—¿La economía define la elección?
—Para mí, no. La actividad se recuperará y registrará un rebote más rápido en esta segunda ola. Hay una dinámica inflacionaria que picó en punta en octubre pasado y tiende a desacelerarse, aunque a niveles que todavía son muy altos como vimos con el dato de junio. Y un ingreso jubilatorio y salarial que perdió en los últimos meses frente a la inflación y que el Gobierno intenta recomponer en alguna medida.
—¿Todo esto no podría ser capitalizado por la oposición?
—Mi punto a su pregunta es que sin estallido cambiario la economía no jugará ni a favor ni en contra. La oposición todavía tiene fresco el cartel de lo que pasó con el dólar en 2019 y el Gobierno muestra una recuperación, guste o no. El kirchnerismo dirá que enfrenta a Macri y la pandemia. La oposición marcará la falta de horizonte por la falta de dólares para llegar.
“En 2015 pensaba que el único camino para bajar la inflación era gradual. Hoy no. Con la inflación en estos niveles, ya no alcanza”.
—¿Cómo describiría el actual momento de la economía?
—De una decadencia con estabilidad. Vemos un gobierno que administra la escasez porque no tiene programa de estabilización, solo intenta contener una presión cambiaria en puerta, cerrando grifos y no dando una discusión de cómo seguirá el día después. Por ahora es ver cómo llega a noviembre y apuesta a hacerlo con la coalición junta, sin que la brecha se dispare y sin acuerdo con el FMI, aprovechando los dólares extra que le entrarán por la inyección extra del Fondo por Covid, unos US$4.300 millones de DEG, y unos US$8.000 millones de exportaciones agrícolas con la soja arriba de US$ 500.
—¿Cómo llegan las reservas a las elecciones?
—Sin un acuerdo con el FMI que postergue los vencimientos de capital, las reservas netas que pasaron de US$2.500 millones de febrero a US$ 6.900 millones hoy, es probable que empiecen a caer y registren un nivel bajo en los meses de elecciones.
—La pregunta que se hace el mercado es cuándo se escapará el dólar, si antes o después de las elecciones. ¿Usted qué piensa?
—No veo al Gobierno convalidando un salto en el dólar, ni antes ni después. Tiene margen para manejar el dólar y cada vez devalúa menos, a un ritmo cercano al 1% mensual. El objetivo es que el dólar no sea muy distinto al $102 del Presupuesto para el 14 de noviembre.
“Sin un estallido cambiario la economía no jugará ni a favor ni en contra del Gobierno. Todavía está fresco lo que pasó con el dólar y la oposición”.
—¿Cuál es el problema principal entonces de cara a noviembre?
—La brecha y el mecanismo perverso que produce: incentiva a conseguir todas las importaciones que se puedan al dólar oficial y a demorar todo lo que se pueda las exportaciones. Todo esto genera escasez de dólares. En junio la brecha arrancó a molestar otra vez luego de un período en el que había cedido, y la semana pasada se instauraron nuevos controles para estabilizar poniendo limitantes a la demanda y la oferta.
—¿Con las normas del BCRA y de la CNV, la brecha aguanta en estos niveles? Se habla de la brecha de la brecha en el CCL.
—Todavía no apareció, pero es probable que sí lo haga porque en los próximos meses la tensión por la dolarización se agudizará aún más. El Central empieza a ingresar en una zona que los economistas denominamos rendimientos decrecientes, esto es, hubo cuatro meses de compra de dólares en el mercado oficial y es probable que eso se convierta en ventas en algún momento en agosto.
—¿Tampoco piensa que puede haber una corrección en el dólar después de las elecciones?
—No veo al Gobierno buscando cerrar la brecha con un salto en el tipo de cambio como en 2014. Aquella vez Argentina tenía más reservas, no estaba en el horizonte un programa con el FMI y un dólar mucho más atrasado, al día de hoy unos $ 56. Ahora es distinto. Tal vez sí veamos que el ritmo de devaluación en vez de ser 1% mensual sea más parecido a la inflación, o sea, una suerte de crawling peg como a inicios del año. El Banco Central está atrasando el dólar pero partiendo de un tipo de cambio alto. Acá se hizo un ajuste macroeconómico. El salario real cayó 23% desde noviembre de 2015 y Argentina pasó de tener los salarios en dólares más altos de la región a tener los más bajos aun con el tipo de cambio oficial. El problema es que hay en el horizonte una cantidad de vencimientos más altos que las reservas. Sin un acuerdo con el FMI y devaluando a un ritmo mucho menor que la inflación, nos estamos comprando un problema.
“El Fondo Monetario pedirá discutir puntos sobre el mercado laboral, por ejemplo, la prohibición de despido y la doble indemnización”.
—¿Correr la pared de los vencimientos de dólares con el FMI implica un programa de más ajuste?
—Implicará discutir un programa con cuatro puntos. El primero es lo que yo llamo ‘nominalidad y dólar’. En Argentina la inflación va al 3% mensual, el dólar al 1% y las tarifas cero. Eso así no va. Segundo, la brecha fiscal. Es verdad que el déficit fiscal se corrige este año, pero la baja no se sostiene. El déficit en el primer semestre dará 0,5% del PBI y es muy dificil que cierre al año arriba de 3%. Pero esa baja de 2020 a 2021 no se sostiene para 2022 por la movilidad jubilatoria más las correcciones de tarifas. La tercera parte de un programa con el FMI es cómo acumular reservas y el programa monetario. La cuarta es definir qué reformas estructurales habrá detrás de este modelo para conseguir todo lo que menciono: dólar único, reservas que alcancen para pagar la deuda, equilibrio fiscal y crecimiento que permita crear empleo.
—¿Qué reformas pedirá el FMI?
—Para empezar el régimen laboral. Seguramente la eliminación de la prohibición de despido y de la doble indemnización o tope. Hay que ver qué se hace con el régimen laboral y atentos acá porque no se puede discutir el futuro del régimen previsional sin tener en cuenta qué cambios se harán en la cuestión laboral. Discutir la fórmula de la movilidad jubilatoria es clave para alcanzar el equilibrio fiscal.
—¿Qué hay que mirar para adelante en la discusión con el FMI?
—Cuán rápido se fija el programa, en qué medida descomprime los vencimientos de deuda y cuánta confianza genera para un gobierno que además tiene que pasar el acuerdo por el Congreso.
—¿El gradualismo sirve hoy para bajar la inflación arriba de 50%?
—En 2015 pensaba que el único camino posible era el gradual. Hoy no, con gradualismo no bajás una inflación arriba de 50%. Un ajuste fiscal gradual no bajará la brecha. Debería firmarse rápido con el Fondo Monetario y hasta ir a un escenario más veloz en la consolidación fiscal.
—¿Bajar rápido la inflación no empeora el déficit porque hace caer la recaudación?
—Siempre depende dónde se fijen los otros precios de la economía, como el dólar. La desindexación del gasto habrá que hacerla.
—¿Pero otro ajuste más? Si Macri hizo uno y ahora Fernández está haciendo otro. Argentina hizo dos ajustes fiscales en tres años… es como que no termina nunca esto.
—Es que ninguno de esos ajustes fue sostenible, fueron licuaciones. El ajuste de Macri no se sostenía porque tenía la movilidad previsional. Prueba de ello fue que Alberto Fernández, en el arranque de su gobierno cuando intentó estabilizar, cambió la movilidad e intenta sostener en el tiempo el ajuste que había arrancado Macri. Después llegó la pandemia y se pasó de un equilibrio en las cuentas públicas a casi 6 puntos del PBI de déficit fiscal. En 2021 se vuelve a hacer un ajuste acelerado de la mano de la inflación, el rebote de la actividad, los mayores ingresos por la soja y el impuesto a las grandes fortunas. Pero pasa lo mismo que en el gobierno de Macri: el ajuste no se sostiene sin cambiar la indexación.
—¿Es competitiva esta economía?
—La principal ventaja es la licuación de los salarios. Argentina tiene dólar alto y salarios licuados. Ahora con la brecha cambiara, estos incentivos son perversos. Para volver a crecer hay que tener un programa que tenga en alguna medida esos cuatro puntos que mencioné antes.
—¿Puede la economía argentina enfrentar una salida virtuosa de esta depresión como fue a la salida de la convertibilidad, virtuosa? En aquel momento también hubo licuación de salarios.
—Es que la competitividad de esta economía está muy dañada por el funcionamiento de la macroeconomía y aquella vez, en cambio, se acomodaron rápido los superávits gemelos.
Los inconvenientes de hacer ‘ajustes’ sin un programa de respaldo
“La inflación que esperamos para el año está en la zona del 48%-49%. El régimen inflacionario se cambió en 2018 con el salto en cuotas del dólar de $20 a $60, ahí la inflación pasa al 48% luego de que venías en la zona de veintipico. En 2019 fuiste a 53% y transitoriamente el año pasado caíste a 36%”, dice Marina Dal Poggetto, directora de la consultora Eco Go. “Estás en un ritmo de inflación del 50% como con Macri”.
– ¿Esta inflación se estabiliza acá o puede subir más?
“Depende de un montón de factores. El faltante de dólares puede generar un aumento de la velocidad de dinero y una aceleración de la inflación. Por eso es importante un acuerdo rápido con el FMI. Para mantener la inflación actual basta con seguir como se está. Para bajarla hacen falta más cosas”.
Con la negociación con el FMI, Dal Poggetto ve “una traba política más que técnica”. Su sensación es que finalmente habrá un acuerdo con el Fondo Monetario porque ya no hay más margen para evitar las correcciones con un financiamiento en dólares en el mercado de 18%. El anuncio sería después de las elecciones, dice Dal Poggetto. “Un default al FMI no es una opción. El tema es qué acuerdo terminará siendo”.
Dal Poggetto es una de las economistas de más trayectoria en la city, ex coequiper de Miguel Bein en el Estudio Bein & Asociados.
– ¿El Gobierno está haciendo los deberes con el ajuste fiscal?
“Estás en un mundo particular donde el déficit fiscal es la norma, en Estados Unidos será por segundo año consecutivo del orden del 15% del PBI. Argentina hace un ajuste, no tiene otra. Pero ojo que las correcciones fiscales nominales sin un prestamista de última instancia detrás, terminan mal como le pasó a la Argentina en 2001. Con un prestamista detrás, los costos son altos, pero los ajustes tienen principio y final, como pasó en Grecia, Portugal e Irlanda“.
Fuente Clarin