En el mercado asegurador, el fraude -es decir, cuando un asegurado pretende cobrar por un siniestro que no ocurrió- registró un crecimiento durante la pandemia. Para las compañías es muy difícil cuantificarlo sin embargo, las investigaciones que realizan para intentar reducir esas pérdidas económicas llevan a estimar que los “indicios” de este tipo de acciones aumentaron entre 15 y 20% desde que comenzó la pandemia.
Históricamente, una de las acciones más comunes era, por ejemplo, la denuncia del robo de gomas de autos para recambiarlas. O la denuncia de lesiones por supuestos choques. Sin embargo, en los últimos meses, el fraude en los automóviles o las lesiones por choques bajó debido al menor uso de los vehículos y en cambio, crecieron los siniestros de cobertura en el hogar. Es decir, las denuncias vinculadas a robos o roturas de computadoras y electrodomésticos.
“El fraude, en todo sentido y en cualquier industria, es claramente un delito y así está tipificado en el Código Penal. Y en la industria aseguradora tiene un impacto de magnitud porque representa un alto porcentaje de los pagos por siniestros, lo que afecta la solvencia del sistema”, dice Gabriel Bussola, titular de Libra Seguros, una de las compañías fuertes en el rubro de seguros de autos.
Se trata de una industria que mueve unos $55.000 millones al año, según estimaciones del sector. Y aunque se trata de un problema mundial, en la Argentina aproximadamente el 45% de las denuncias de siniestro son falsas o exageradas, una cifra que en otros países oscila entre el 38 y el 40 %, según esa aseguradora.
Según las investigaciones del Grupo Sancor Seguros, entre un 10 y un 15% de los siniestros que paga la compañía, se estima que son fraudulentos. Claro que se trata de “indicios” porque es muy dificil comprobarlos, explica Ruben Leonardini, Gerente de Prevención de Fraudes de esa compañía. Muchas veces se trata de casos muy complicados, porque en la Argentina existen bandas organizadas, de las que participan profesionales de diferentes actividades, que exageran lesiones o mienten en los peritajes, explica el directivo.
Por su parte, Libra Seguros detecta entre 20 y 30 casos de fraude mensuales y destina unos $80 millones al año para siniestros y juicios. Según relevamientos de la firma, de cada 100 intentos de fraude en vehículos, unos 80 corresponden a presuntos robos de autos o motos, 15 a cubiertas y los 5 restantes a sobreestimación en el valor del siniestro.
Aunque también, según la aseguradora, “el fraude aparece en otros tipos de seguros: suelen inventarse daños a electrodomésticos y causales de muerte distintas a las amparadas en las coberturas de personas”, explican en la firma.
Para prevenir el fraude lo que pueden hacer las aseguradoras, según Leonardini, es “implementar un sistema de controles internos para detectar ciertos comportamientos sospechosos. También compartir información entre las compañías e invertir en barreras o soluciones que no entorpezcan el proceso de comercialización”, propone.
Bussola, en cambio, apuesta por la judicialización de los casos. “Si el que intenta un fraude o lo lleva adelante no tiene consecuencia legal alguna, estamos fomentando un camino de enriquecimiento ilícito. Hay que romper con la abulia o liviandad con que se toma la temática del fraude en la industria del seguro. No alcanza con la detección o con lograr el desistimiento, hay que tomar conciencia del impacto económico que provoca y del efecto en la conciencia social que implica mirar para otro lado frente a un delito. La sociedad requiere de fuertes señales en términos de cumplimiento de las leyes”, enfatizó.
Fuente Clarin