El último miércoles, Franco salió a comprar comida para su perro en el barrio Ludueña de Rosario. Mientras volvía caminando, escuchó disparos y empezó a correr con miedo. Al llegar a su casa comprobó que el destino de las balas era el frente de su vivienda.
Inmediatamente, la víctima supo que ese episodio estaba vinculado a otro que vivió horas atrás, cuando recibió un mensaje extorsivo en el que lo señalaban como vendedor de droga junto a su hermano.
El úlitmo ataque ocurrió sobre Felipe Moré y Casilda, donde la Justicia ordenó poner custodia policial luego del episodio. En el lugar secuestraron seis vainas servidas. El joven amenazado detalló que un disparo atravesó el marco de la puerta de algarrobo. Más tarde, su mascota encontró el proyectil. “Estaba jugando, lo tenía en la boca“, contó en un reportaje.
El primer mensaje firmado por “La Mafia” llegó dos días antes de la balacera. Allí vive Mary, quien trabaja como costurera. Al respecto, recordó: “Dejaron un papelito diciendo que teníamos 24 horas para llamar a ese número“. En el lugar funciona uno de sendos locales de reparación de celulares que tienen sus dos hijos, quienes rechazaron de manera tajante cualquier vínculo con el negocio de la droga.
La madre de los jóvenes deslizó que el “detonante” de las amenazas fue la compra reciente de una Honda CBR 600 por parte de uno de ellos. “La moto no es un cero kilómetro, está toda destartalada. A él le gusta la mecánica y la restaura, la arregla. Por eso vino la bronca“, concluyó en un reportaje con Telefe Rosario después del ataque.
En el momento de la balacera, Mary estaba cocinando. Adentro también estaba su otro hijo Gabriel con su novia. El joven había sido despedido del supermercado Coto y su hermano le contó a La Capital que el dinero de la indemnización le sirvió para comprarse un Volkswagen Vento. Angustiada, la mujer expresó: “Con el corazón en la mano les pido a los que hacen eso, les digo que mis hijos no hace nada. Sólo arreglan celulares”.
“No nos dedicamos a nada raro, pero como ven que por ahí progresás un poco, te podés cambiar el auto, ya empiezan a sospechar, a deducir que podés andar en algo”, observó Franco.
En su caso particular, añadió que la operación para la moto se cerró a partir de la venta del Peugeot 307 que tenía antes, el cual le alcanzó para comprarse un modelo viejo.
En diálogo con Canal 3, el joven que trabaja en la reparación de celulares se mostró desconcertado al ver lo que había ocurrido mientras estaba fuera de su casa. “La verdad que no sé qué es lo que esta gente pretende. No ando en nada”, enfatizó respecto de su trabajo y la situación de su familia frente al ataque extorsivo. De otra parte, su madre advirtió atemorizada: “No doy más”.
El día que recibieron la primera amenaza, Franco no estaba atendiendo el local en su casa de barrio Ludueña. Un empleado recibió el papel manuscrito dirigido a “Paco” y “Gallego”, el apodo de él y de su hermano.
El texto decía sencillamente: “Comunicate con este número. Hasta mañana tenés tiempo”. Después les llegó otro mensaje por WhatsApp advirtiéndoles que tenían que pagar si querían seguir vendiendo drogas. La última advertencia fueron los disparos que ahora tienen a su familia en vilo.
LM
Fuente Clarin