El deterioro de las jubilaciones y pensiones no se detuvo en ningún momento en los últimos 3 años y medio. La pérdida acumulada frente a la inflación es entre el 21% y el 29% porque la suba de los haberes y los bonos extraordinarios fueron diferenciados: no se dieron para todas y todos los jubilados y pensionados, achatando la pirámide de ingresos previsionales.
Esta pérdida es un dato que tendrá que tener en cuenta el Gobierno cuando se apresta – como adelantó Clarín– a compensar con uno o dos bonos – un plus extraordinario que no es un aumento permanente porque no se integra a los haberes — una parte del retraso que tendrán los haberes previsionales en junio, julio y agosto, y que no alcanzaría a todo el sistema. Según la ley de movilidad, el próximo aumento corresponde recién en septiembre.
En estos seis primeros meses del año las jubilaciones y pensiones recibieron dos aumentos trimestrales (8,07% y 12,12%) lo que punta a punta representa un alza del 21,2%. Con una suba promedio de los precios del 3% en junio, la inflación de la primera mitad de 2021 sumará el 25,1%. Representa una pérdida inter-semestral del 3,1%.
El próximo aumento de las jubilaciones recién es en septiembre, y suponiendo una inflación mensual moderada, del 3% en julio y 3% agosto, la pérdida real jubilatoria en 8 meses ascendería al 8,7%.
¿Qué representan para los jubilados y pensionados y para el sistema estos aumentos previsionales menores a la inflación?
Los datos a abril pasado marcan que las 8,5 millones de jubilaciones, pensiones y pensiones no contributivas que paga la ANSeS perdieron frente al 46,3% de inflación interanual. Tuvieron un aumento promedio del 29,5%. Es una pérdida del 11,5%.
Para el sistema, en abril de 2020 los pagos totales insumieron $ 187.889 millones. Un año después, con el 46,3% de inflación interanual y una disminución de unos 31.500 del total de beneficios, deberían haber sumado casi $ 273.000 millones y los pagos efectivos fueron de $ 242.436 millones. Un “ahorro” para el Gobierno y un “ajuste” a los jubilados de poco más de $ 30.000 millones en un solo mes.
En mayo, según la Oficina de Presupuesto del Congreso ( OPC) el gasto en jubilaciones y pensiones ($ 241.853 millones) aumentó un 29,4% en 12 meses y la inflación fue del 48,8%. Representa una caída del 13%, equivalente a un “ahorro” o “ajuste” de unos $ 36.000 millones en un solo mes.
En junio, con el aumento del 12,12% incluyendo el pago del medio aguinaldo (no hay pago de bonos) el “ahorro” va a ser menor pero no menos significativo. Es que a junio, las jubilaciones y pensiones acumularán un incremento del 36,7% y, con una suba de los precios del 3% en junio, la inflación interanual alcanzaría el 49,9%. Un “ahorro” o “ajuste” del 8,8% que debería aumentar en los próximos 2 meses porque en julio y agosto no hay aumentos previsionales.
A estos “ahorros” o reducción de los haberes reales habría que sumar la de los últimos años.
En 2018 y 2019 todas las jubilaciones y pensiones sufrieron una pérdida versus la inflación del 19,5%. En 2020, por los aumentos diferenciados por decreto, el incremento interanual de los haberes fue de entre el 24,3% (haber máximo) y 35,3% (haber máximo) versus una inflación del 36,1%, lo que representa una disminución o pérdida de los haberes de hasta el 8,7%.
La pirámide de haberes previsionales se acható, y con mayor intensidad porque los bonos extraordinarios que se otorgaron no abarcaron a todo el sistema sino a los beneficiarios con haberes mínimos. En 2021, nuevamente hubo bonos ( de hasta $ 1.500) que no alcanzaron a todas las jubilaciones y pensiones.
En 3 años y medio, la pérdida acumulada va del 21% al 29%, según los rangos de haberes, y se perpetuará porque los futuros aumentos por movilidad – incluso suponiendo que evolucione a la par de la inflación– se aplicará sobre niveles de jubilaciones y pensiones más bajas.
Un aumento extraordinario que se integre a los haberes, si bien no repondrá la pérdida acumulada en estos 3 años y medio, evitaría que este deterioro se prolongue de “por vida”.
Fuente Clarin