Por Silvia Guzmán Coraita
“No dudé nunca. Prefiero tener 10% más de pobres y no 100.000 muertos en Argentina. Porque ya de la muerte no se vuelve, de la economía se vuelve”, fue la frase que acuñó el presidente Alberto Ángel Fernández y que lo acompañará el resto de su gestión. Un presidente que no está a la altura política que debería tener un líder o al menos ostentarlo, sobre todo ante una pandemia.
El número tan temido llegó este miércoles 14 de julio. Argentina superó los 100.000 muertos por coronavirus, según el parte oficial que publica el Ministerio de Salud. Y el presidente no se hace cargo. Al menos podría pedir perdón y tener más empatía con todas las familias que tuvieron que atravesar un duelo solitario ante la pérdida de un ser querido. Pero no lo hacen.
“A Argentina le fue mejor con el coronavirus que con el gobierno de Macri”, dijo Fernández en una entrevista un año atrás. Continúan buscando culpables. Escuchamos que culparon a los runners, a quienes querían salir a pasear, a los que toman mate, a las madres que se agolpan en las puertas de los colegios, a los nenes que intercambian barbijos o los niños discapacitados que no entienden. Hasta culparon al sistema sanitario de haberse relajado y atender otro tipo de necesidades. Ahora culpan a Brasil. No se hacen cargo de su fracaso en la gestión de la pandemia y niegan la realidad que ellos mismo forjaron. No tienen respeto por los muertos ni por las familias destruidas.
Los 100.000 muertos son responsabilidad de la mala gestión de Alberto Fernández. Dejen de culpar a otros. Deben hacerse responsables del desastre que ocasionaron. Deben dejar de negar la gravedad de su falta de profesionalismo político. No cumplieron con lo que anunciaron: las vacunas. Y hoy Argentina está en el puesto 13 en el mundo con más muertos por millón de habitantes.
“Yo calculo que si todo va bien en agosto, o septiembre tendremos vacunados a todos los argentinos”, dijo Ginés en febrero. Y vacunó a todos sus amigos primero. Se vacunó el procurador del Tesoro Nacional, Carlos Zanini que dijo: “Me arrepiento de no haberme sacado una foto. No cometí ninguna violación de normas. Siempre hay alguno que va primero en una fila”. Eso es lo que piensan todos los que obtuvieron una vacunación de privilegio. Que se apropiaron de una vacuna que no les correspondía. Lo que Zanini es lo que también piensa el ex ministro de Salud, Ginés Gónzalez Gracía, que se fue a pasear por Madrid, lo piensa el presidente de la Cámara de Diputados, Sergio Massa, que debe estar feliz de seguir disfrutando de su papá con dos dosis desde principio de año, o el ministro de Economía, Martín Guzmán que inoculó a todo su gabinete, personas que tenían entre 25 y 40 años. Son unos inmorales que se pusieron primeros en la fila para vacunarse cuando no les correspondía. Realmente se consideran personal estratégico.
Si hubiesen gestionado con responsabilidad y eficiencia esta pandemia, no solo no hubiésemos llegado a las 100.000 muertos sino que podríamos tener un país que hubiese sufrido menos y estaría levantándose de a poco. Pero eso está muy lejos de pasar, porque tenemos una banda de inmorales y ladrones gobernando, que se adueñaron de las vacunas. Abandonando a tus abuelos, a tus padres, a tus hermanos. Que distinto hubiese sido todo si hubiesen comprado las vacunas en tiempo y forma. Hoy lo tendrías a tu papá, o a tu abuelo y yo lo tendría a mi hermano.
Un hermano que fue un ángel del cielo. Durante toda su vida fue cuidado por mi mamá con todo el amor y devoción que solo una madre pudo haber tenido. Y lo tuvo que ver partir, solo, en una ambulancia, de noche, para que lo internen. Nunca más volvió a verlo. ¿Cómo hace el duelo esa madre?, ¿cómo hace para sanar, ella , y las 100.000 familias que no pudieron despedir a sus familiares?¿Cómo van a hacer todas las familias argentinas para recuperar de a poco la paz y la felicidad? Si todo el tiempo tienen que escuchar discursos de su presidente, incoherentes, bélicos y alejados de la realidad.
Ellos si pueden rendir homenaje y hacer un minuto de silencio por todos los muertos con show y velitas, como fue el desafortunado homenaje, donde la primera dama, Fabiola Yáñez, y Alberto Fernández acompañados por niños encendieron 24 velas por las 24 provincias argentinas, como si la pandemia hubiese terminado. Pero cada familiar no pudo despedir, aunque sea de lejos, a su ser querido. Ellos si pueden reunirse, abrazarse, sacarse el barbijo. Ellos si pueden viajar y regresar cuando quieren sin hacer cuarentena. Que suerte tienen.
Pero no me sorprende porque son unos inmorales, son mentirosos, son improvisados; y como si fuese poco son defensores de dictaduras, como la de Venezuela, o la Nicaragua y ahora se hacen los desentendidos con lo que sucede en Cuba.
Esta pandemia dejó al descubierto lo que es el kirchnerismo. Son mentirosos. Como dijo la ex diputada Elisa Carrió que son “una gran estafa Nacional” por mentirle a la sociedad. Vendieron progresismo pero ni ellos saben lo que es ser progresista. Demostraron que no les importa la gente. No les importas, vos, yo, ni tu hijo. Han abandonado al pueblo argentino.
Tuvieron que morir 100.250 personas y destruirse millones de familias para que negocien la compra de más vacunas. Ahora van a comprar las vacunas de Pfizer, Moderna y Johnson & Johnson gracias a un tardío decreto presidencial. Destrabaron la operación que impedía la compra de esas vacunas, y lo hicieron por la mala imagen que tiene hoy el gobierno oficial y porque están cerca de las elecciones legislativas, no porque se hayan dado cuenta de que se equivocaron.
Hoy se cumplen 500 días desde el primer caso de Covid-19. Tenemos más de 100.000 muertos y tan solo 10 millones de personas vacunadas. Estamos lejos de terminar con la pandemia. Y aún tenemos que escuchar al presidente que pronostica que para julio del año que viene estaremos todos inmunizados, y tenemos que ver que justo el día que se supera la cifra de los 100.000 muertos Alberto Ángel Fernández con ánimos de festejar le dedicó un mensaje de cumpleaños a su esposa con un video con fotos y música de Fito Páez, que posteó en redes. Y para continuar con la pelea política, en un acto en Guernica con motivo de la reinauguración de una planta de Aysa, cometió un fallido y dijo “Cuando empezaron a llegar, las vacunas enfermaban, las vacunas eran veneno. Y decían que no había que darlas. Asustaron a muchos argentinos y a muchas argentinas. Y nosotros fuimos con nuestra prédica, para que nadie tuviera”, al instante se corrigió y dijo ““para que nadie temiera”. Continuó culpando a otros sin pedir perdón: “Hay quienes, con esos muertos, hacen negocio, el negocio de dividirnos”, criticó.
Lamentablemente no les importa nada. El Gobierno ha demostrado una y otra vez que no les importa la vida de los ciudadanos argentinos. Niegan rotundamente el sufrimiento del pueblo. Nunca dijeron que se equivocaron. Nunca pidieron perdón. Nunca estuvieron del lado del pueblo ni de la democracia. En el peor momento de la historia argentina, se borraron y continúan borrándose. Esta gente es la que administra nuestras libertades. Aún les quedan dos años más en el gobierno. Están a tiempo de dejar de lado sus mezquindades y ambición de poder para estar a la altura de la demanda de la sociedad.