La cubana Maruja levantó el martes su copa del primer “Cuba Libre” en Caracas, esperando que su hermana Clarisa, en La Habana, la acompañara al mismo tiempo. Pero solo fue una ilusión porque su celular y las comunicaciones fueron bloqueadas desde el domingo cuando se expandió la ola de protesta por toda la isla caribeña.
Ese domingo la emoción, que sintieron muchos caraqueños empáticos con los manifestantes en Cuba, hizo agotar el ron en las licorerías aún cuando había ley seca por la pandemia. La alegría por el “despertar” de las protestas cubanas tras 62 años de revolución y aislamiento hizo que las botellas se vaciaran en Caracas.
“La cosa está bien fea, la situación está muy difícil”, cuenta Maruja a Clarín, su nombre es ficticio, lo guarda bajo el anonimato. Su familia está amenazada en Cuba, donde el cuadro es crítico por la escasez de alimentos, combustible, y los cortes de luz.
Manifestantes a favor y en contra del gobierno en Cuba chocan en La Habana. Foto: Reuters
Rusos con covid
El clima comenzó a enrarecerse en Cuba con la llegada de viajeros rusos hace unas semanas, cuando el régimen reabrió el turismo en medio de la pandemia de coronavirus.
“Los rusos empezaron a llegar con PCRs falsas. En Matanzas se extendieron los contagios. Había que esperar unas 6 y 7 horas para poder ser atendidos en los hospitales”, relata Maruja, según el testimonio que le pasó su hermana.
El testimonio coincide con los hechos. Hacia fines de junio, Cuba detectó al menos en una de sus provincias la variante Delta del coronavirus SARS-CoV-2. Angel Batista Díaz, director de Salud de la provincial de Ciego de Ávila -en el centro del país- confirmó el dato.
Para fines de junio, Cuba registraba a nivel nacional un abrupto rebrote de la pandemia y en un fin de semana tuvo picos de más de 2.500 contagios diarios, algo no visto desde que se detectó la enfermedad en la isla hace más de un año.
La situación se agravó al punto que los “chicos comenzaron a morir”, dice Maruja. Los rusos, habrían traído consigo la variante Delta.
El nuevo brote además encontró a los cubanos sufriendo desabastecimiento. Solo les permitían comprar en los abastos “picadillos de pollo” o los despojos de gallina vieja que solo se ablandaban en ollas de presión.
“La cepa de la India que la llevaron los rusos a La Habana empezó a expandirse e infectar a grandes poblaciones de civiles y las ONGs empezaron a pedir ayuda humanitaria”, sigue Maruja, casada con un venezolano, y convencida de que ya no volverá a Cuba.
“La crisis de la pandemia explotó en solo 5 horas que registró 5.000 contagios en un solo día y unos 14 muertos. La gente se cansó de tanta inoperancia”, dice.
En Cárdenas, provincia de Matanzas, cerca de Varadero, había que llevar las camas para los pacientes de la pandemia y los insumos porque los centros asistenciales estaban colapsados.
“En La Habana estaban asustados por el auge de los contagiados. Mi prima de Camaguey no se ha podido vacunar. Todos desconfían de la vacuna cubana Abdala”, agrega.
Una protesta espontánea
La euforia de las protestas dio paso al miedo. Varias fuentes cubanas consultadas por Clarín reconocen que el gobierno cubano no está dispuesto a dar marcha atrás. Saben que usará todas las herramientas en su poder para aplacar las protestas. Oficialmente, el régimen reconoció que una persona murió en las manifestaciones. Ya hay relatos que denuncian desaparecidos. Y los detenidos serían unos 130.
Rosangel Ramos, 21, embarazada de 8 meses, apoya las protesta en Cuba, desde Tampa, Florida. Foto: AP
“Me alegro que los cubanos hayan despertado, haciendo protestas, pero la dictadura los va machucar. He visto que agarran a los manifestantes y los someten en el piso y los lanzan a las camionetas como si fueran sacos de papas. Es bárbaro”, cuenta Maruja.
Las protestas por razones económicas y políticas para pedir libertad fueron “espontáneas” en toda la isla, inspiradas en el “Movimiento San Isidro” con la incorporación de la “Mujeres en Blanco”.
Comenzó en la localidad de San Antonio de Los Baños y Artemisa, cerca de La Habana y se extendió por toda la provincia como pólvora.
Los “boinas negras” y las FAES
“Sé que las boinas negras cubanas, copias de las FAES (Fuerzas de Acciones Especiales) venezolanas, continúan haciendo las redadas casa por casa, como lo ha ordenado Miguel Díaz-Canel, igual al operativo que emplean las Fuerzas Especiales policiales para perseguir a los opositores y a los delincuentes de las bandas del Koki en Caracas”, señala.
Las comunicaciones vía internet están suspendidas en Cuba y “no sé a ciencia cierta cuántas personas ha detenido la dictadura”, cuenta Maruja. Y sospecha del número que circula de 130 detenidos. Ella está segura que son muchos más.
En medio de la escalada de protestas, el gobierno de Cuba mandó a las calles al grupo de élite de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR) conocido como “los boinas negras”, con el objetivo de desactivar las históricas manifestaciones.
El temible escuadrón armado patrulló las calles en la madrugada de este lunes, horas después de que el gobierno de Miguel Díaz Canel comenzara a cortar el servicio de Internet y la electricidad en algunas ciudades para evitar la difusión de las represiones y el accionar de los agentes.
En la represión ejercida por los temibles “boinas negras”, resalta la aplicación de métodos que son utilizados por otros comandos policiales como las “FAES” venezolanas.
Una pintada a favor de la revolución en La Habana. Foto: AFP
Ya en una nota publicada este martes, fuentes cubanas contaron a Clarín lo mismo: versiones que apuntan a que La Habana pidió ayuda a Caracas y el regreso de los cubanos desplegados en Venezuela.
Los Boinas negras y las FAES (mucho más recientes en su creación) actúan bajo un mismo patrón o manual de procedimiento.Visten de negro con trajes blindados, portan las mismas armas y producen terror a su paso.
Cuando se enfrentan a los manifestantes, tanto los “boinas negras” como las FAES golpean, arrastran, asfixian con bombas lacrimógenas, disparan, encarcelan, torturan y luego desaparecen a sus víctimas.
Los dos comandos coinciden en infiltrar las protestas con agentes vestidos de civil para controlar desde dentro las manifestaciones y llevar un registro de sus participantes para luego perseguirlos y arrestarlos.
Miembros de las Fuerzas de Acciones Especiales (FAES) en Caracas. Foto: EFE
Los “boinas negras”, conocidos por su gorra negra, son el grupo élite de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR) de Cuba. Es un comando creado para reprimir a los manifestantes, aunque oficialmente se trata de la Brigada Especial Nacional (BEN) del Ministerio del Interior.
Sus colegas venezolanos de la FAES usan un casco negro, pasamontañas o una máscara de calavera negra para aterrorizar. También visten de negro. Son unidades tácticas creadas en el 2016 por la Policía Nacional Bolivariana del Ministerio del Interior para reprimir a los manifestantes y perseguir a los delincuentes en los barrios populosos.
En ambos casos, las fuerzas de choque actúan impunemente con licencia para matar y se enfrentan a manifestantes que se arman con palos, bates, piedras y hasta escudos de cartón y sus gritos de libertad.
El año pasado las FAES habría cometido 4.000 ejecuciones extra judiciales por lo que la Alta Comisionada de los DDHH de la ONU, Michelle Bachelet, exigió al régimen de Nicolás Maduro que eliminara a este cuerpo policial.
Maruja en Caracas sigue sin poder hablar con su hermana en La Habana. “Antes podíamos hablar por la CANTV (la telefónica) pero ahora no”. Los cubanos apenas tienen internet desde 2018. Y ahora está cortada.
El régimen cubano ha bloqueado la conexión de internet y de voz en el cable submarino que le construyó Venezuela en 2011 a un costo de 60 millones de dólares.
Caracas, especial
ap
Fuente Clarin