Jujuy: un resultado electoral que entusiasma a la oposición, pero también a la Casa Rosada

En la Casa Rosada dicen un chiste sobre el jujeño Gerardo Morales que en realidad esconde un elogio: “No es peronista solo porque el día que se fue a afiliar estaba cerrada la Unidad Básica”, bromean. Más aún: lo describen como un “caudillo provincial muy práctico y muy alineado” con el Gobierno Nacional.

Solo le facturan no haber ayudado en los reiterados pedidos y gestiones para que se libere a Milagro Sala, la referente de la organización Tupac Amarú que actualmente cumple prisión domiciliaria y que este domingo no fue habilitada a votar por la Justicia jujeña.

Pese a la buena relación, la intención original del Gobierno Nacional fue que el peronismo pudiera lograr una buena performance en la elección de Jujuy. Fue imposible.

Se buscó que los diferentes sectores se ordenaran, pero la interna fue más fuerte y el peronismo se presentó dividido en 6 boletas.

Así, la Casa Rosada optó por no involucrarse en la elección jujeña y evitó quedar asociada a una derrota.

Es más: en el Gobierno aseguraban en la noche de este domingo que el resultado electoral en la provincia del Norte no figuró en el radar de Alberto Fernández.

“Su único tema es la pandemia”, dijo a Clarín un funcionario que estuvo este domingo en la Quinta de Olivos con el Presidente.

El triunfo de Gerardo Morales en Jujuy entusiasma a la oposición -sobre todo a la UCR en su pelea interna con el PRO en Juntos por el Cambio-, pero también a la Casa Rosada:es que al igual que lo que había sucedido hace tres semanas en Misiones, otra vez volvió a imponerse un oficialismo en una elección.

Eso le permite al Frente de Todos conservar la ilusión de hacer una buena elección en las PASO de septiembre y las generales de noviembre, pese al desgaste de casi dos años de gestión en medio de la crisis económica y la pandemia.

“Yo igual si fuera el oficialismo no me confiaría tanto”, apuntó un radical que participó de los festejos con Morales en Jujuy.

Cerca de Alberto Fernández decían en la noche de este domingo que el resultado era una reconfirmación del teorema que más repiten en el Frente de Todos tras los comicios de 2015 y 2017 y que reza que si el peronismo va dividido, pierde.

Posicionamiento interno​

Para el radicalismo, por otro lado, el triunfo fue especialmente valioso.

En la UCR entienden los posiciona de otra manera en la interna con el PRO y que también les permite sacarse de encima la incómoda mochila de que no saben gobernar.

Mientras el PRO es una caldera, la UCR transita una inédita calma interna.

Con tres referentes nacionales claros –Mario Negri, Alfredo Cornejo y el propio Gerardo Morales– que entre si tienen una relación aceitada, el partido apuesta a mostrar fortaleza y a pararse de otra forma frente a sus socios de Juntos por el Cambio.

Aunque en la coalición opositora las figuras más conocidas son las del PRO, la UCR pretende pelear las candidaturas para las legislativas.

Al igual que Horacio Rodríguez Larreta, ya no le reconocen a Mauricio Macri el poder de la lapicera.

Más aún: creen que las disputas internas entre sus socios los favorecen.

“Muchos pensaban que el PRO era un auto que únicamente andaba por la autopista y no tenía barro”, se burla un dirigente radical que pretende que la UCR sea la columna vertebral de Juntos por el Cambio.

A Morales en particular, además, la victoria le sirve para posicionarse en la carrera por la presidencial de 2023, aspiración que no disimula.

Fuente Clarin