En la jerga de los espías los llaman “honey pots” (frascos de miel). Son los agentes que atraen sexualmente a sus objetivos. Uno de ellos, al servicio del Hezbollah libanés, enamoró a una lingüista y traductora estadounidense que trabajaba para el Pentágono en Irak y logró sacarle información crucial sobre los responsables del ataque en el que murió el comandante iraní Qasem Suleimani y la identidad de informantes de la CIA en Medio Oriente. Le mujer entregó una larga lista de nombres copiada a mano en un papel con membrete oficial que mantenía camuflado dentro del colchón de su cama en una base de Irbil, en el territorio kurdo iraquí. La mujer, Mariam Taha Thompson, de 61 años, fue sentenciada el miércoles a 23 años de prisión.
Thompson admitió ante los jueces haber comenzado en 2017 una relación a través de videollamadas con un hombre libanés de quien pronto se enamoró. Continuaron la relación a pesar de saber que esa persona pertenecía a la organización terrorista político-militar Hezbollah y que también tenía un pariente muy cercano con un alto cargo en el gobierno libanés. Por el puesto que ocupaba, la traductora debía haber informado de la situación a sus superiores. No lo hizo. Hasta que, a fines de 2019, los encargados de seguridad informática de la base militar en Irak comenzaron a detectar movimientos inusuales en la cuenta de la traductora. Ella tenía un muy alto acceso de seguridad a los archivos (Top-Secret government security clearance). Usaba esa información para relacionar personas y situaciones en documentos clasificados que traducía para la unidad de inteligencia. Fue cuando descubrieron su relación y la traición. Agentes especiales del FBI la arrestaron el 27 de febrero de 2020 en la base aérea de Irbil, en la zona kurda de Irak y la trasladaron a una prisión militar en Estados Unidos.
Se trataba de una persona que hasta ese momento gozaba de algunos de los mayores honores que puede recibir el personal civil del Departamento de Defensa. Le habían otorgado la Medalla al Servicio Civil en la Guerra Global contra el Terrorismo, recibió una carta oficial de felicitación del comandante de las fuerzas en Irak, el general David Petraeus, que luego fue director de la CIA, y fue nombrada varias veces como “Héroe del Mes” por su coraje en acciones tanto en Irak como en Afganistán.
Según los documentos judiciales, Thompson –libanesa con ciudadanía estadounidense desde 1993- fue presentada por un familiar en 2017 al espía no identificado. El hombre pronto le propuso matrimonio. Thompson aceptó y le pidió esperar para el casamiento apenas unos meses a que ella se jubilara y así se podrían ir a vivir juntos en El Líbano. Hablaban casi todos los días, aunque aparentemente nunca se vieron personalmente. Tras el ataque aéreo estadounidense que mató al general iraní Qassem Soleimani y al fundador de la rama iraquí de Hezbolá, Abu Mahdi al-Muhandis, el 3 de enero de 2020, según los documentos, el novio de Thompson le pidió que proporcionara información sobre quienes podrían haber avisado a las fuerzas de Estados Unidos sobre la ubicación de Soleimani. Y le dijo que rompería su relación si ella no lo hacía.
La traductora ya había comenzado a hurgar en los archivos unos días antes, después de los ataques aéreos contra las fuerzas respaldadas por Irán en Irak, y el mismo día en que los manifestantes irrumpieron en la embajada de Estados Unidos en Bagdad para protestar por lo ocurrido. Los registros de la auditoría judicial muestran un cambio notable en la actividad de Thompson en la red de los sistemas clasificados del Departamento de Defensa, incluido el acceso repetido a información clasificada a la que no tenía necesidad de acceder. Durante un periodo de seis semanas entre el 30 de diciembre de 2019 y el 10 de febrero de 2020, Thompson accedió a docenas de archivos relativos a fuentes de inteligencia, incluyendo nombres clandestinos, datos de identificación personal y fotografías de los “activos humanos”, así como cables operativos que detallaban la información que proporcionaban.
Tras su detención, Thompson dijo a los investigadores que memorizaba información sobre las fuentes, la escribía y la transmitía a través de la función de vídeo de la aplicación de mensajería segura con la que contaba en la base. El espía/novio le dijo a la traductora que sus supuestos contactos de Hezbollah estaban “encantados” con la información y le prometió presentarle a importantes comandantes militares cuando se reuniera con él en Beirut. Cuando los agentes del FBI registraron su cuarto, en la base militar, encontraron una nota manuscrita en árabe oculta bajo su colchón con información clasificada sobre los agentes infiltrados. Se cree que entregó al menos a ocho de esos informantes.
Durante la investigación se detectaron agentes al servicio de Irán y el Hezbollah libanés que viven legalmente en Estados Unidos. Incluso se nombró a “células dormidas” con “amplias ramificaciones” que podrían activarse “para llevar a cabo atentados en determinados escenarios”. En los últimos años, el caso más notable fue el de un alto oficial de la Fuerza Al Quds de Irán que ayudó a planear el asesinato del embajador de Arabia Saudí en Washington. También fueron apresados miembros de alto nivel de la Organización de la Yihad Islámica (OIJ), afiliada al Hezbollah, que entraron a Estados Unidos a través de México. Hace poco más de un año, el gobierno acusó a una antigua agente de contraespionaje de la Fuerza Aérea, Monica Elfriede Witt, de traspasar información clasificada a los analistas de Teherán, incluida la identidad de varios agentes encubiertos. Witt logró escapar y se cree que permanece bajo protección dentro de Irán. Y en septiembre del año pasado fue sentenciado a 40 años de prisión a Ali Kourani, un agente operativo del Hezbollah de Morristown, New Jersey, quien fue descubierto mientras hacía observaciones de inteligencia en el aeropuerto Kennedy de Nueva York para preparar un atentado.
De acuerdo al juez que presidió el proceso en un tribunal de Washington, el caso de la traductora pareciera ser del tipo de las atrapadas en el frasco de miel. En una petición de clemencia, Thompson pidió disculpas a quienes puso en peligro. “Señoría, amo a este país y amo a nuestros soldados…. No me propuse hacerles daño ni perjudicar nuestra seguridad nacional”, dijo entre lágrimas. “Sólo quería tener a alguien que me amara en mi vejez, y como estaba desesperada por ese amor me olvidé de quién era durante un corto período de tiempo”. Y le pidió al juez que le conceda un solo privilegio por los veinte años de ejemplar desempeño en el departamento de lingüística del ejército: tiempo para pasar con sus nietos antes de morir.
Fuente Infobae