“El dolor por la ausencia de Alfredo fue, es y será para siempre nuestro, pero la responsabilidad por este crimen y tantas muertes provocadas por el descontrol de las armas de fuego en nuestro país, fue, es y será del Estado y de sus funcionarios”, dice un pasaje del comunicado de Mónica y Adrián, los padres de Alfredo Marcenac (18), de cuyo asesinato en plena avenida Cabildo, a manos del tirador Martín Ríos, se cumplen este martes 15 años.
Desde 2006, Mónica Bouyssede (63) y Adrián Marcenac (67), oriundos de Necochea, vienen haciendo hincapié en la ausencia del Estado a la hora de llevar a cabo una política de control de quienes poseen armas.
“El RENAR autorizó a un potencial asesino la tenencia de armas de fuego, sin evaluar sus condiciones psíquicas violentas y la fiscalía no hizo ninguna investigación seria sobre los tres ataques anteriores que cometió el asesino”, sostienen en otro párrafo.
La incansable lucha de Mónica y Adrián, como han dicho ellos, “chocó de frente contra la Justicia, porque tanto la evaluación pericial como el proceso judicial estuvieron plagados de errores y trampas que permitieron que Ríos fuera declarado inimputable”.
La portada de Clarín el 7 de julio de 2006, tras el crimen de Alfredo Marcenac en la avenida Cabildo que cometió el llamado tirador de Belgrano.
“Lo grave es que detrás de este hecho que parece ser individual, se esconden dos problemas sociales muy graves que pueden afectar a muchas otras personas en nuestro país: la ausencia de políticas públicas en materia de armas de fuego y la incapacidad del sistema judicial argentino para impartir justicia”, añaden.
La incapacidad del sistema judicial argentino para impartir justicia “deja desamparadas a las víctimas ante hechos graves como los homicidios, sin encontrar o condenar a los culpables. Porque cuando el control del Estado no funciona y el sistema judicial tampoco, el caos social y la justicia por mano propia se convierten en una amenaza preocupante y posible”, señala el texto de la familia Marcenac.
Además, en diálogo con Clarín, Mónica y Adrián dicen: “En estos quince años luchamos denodadamente para que el sistema judicial nos reconociera que este asesino (Ríos) sabía perfectamente lo que estaba haciendo, pero no lo pudimos lograr”, señala el hombre.
Mónica y Adrián Marcenac, en 2014, cuando declararon inimputable a Martín Ríos. Foto: Luciano Thieberger.
“Tuvimos mucha gente alrededor nuestro que nos acompañó en este largo camino y eso fue fundamental, quizás uno de los mayores aprendizajes: saber que uno no puede salvarse solo. El sostén de la gente, los amigos, los compañeros de trabajo no te lo dan las instituciones”, enfatiza la mujer.
Todo confluye en la falta de justicia, algo que no pueden digerir ni Mónica ni Adrián. “Nuestro sistema judicial opera para defender cuando aún no hay razones para defender. Nosotros no pretendemos que Ríos despareciera, fuera torturado o condenado a muerte, en absoluto. Sólo queremos que alguien se haga cargo del asesinato de nuestro hijo y es lo mínimo que hay que exigirle a una Justicia que no responde”.
Socióloga y docente, Mónica es muy crítica con la Justicia en general. “El judicial es el sistema que peor está funcionando y no lo digo porque nunca me dio respuestas apropiadas por mi hijo Alfredo, sino porque se trata de una institución que deja mucho que desear, especialmente para las víctimas. En todos estos años, estando cara a cara con su funcionamiento, demostró una ineptitud muy grande para responder a las demandas de justicia que estamos exigiendo socialmente”.
Martín Ríos, durante el segundo juicio en su contra. Archivo Clarín.
“En vez de reconocer los hechos -continúa-, en vez de tener una mirada abarcativa sobre la situación un crimen o un delito muy grave como el de Alfredo, tiene una mirada sesgada, lineal, causalista, además de una burocracia que siempre te deja afuera. Te hace sentir que uno, como víctima, no está comprendiendo lo que sucede, cuando nosotros teníamos en claro que el asesino había atacado en tres oportunidades anteriores”.
Sin contactos con la familia Ríos
Ante la consulta sobre si en estos quince años hubo alguna intención de acercamiento de parte de los familiares de Ríos, ambos son tajantes: “Ni contacto ni tampoco un mínimo reconocimiento de lo que había hecho”.
“Así como intentaron demostrar que su hijo era enfermo, podrían al menos haber pedido disculpas públicas, mostrar algo de empatía con nosotros y con los tantos heridos que provocaron sus ataques”, sostiene con pesar Adrián, que agrega que “la familia siempre intentó embarrar la cancha para que la Justicia no pudiera avanzar”.
El lugar donde mataron a Alfredo y su recuerdo latente. Foto Emmanuel Fernández.
Según Mónica, “debe ser terrible como madre y padre saber que un hijo realizó un acto criminal. Si nosotros hemos pasado tantas noches sin poder dormir por la angustia de no tener más a Freddy, me imagino que tener un hijo que cometió un asesinato deber ser algo atroz”.
La mamá de Alfredo advierte que no le da alivio “la pata de elefante que deben sentir esos padres, lo que pienso es que es terrible estar de este lado, pero también lo es estar del otro lado”.
EMJ
Fuente Clarin