La primera definición que generó eco corrió por cuenta de Matías Kulfas al defender la vuelta de tuerca para cerrar el cepo al dólar: “Hay que administrar un bien escaso”.
El mercado lo descontaba, pero el ministro de Desarrollo Productivo puso sobre la mesa la visión oficial respecto a que en la segunda parte del año y hasta las elecciones consideran escasísimas las posibilidades de que ingresen más dólares a las reservas del Banco Central.
Fue después de que el Banco Central restringiera los límites para comprar y vender dólares en el circuito conocido como “contado con liquidación” y se ampliase aún más el abanico de una economía que tiene una quincena de distintos tipos de cambio.
Con todo más controlado, el dólar blue subió a $179 y nació el “sinebi” (sistema de negociación bilateral) en el que las partes acordarán un precio del dólar libre.
De esta forma, según lo señala Carlos Pérez en el último informe de la Fundación Capital, el mercado ingresó en un segundo semestre “más largo en términos cambiarios” por la escasez de divisas profundizando la disyuntiva “brecha vs. reservas”.
De ahora en más, si el Banco Central opta por cuidar las reservas limitando importaciones, restringiendo la venta del dólar ahorro, deberá correr el riesgo de que la brecha con los dólares libres, que ya está en 75/80%, siga escalando con el consiguiente efecto sobre la inflación y la expectativa de un salto cambiario después de las elecciones.
Otra posibilidad es que el Central opte por usar reservas para intervenir en el “contado con liquidación”, abastecer la demanda de los importadores que buscarán adelantar operaciones, y vender dólar futuro para evitar una ampliación de la brecha.
Es en ese caso en el que las reservas netas, que hoy rondan US$7.000 millones, llegarían a los US$3.000 millones en diciembre, según estiman los consultores.
Sobre ese punto cobraron relevancia los dichos del ministro de Economía en cuanto a la necesidad que tiene el Gobierno de llegar a un acuerdo con el Fondo Monetario Internacional a fin de año. Para más no alcanzan los dólares, a menos que la vicepresidenta Cristina Kirchner y el gobernador Axel Kicillof avancen en una idea de pedirle prestado a Rusia una parte de los Derechos Especiales de Giro que recibirá del FMI.
En la visión de Martín Guzmán, llegar a un acuerdo con el FMI es indispensable para poder afrontar los US$19.000 millones de vencimientos del año próximo y por eso alertó: de no lograrlo, “enfrentaríamos una situación muy desestabilizante”.
Para eso mantuvo conversaciones la semana pasada con Kristalina Georgieva, titular del FMI, y obtuvo una señal del vocero del organismo, Gerry Rice, respecto de que la Argentina podrá acceder a un crédito de Facilidades Extendidas a diez años de plazo. El kirchnerismo pretende que sean 20 años.
Para una parte del Gobierno, el sendero hasta fin de año aparece definido: Kulfas destaca que habrá menos dólares y que cuidarán las reservas del Banco Central, y Guzmán trabaja tratando de generar expectativas positivas para los mercados sobre un acuerdo con el FMI a fin de año, para no llegar a marzo con la soga al cuello. En el primer trimestre de 2022 vencen US$4.000 millones.
Desde la política es muy conocido que la vicepresidenta no quiere que se hable ni de ajuste ni de posible acuerdo con el FMI en los meses previos a las elecciones, por considerarlos “piantavotos”, aun cuando la inflación de un 50% está al tope de las preocupaciones de la gente en la mayoría de las encuestas de opinión.
Es por eso que en el mercado corre la versión de que una parte del Gobierno estaría pensando pedirle un préstamo a Rusia, que tiene unos US$650.000 millones de reservas, por una parte de los Derechos Especiales de Giro que recibirá por la capitalización del FMI.
Por esa vía, a la Argentina llegarían en agosto US$4.300 millones que irán a fortalecer las reservas y a pagarle al mismo FMI US$3.800 millones que vencen hasta fin de este año.
Ni los US$12.000 millones extra por las exportaciones del campo al calor de los buenos precios internacionales, ni los DEG extraordinarios del FMI para atender las necesidades de la pandemia, alcanzarían para que el Gobierno termine el año teniendo reservas sin rasgar el fondo de la lata de los dólares.
Desde ya que el Gobierno K podrá intentar alternativas heterodoxas en el intento de recrear alguna expectativa que abra el panorama de una economía con fatiga de estancamiento y en una situación de incertidumbre permanente.
Fuente Clarin