El martes pasado, día del amigo, el presidente Alberto Fernández y su vice, Cristina Fernández, cenaron en la Quinta de Olivos. El encuentro se organizó con los cuidados habituales para evitar las consecuencias que podrían generar divulgaciones de incidencias indebidas.
Sin embargo, aunque con variables y contenido entendibles, el núcleo de lo resuelto en el cara a cara se conoció pronto entre la dirigencia K que ostenta mayor influencia. El Presidente y la Vice habían llegado a un principio de acuerdo para definir cómo y con quiénes se repartirían los cargos en las listas de los precandidatos a legisladores del Frente de Todos para las Primarias Abiertas, Simultáneas y Obligatorias (PASO) que se realizarán el 12 de septiembre. Las elecciones generales, la pelea definitiva, será el 14 de noviembre.
Pasada la cena la Quinta de Olivos, y tras una nueva conversación en la que entre ambos protagonistas en la que se precisaron detalles finales del pacto, varios interrogantes pasaron a ser certezas en el Frente de Todos.
¿Quién tendría la potestad de designar a los primeros precandidatos de las listas? ¿Ella o Èl? ¿Cómo se repartirían el resto de los puestos para postulantes? La alianza de gobierno está conformada por sectores diversos con intereses muchas veces contradictorios.
La vice cedió en algunas de sus pretensiones que consideraba las más efectivas para su táctica y estrategia proselitista y de proyecto de poder.
El Presidente, por su parte, también relegó ambiciones. Desde entonces hasta la medianoche de hoy se sucedieron cuatro días de vértigo en los que se definió todo. Después de las últimas dos charlas de mayor trascendencia entre ellos las comunicaciones mutuas se sucedieron de a decenas.
La primer cena entre los Fernández fue confirmada por cuatro fuentes oficiales de indudable cercanía con sus jefes. El periodista Ignacio Ortelli había adelantado en Clarín que las negociaciones se habían destrabado tras un diálogo crucial entre el Presidente y la Vice.
Según las fuentes calificadas consultadas para reconstruir el armado electoral K, el comienzo del fin de los conflictos en el oficialismo se despejó con un primer logro del Presidente.
La vice Fernández insistió con firmeza para que sea el jefe de Gabinete, Santiago Cafiero, quien encabezara la listas de los precandidatos a diputados nacionales por la provincia de Buenos Aires. Fernández (Alberto), conociendo de antemano esa intención, se negó.
Las conversaciones previas, igual que las disputas u operaciones políticas desde ambos bandos en conflicto respecto a ese punto, se habían desatado ya en los medios, y entre múltiples interlocutores que cumplieron el rol de “embajadores” que prepararon el escenario para la negociación final.
El Presidente le había transmitido a la familia Kirchner, mediante el mismo Cafiero, que él pretendía designar a nueve candidatos en las listas, y ofreció nueve puestos más para repartir entre la dirigencia afín a la Vice. No pasó.
Fernández (Alberto) logró que Fernandez (Cristina) le permitiera elegir quiénes serían las cabezas de las listas en la Ciudad de Buenos Aires y en la Provincia.
Él había dejado trascender a la prensa y a la dirigencia, con previsión, que su precandidata para pelear los comicios de medio término en Buenos Aires era la actual titular del Consejo Nacional de Políticas Sociales, Victoria Tolosa Paz, pareja además de uno de sus mejores amigos, el ex secretario de Medios y empresario multi-rubro, Enrique Albistur. Para la lista porteña también tenía candidato: el radical, o ex radical, Leandro Santoro.
Antes de ceder a su primeras pretensiones, los Kirchner ofrecieron dos posibilidades de acuerdo. Una fue que se analice la conveniencia de que buena parte de los precandidatos fuesen los ministros nacionales mejor posicionados en las encuestas. Se descartó.
Según fuentes que participaron de esta historia ya finalizada pero aun no culminada, aseguraron que el jefe de bloque de los diputados del oficialismo, Máximo Kirchner, presentó otro plan: su idea fue generar en las listas lo que habría descripto como “una foto de familia”. Es decir, que entre los precandidatos de la Provincia de Buenos, el distrito crucial para que el PJ que integra el oficialismo ratifique sus liderazgos territoriales.
La idea del líder de la agrupación La Cámpora consistía en comprometer a todos los jefes del Frente de Todos en la campaña. Para él, esa posibilidad se expresaría en una lista que diseñó de este modo: el primer precandidato sería Cafiero, en representación del Presidente; el segundo, la titular del PAMI y militante de La Cámpora, Luana Volnovich; el tercero, el jefe de Gabinete de la gestión bonaerense de Axel Kiciloff, Carlos Bianco; y el cuarto puesto sería para la titular de la empresa estatal AYSA, Malena Galmarini, cuyo esposo es Sergio Massa.
También ese esquema fue rechazado por la Casa Rosada.
El Presidente logró un acuerdo que le permite mostrarse como quien designó a las dos cabezas de lista en la Ciudad y la Provincia de Buenos Aires, ratificando su cuota de poder en esa “familia disfuncional” que es el Frente de Todos. Fernández (Cristina) cedió ante ese pedido presidencial.
Pero impuso nombres entre los precandidatos para la Ciudad y para la Provincia que le responden de modo absoluto, algunos de ellos incómodos para el Jefe de Estado. La “sorpresa” fue el pedido personal que la Vice le hizo a la actual senadora bonaerense, Agustina Propato. Fue en carácter personal y para destacar su lealtad al proyecto K. Ocurre, además, que es la pareja del adversario más brutal que tiene el Presidente dentro del propio oficialismo: el ministro de Seguridad, Sergio Berni, quien enfrenta con críticas muy duras a la Casa Rosada.
El pacto entre Presidenta y Vice incluiría que Berni continúe no solo en su cargo sino que además no dejará “sus convicciones” de lado. Traducido; no se callará. Propato es Propato y Berni es Berni.
Del mismo modo, el “cristinismo” garantizó un lugares con casi confirmadas chances de ser electos como diputados nacionales para dos dirigentes “propios”. Uno es el secretario general de la CTA, Hugo Yasky.
El otro es un ex rival de Néstor Kirchner en las elecciones presidenciales del 2003, el por entonces radical Leopoldo Moreau. La Vice le tiene especial cariño. Hoy, es uno de los voceros del kirchnerismo más radicalizado.
La Vice fue la que también le ofreció el cuarto lugar en las listas al único sindicalista que entró en esos puestos codiciados, el secretario general de los bancarios, Sergio Palazzo. Una señal para la familia Moyano.
El Presidente se había reunido con la dirigente social Maia Daer para pedirle que acepte una precandidata por la Capital Federal. Es, además de una militante de amistad con el Jefe de Estado, hija de uno de los secretarios generales de la CGT, Héctor Daer (Sanidad).
El gobernador Kiciloff no se habría involucrado de modo personal en la negociación por los puestos de precandidatos a legisladores nacionales.
Eso, a pesar de que el compañero de fórmula en la boleta K de su distrito es uno de sus ministros claves, el titular de Salud, Daniel Gollán. La vice lo eligió para que debata y defienda en los medios la gestión oficial de la pandemia. Lo eligió ella y no el gobernador Kiciloff.
¿Todos contentos en el Frente de Todos?
Una fuente destacada del Gabinete Nacional resumió ante Clarín la conclusión sobre los resultados logrados por su Jefe en esta historia. Tal vez bajo tensión por el cierre de listas, usó una metáfora que no se encuentra en los libros de politólogos academicistas: “Somos una familia, sí. Papá (por el Presidente) puso los huevos sobre la mesa. Y consiguió lo que quería. Papá y mamá (por la Vice) viven en casas separadas. Pero pasa para preservar el matrimonio, no porque estén divorciados”.
Las disputas por espacios en las listas se multiplicó, como siempre, de acuerdo a los distritos y los diferentes cargos a elegir.
En el acto en el que presentaron a sus más importantes precandidatos, los jefes del oficialismo siguieron una estrategia de sus asesores sobre opinión pública, siempre basados en encuestas: ganarían votos si dan señales de unidad; rivalizando contra el “neoliberalismo”; señalando la necesidad de reformar el sistema de salud, prometiendo trabajo, e intentando instalar que la pandemia fue un problema externo al Gobierno, y evitando hacer referencias a la infinidad de consecuencias negativas que produjo la cuarentena. Uno los consejeros que remarca estos lineamientos y muestra encuestas que lo respalda a los Fernández es el español Alfredo Serrano Mancilla.
La trama central de los problemas resueltos en parte en el Frente de Todos se resumen en el comienzo de este artículo. El Presidente y la Vice se reunieron para acordar sus disidencias. Nada más. Ni nada menos.
Fuente Clarin