El mercado cambiario entró muy rápido en el escenario financiero previsto para la segunda parte del año.
Es una tradición de los años electorales que el proceso de dolarización de las carteras de ahorro e inversión se pasen a dólares a modo de refugio para enfrentar la incertidumbre propia de los comicios.
Este año ese proceso tiene características muy particulares más allá de la visión general, dentro y fuera del gobierno, de que la dolarización será intensa.
Una de esas particularidades es que el gobierno ya dio vuelta la carta de su intención de aumentar al dólar oficial por debajo del ritmo de la inflación en el intento, precisamente, de moderar la suba del índice del costo de vida.
En la Argentina la suba del dólar impulsa a los precios de los alimentos y eso arrastra a los índices. Un retraso de la divisa favorece la recuperación del poder de compra de los salarios y de las jubilaciones.
El gobierno está en ese proceso. El dólar crece al 1% mensual frente a una inflación del orden del 3% mientras alienta la reapertura de las paritarias para establecer aumentos salariales más altos y le otorga un bono de $5.000 a los jubilados para compensarlos por la pérdida de los haberes frente a la inflación.
El plan electoral está a pleno y sustentado en un cepo al dólar alimentado por el fuerte ingreso de divisas que proporcionan las exportaciones del sector agropecuario al calor de los altos precios de los granos.
Ya en julio, y a diferencia de lo que se preveía, el Banco Central sigue comprando dólares del campo. Van casi US$775 millones en el mes que llevan las reservas netas a cerca de US$7.000 millones.
Entre las exportaciones de granos y aceites y los US$4.300 millones que entrarán en agosto del Fondo Monetario Internacional como ingreso extraordinario por la capitalización del organismo a raíz de la pandemia, el gobierno se hará de unos US$12.000 millones que constituyen un reaseguro importante para la tranquilidad cambiaria y una capacidad de gasto en los meses que restan hasta las elecciones de noviembre.
Con esa cifra aproximada de US$12.000 millones, absolutamente impensados hace un año atrás, se entiende porqué los expertos apuestan al dólar anestesiado hasta fin de año y a que ahora viene el tiempo de darle a “la maquinita” de imprimir pesos.
Ante ese escenario hay dos preguntas: ¿cuánto será la emisión y el posible impacto en la inflación? y ¿qué pasará con el dólar despues de las elecciones?
Los expertos dicen que la emisión llegará a $1,5 billones y en el Banco Central están preparados para hacerlo apoyándose en que prácticamente no asistieron al Tesoro en la primera parte del año.
Respecto del impacto inflacionario los funcionarios apuestan a que la mayor cantidad de pesos en los bolsillos de la gente sólo compensarán el consumo postergado por los largos meses de pandemia y que, si pega en los índices, será después de cinco o seis meses cuando ya hayan pasado las elecciones.
Pero siempre pueden surgir sorpresas y Miguel Pesce, titular del Central, buscó adelantarse al recargar aún más el cepo cambiario limitando a 50.000 bonos nominales la operatoria semanal en el “contado con liquidación” con los bonos del canje AL30 (legislación local) y GD30(legislación extranjera).
Limita el dólar “contado con liquidación” ($166,37) donde se concretan operaciones “en blanco” de las empresas y abre la puerta para un nuevo tipo de dólar, el “senebi”, donde compradores y vendedores llegan a un precio en el que no participa la intervención del Banco Central.
El “cepo recargado” con más limitaciones para operar con dólar libre disparó en el arranque al “blue”(tocó $179), un mercado chico pero que marca la sensibildad del mercado.
El gobierno pretende frenar la ampliación de la “brecha” entre el dólar mayorista y el libre,que está en 75%, para que no alcance 100% y los medios titulen que ese nivel es similar al de la hiper de 1989.
Pero, esencialmente, para evitar que una ampliación de la brecha vuelva a disparar las expectativas de devaluación para después de las elecciones.
Es por eso que la magnitud del proceso dolarizador preelectoral cobra relevancia.
Según el economista Carlos Melconian, el Central tendría que vender el 80% de los dólares que compró en la primera parte del año al calor de los soja de US$600.
Su colega, Marina Dal Poggetto, apunto a que las reservas netas que rondan los US$7.000 millones bajarían hasta US$3.000 millones en diciembre y, en su último informe, Miguel Angel Broda sostiene que “volverán a caer hasta US$2.400” a fin de año.
¿Y en qué se gastarán los US$4.300 millones que ingresarán del FMI en agosto?
En una parte del gobierno dicen no tener dudas: US$1.900 millones en pagarle al FMI en septiembre y en diciembre hay otro vencimiento con el organismo de US$ 1.900 millones. Hasta ahí dicen que alcanzan pero son insuficientes para cumplir con las obligaciones del primer trimestre de 2022 que suman unos US$4.000 millones.
En una parte del gobierno creen que el camino hasta las elecciones, dolarización de carteras mediante, está allanado pero saben que el diablo y el fuego amigo pueden meter la cola.
Fuente Clarin