máximo comandante militar, Mladic fue el responsable directo de acciones que marcaron el conflicto por su saña y brutalidad. Fue el encargado de comandar el sitio de Sarajevo, la capital de Bosnia y Herzegovina, el asedio más prolongado a una ciudad en la historia de la guerra moderna.
Comenzando en mayo de 1992, las tropas serbias bloquearon los accesos a la ciudad y cortaron la provisión de agua y electricidad. A partir de ahí, se dedicaron a bombardear la ciudad, mientras que los francotiradores aterrorizaban a la población civil, ya que cualquiera podía caer baleado en la calle mientras caminaba sin hacer otra cosa.
La masacre de Srebrenica es el pináculo de la barbarie serbia. Si bien la ciudad de mayoría musulmana venía siendo atacada desde el principio de la guerra, la escala de la matanza perpetrada por Mladic y sus tropas rompe con todo lo que se había vivido hasta entonces.
La magnitud de la tragedia se vio aumentada a su vez porque Mladic tomó la ciudad, a pesar de que la ONU la había declarada como “zona de seguridad” para intentar protegerla.
Investigadores del tribunal que investigaba crímenes de guerra cometidos en la ex Yugoslavia desentierran una fosa común con víctimas de la masacre de Srebrenica. Foto: AP
Afincados en una base cercana, los Cascos Azules de la ONU se vieron abrumados por la llegada de civiles que buscaban protección de las tropas serbias. Sin armas ni apoyo aéreo, no pudieron hacer nada más que mirar mientras los hombres de Mladic separaban a los hombres y a los adolescentes musulmanes de las mujeres y se los llevan en camiones para ejecutarlos.
Cerca de 8 mil hombres y jóvenes musulmanes fueron asesinados y sepultados en fosas comunes.
La magnitud de la masacre conmocionó a Washington y a las capitales europeas, las cuales rápidamente deciden tomar cartas en el asunto.
La OTAN autoriza la Operación Fuerza Deliberada, una campaña de bombardeos contra el Ejército de la República Sprksa que se extendió entre el 30 de agosto y el 12 de septiembre.
La campaña militar aceleró las negociaciones de paz, las cuales se concretaron en el Acuerdo de Paz de Dayton, firmado el 14 de diciembre de 195 en París, poniendo fin a la Guerra de Bosnia.
En cuanto a Ratko Mladic, un Tribunal Penal Internacional lo acusó de genocidio y crímenes de guerra al poco tiempo de la masacre de Srebrenica, y pide su detención. Mladic logró evadir captura y se convirtió en un prófugo internacional. Pasarían 16 años hasta que el general cayera preso en mayo de 2011, en una región en el norte de Serbia.
Un recuento del horror
Las acusaciones de crímenes de guerra, genocidio, limpieza étnica y crímenes de lesa humanidad empezaron a producirse desde el comienzo de la Guerra de Bosnia.
Todos los observadores internaciones posteriores han coincidido que la abrumadora mayoría fueron cometidos por las tropas serbias en contra de los musulmanes bosnios, un nivel de barbarie que no se veía en Europa desde la Segunda Guerra Mundial.
En el juicio que se le hizo a Mladic en el Tribunal de La Haya en 2017, los jueces repasaron en detalle el plan del horror que llevó adelante el general serbio al frente del Ejército de la República Sprksa.
En su fallo, un escrito de 2526 páginas elaborado en base a casi 600 testigos y diez mil piezas de evidencia, los magistrados detallaron los crímenes cometidas por las tropas de Mladic como parte de una campaña de terror para expulsar a bosnios musulmanes y croatas del mini Estado serbio en Bosnia y Herzegovina.
El general Ratko Mladic en junio de 2021, justo antes de que confirmaran su condena a reclusión perpetua. Foto: AP
El escrito ofrece un listado del horror:
-La violación sistemática a mujeres y niñas de hasta 10 años.
-El asesinato adrede de civiles que caminaban con sus hijos por las calles durante el asedio a Sarajevo, entre 1992 y 1996.
-La toma de rehenes de fuerzas de seguridad de la ONU para evitar ataques de la OTAN.
-El asesinato aleatorio de prisioneros de guerra croatas y bosnios.
-La masacre de más de 8 mil hombre y jóvenes en Srebrenica.
“Los crímenes se ubican entre los peores cometidos en la historia de la humanidad”, afirmó el juez principal, Alphons Orie, antes de condenar a Mladic a reclusión perpetua.
Uno de los objetivos frustrados del juicio fue intentar develar la motivación del porqué de los crímenes cometidos por Mladic y sus tropas. En ese sentido, el fallo apunta a declaraciones que el general serbio había hecho en otras oportunidades de que combatientes musulmanes en Srebrenica ya habían asesinado a civiles serbios en la misma guerra.
También se apuntó a la referencia, apuntada más arriba, que Mladic había hecho en la televisión mientras caminaba por Srebrenica respecto al hecho de que el Imperio Otomano había masacrado a la población serbia durante su reinado.
El general desplegó su rencor en esa intervención al calificar de forma despectiva a los musulmanes que había evacuado de “turcos”.
Si bien la conclusión general tendía a asumir que el racismo era la única explicación de los motivos de Mladic, no todos estaban convencidos. Carl Bildt, un enviado de paz de la ONU que se reunió con Mladic durante el conflicto y le exigió que protegiera a la población de Srebrenica, comentó a la revista The New Yorker tras el juicio que las motivaciones seguían siendo un misterio para él.
“Tal vez se sintieron abrumados por la logística de tener que hacerse cargo de miles de prisioneros, o por ahí fue que el enojo y el deseo de venganza los consumió, y los condujo hacia lo que creían eran la mejor forma de resolver la situación. No lo sé, y es algo que todavía lucho por entender”, explicó.
De parte de Mladic nunca no llegaron muchas aclaraciones. Y se mantuvo desafiante hasta el fin. “¡Todo eso es una mentira!”, le gritó al panel de jueces mientras se leía el veredicto. “¡Debería darles vergüenza!”, repitió antes de que lo escoltaran para que saliera de la sala.
El general serbio recurrió a varias apelaciones a lo largo de los años. Luego de ser internado brevemente en 2019, pidió que se extiendas facilidades hospitalarias por fuera del centro de detención de La Haya, lo que también le fue negado. Las instancias judiciales de Mladic terminaron por agotarse con la confirmación de su condena el pasado 8 de junio, poniéndole punto final a cualquier aspiración de que en algún momento pueda recuperar la libertad.
Presente ese día en el tribunal estaba Munira Subašić, la presidenta de la ONG Madres de Srebrenica. En la masacre de julio de 1995 perpetrada por las tropas serbias fueron asesinados su marido y su hijo de 17 años, Nermin. En el testimonio que brindó durante el juicio a Mladic, la mujer relató cómo un soldado serbio le arrebató a su hijo de los brazos y lo subió a un micro, mientras le decía que no se preocupara.
Subašić nunca volvió a ver ni a su hijo, y tan solo pudo recuperar algunos de sus restos de una fosa común. Los restos de su marido sí se recuperaron en su totalidad, y fueron sepultados en 2004.
En diálogo con el diario The Guardian tras la confirmación de la condena a Mladic, la mujer confesó que el procedimiento le había removido emociones que hacía tiempo no sentía y que si bien no existía tal como cosa como justicia por la muerte de un hijo, la prisión perpetua para el asesino era lo más cercano qeu había.
“Esta victoria no es sólo para nosotras, sino para todas las madres de Bosnia y Herzegovina, ya sean serbias, bosnias o croatas. Toda madre sufre“, completó.
PJB
Fuente Clarin