Varios sistemas hospitalarios que anteriormente se negaron a que las vacunas fueran de carácter obligatorio para los trabajadores de la salud ahora están dispuestos a tomar esa medida.
Los empleados de Google en California que han regresado a las oficinas de forma voluntaria están otra vez usando cubrebocas en espacios cerrados.
Los mandatos de vacunación aún están lejos de ser el enfoque dominante . Foto Kevin Hagen/The New York Times.
Goldman Sachs está considerando la posibilidad de restablecer las pruebas de diagnóstico para los empleados completamente vacunados en las oficinas de la compañía en la ciudad de Nueva York, según una persona familiarizada con la situación que habló bajo la condición de anonimato porque no se había tomado ninguna decisión.
Y el lunes 19 de julio, Apple les dijo a sus trabajadores que pospondría su fecha de regreso a la oficina de septiembre a octubre.
Cuando las empresas comenzaron a anunciar sus planes tentativos para el regreso a las oficinas esta primavera, había una sensación de optimismo detrás de los mensajes.
Los casos de COVID-19 estaban disminuyendo en Estados Unidos y la campaña de vacunación estaba mejorando su ritmo.
Cuando Twitter reabrió su oficina de San Francisco este mes al 50% de su capacidad para los que querían volver, sólo se permitió el acceso a los trabajadores vacunados. Foto Cayce Clifford/The New York Times.
Los patrones por lo general esperaban que sus empleados se vacunaran por su cuenta, motivados por boletos de rifas, días libres remunerados y otros beneficios, si es que el consenso de la comunidad médica no les convencía.
En los últimos días, ese tono ha cambiado de forma súbita.
La variante delta, una versión más contagiosa del coronavirus, está arrasando el país.
En Apple se omunicó a su equipo de trabajo que retrasaría la fecha de regreso a la oficina. Foto Jim Wilson/The New York Times.
Menos de la mitad de los estadounidenses están completamente vacunados, lo que agrava la situación.
A nivel nacional, el promedio diario de infecciones nuevas de coronavirus ha aumentado 180 por ciento en 14 días, a 45.343 para el jueves; y las muertes —un número que ya venía en descenso— aumentaron 30 por ciento con respecto a hace dos semanas, a casi 252, según el recuento de casos del New York Times.
Las vacunas aún no están disponiblespara niños menores de 12 años, muchos de los cuales se están preparando para regresar a las clases presenciales en sus escuelas este otoño.
Todo esto se suma a una estimación difícil para los líderes empresariales de Estados Unidos, quienes esperaban que el país ya estuviera en camino hacia la normalidad plena, con un retorno inminente de los empleados a las oficinas.
En cambio, ahora las empresas se están viendo obligadas a tomar decisiones difíciles que esperaban pudieran evitarse, como revertir planes de reapertura o imponer la vacunación obligatoria para los empleados.
Todo esto mientras siguen lidiando con la naturaleza impredecible de la pandemia.
“Es emocionalmente agotador para todos nosotros, y enloquece a los equipos de alta gerencia”, dijo Bob Sutton, profesor de psicología de la Universidad de Stanford que estudia temas sobre liderazgo y organizaciones.
Dijo que algunos ejecutivos a los que había asesorado estaban “arrancándose los pelos” sobre qué hacer.
Para los empleadores cautelosos por las ramificaciones legales y la reacción política negativa de implementar las vacunas como obligatorias, la situación ha comenzado a cambiar, aunque poco.
“Al principio hubo muchos empleadores preocupados por saltar antes de tiempo y ser de los primeros; es un tema polémico”, dijo David Barron, abogado especialista en temas laborales del bufete Cozen O’Connor.
“Ese cálculo comienza a cambiar un poco cuando ves otro pico de casos”.
En Nueva York
El alcalde de Nueva York Bill de Blasio alentó el viernes a los empleadores privados a exigirle a los trabajadores que se vacunen.
También dijo que la ciudad podría aumentar la cantidad de trabajadores municipales a los que se les exigiría vacunarse o someterse a pruebas de diagnóstico semanales.
Decisiones judiciales recientes han respaldado los derechos de los empleadores a exigir la vacunación, ente ellos un fallo que afirmó que el Hospital Metodista de Houston podía exigirles a los trabajadores de salud que se vacunaran.
El lunes, un juez federal dictaminó que la Universidad de Indiana también podía establecer la obligatoriedad de la vacuna para los estudiantes.
“La autoridad legal continúa apoyando que a los empleadores se les permita exigir vacunas si así lo desean”, dijo Douglas Brayley, abogado especialista en temas laborales del bufete internacional Ropes & Gray.
La mayoría de las empresas todavía no están implementando la estrategia de las vacunas obligatorias.
Además, el riesgo que representa el coronavirus para gran parte de la población es mucho menor de lo que fue en el peor momento de la pandemia.
Los casos nuevos, las hospitalizaciones y las muertes siguen siendo una fracción en comparación a picos previos, y están en gran parte localizados en áreas con bajas tasas de vacunación.
Nueva normalidad
Las vacunas son efectivas contra los peores efectos del COVID-19, incluyendo los de la variante delta.
“La gran pregunta no es tanto: ‘¿Podremos mantener protegidos a los trabajadores en nuestras instalaciones?’ sino ‘¿Se sentirán los trabajadores lo suficientemente cómodos para regresar, incluso con buenos controles implementados?’” dijo Joseph Allen, profesor asociado de la Escuela de Salud Pública T.H. Chan de Harvard, quien asesora a empresas sobre estrategias contra el COVID-19.
“Hay una ansiedad renovada que quizás había comenzado a disiparse en la primavera, pero que ha vuelto”.
Esa tensión puede lograr que sea más difícil convencer a los trabajadores de regresar a las oficinas.
En Silicon Valley, en California, las empresas de tecnología adoptaron en gran medida la nueva era del trabajo remoto durante la pandemia.
Pero no todas han estado dispuestas a dejar que sus empleados se queden en casa para siempre.
En junio, el director ejecutivo de Apple, Tim Cook, les dijo a los empleados que debían regresar a las oficinas al menos tres días a la semana, a partir de septiembre.
Cerca de 1800 empleados le enviaron a Cook una carta solicitando una estrategia más flexible.
Cook no respondió, pero días después Apple publicó un video interno en el que los ejecutivos de la empresa reafirmaron su compromiso de lograr que los trabajadores regresaran a las oficinas.
En el video, Sumbul Desai, que ayuda a dirigir la división de salud digital de Apple, alentó a los trabajadores a vacunarse, pero no llegó a decir que sería un requisito obligatorio, según una transcripción vista por The New York Times.
El video no les gustó a algunos empleados.
“OK, entonces ¿quieres que arriesgue mi vida para volver a la oficina, lo que además disminuirá mi productividad, y no me das ninguna razón lógica que explique por qué tengo que hacer eso?” dijo Ashley Gjovik, gerente sénior de programa de ingeniería.
Cuando la compañía decidió el lunes retrasar su fecha de regreso a la oficina, un grupo de empleados redactó una nueva carta en la que proponía un programa piloto de un año para que las personas pudieran trabajar desde casa si así lo deseaban.
La carta aseguraba que una encuesta informal a más de 1000 empleados de Apple había revelado que cerca de dos tercios cuestionaría su futuro en la compañía si tuviera que regresar a las oficinas.
El 16 de julio, Wells Fargo les dijo a sus empleados que el 7 de septiembre comenzaría a traer de vuelta a las oficinas a los empleados que en la actualidad trabajan de forma remota.
Pero a diferencia de los bancos que anteriormente llamaron a sus trabajadores a regresar con un tono asertivo sobre una nueva etapa de la pandemia, en el memorando, enviado por el director de operaciones del banco Scott Powell, se percibía un notable grado de cautela.
“La fecha comunicada en este mensaje depende de nuestra suposición de que la pandemia continúe estable o siga mejorando”, escribió Powell.
“Continuaremos monitoreando activamente la situación y cualquier posible cambio, incluyendo variantes nuevas”.
Jack Nicas, Brooks Barnes, Clifford Krauss y Sarah Kessler colaboraron con este reportaje.
c.2021 The New York Times Company
Fuente Clarin