Jair Bolsonaro ya no es tan santo de la devoción de los evangélicos de Brasil, cada vez más divididos en relación al presidente ultraderechista por quien votaron masivamente en 2018 y fueron una base de apoyo central en el primer tramo de su gobierno.
“El mensaje de Bolsonaro no es el mensaje de Jesús”, dice a la AFP el pastor, historiador y cantante gospel Kléber Lucas.
Después de meses de encuentros en línea debido la pandemia, Lucas volvió a realizar cultos presenciales en la Iglesia Baptista Soul de Rio Janeiro.
Con barbijos, los fieles llevan las manos al cielo y acompañan con sus palmas las canciones de este pastor, ganador de dos Grammy latinos.
El mensaje de Jesús es “justicia para todos, una mesa compartida, respeto a las diferencias, a las opiniones. Y no el fundamentalismo” que, a su juicio, pregona el presidente de Brasil.
“Hablando con líderes que tenían grandes expectativas en ese discurso de moral cristiana, de reivindicación de los derechos de la familia evangélica, percibí que muchos se arrepintieron de haberlo votado”, sostiene.
Según una encuesta del instituto Ipec publicada a fines de junio, el 59% de los evangélicos dice “no confiar” en el mandatario.
Una marcha de grupos evangélicos en apoyo al presisdente de Brasil, Jair Bolsonaro, en julio de 2020 frente al Congreso en Brasilia. AFP
El porcentaje es inferior al del conjunto de los encuestados (68%), pero sorprende teniendo en cuenta que, según el Instituto Datafolha, el 70% de los evangélicos votaron por Bolsonaro en la segunda vuelta de 2018.
La pérdida de apoyo entre los evangélicos muestra una tendencia que parece profundizarse en los últimos meses en Brasil: la popularidad del mandatario está en su punto más bajo desde que llegó al gobierno.
Los sondeos no son auspiciosos para Bolsonaro, que seguramente buscará su reelección en los comicios previstos de 2022. Pero el ex presidente Luiz Inácio Lula da Silva ahora lo aventaja en las encuestas.
El respaldo al presidente pasó del 30%, en marzo pasado, hasta el 24% en mayo, según un sondeo de Datafolha,
La popularidad del líder de la ultraderecha brasileña fue cayendo en los últimos meses, tras haber alcanzado en diciembre de 2020 el récord del 37%. En mayo, una encuesta de Datafolha mostró que tenía un respaldo del 24%.
Discurso agresivo
“Para muchos evangélicos, incluso conservadores, hubo una radicalización de Bolsonaro ante la pandemia, en su agresividad, su defensa de la violencia, su aprecio por la dictadura“, explica Ronilso Pacheco, investigador en teología de la Universidad de Columbia, en Nueva York.
Jair Bolsonaro con el pastor evangélico Silas Malafaia, durante una ceremonia religiosa en octubre de 2018, poco después de su victoria en una iglesia de Río de Janeiro, días después de las elecciones de octubre de 2018. Foto: EFE
“En algunas cuestiones ultrapasó el límite”, agrega.
En el último censo demográfico, de 2010, el 22,2% de los brasileños se declararon evangélicos, pero encuestas recientes sugieren que actualmente son un 30%, adscritos a iglesias protestantes tradicionales o a movimientos neopentecostales.
Bolsonaro es católico, pero su esposa Michelle es evangélica y él fue bautizado simbólicamente en el río Jordán por un pastor en 2016.
Ese mismo año, Jackson Augusto, de 26 años, se vio confrontado a la hostilidad de los asiduos de la iglesia baptista de Recife (nordeste), que frecuentaban su madre y su abuela, por criticar la destitución de la presidenta de izquierda Dilma Rousseff.
“Empezaron a llamarme comunista. Empecé a ser perseguido por pastores y por otros miembros de la iglesia. En 2018 eso empeoró, me sentí completamente aislado. Me aparté de todos los roles de liderazgo y cuando Bolsonaro ganó, decidí abandonar la iglesia”, cuenta.
Enlas últmas semanas hubo varias protestas contra el presidente Jair Bolsonaro, especialmente por su gestión de la pandemia de covid. Foto: DPA
Críticas de los pastores
Algunos pastores votaron por Bolsonaro para impedir la victoria de la izquierda y no tienen reparos en criticarlo.
“En 2018 voté por Bolsonaro, no por adhesión, sino para que el Partido de los Trabajadores (PT) no volviera al poder”, afirma César Carvalho, pastor de la Comunidad Cristiana Nuevo Día, de Rio de Janeiro.
“Me molesta la forma en que (Bolsonaro) usa la religión para captar fieles y votos con una agenda de costumbres. Es algo caricaturesco. Me recuerda la época en que nos veían como retrógrados, como una masa manipulada al servicio de intereses políticos”, expresa.
Y la duda asoma entre evangélicos que lo votaron por convicción.
“Voté por Bolsonaro en 2018 y no me arrepiento, pero no cumplió todas mis expectativas. A veces creo que es demasiado radical en su forma de hablar”, afirma Danielle Alfonso, de 43 años, quien asiste a la iglesia Baptista Soul de Kléber Lucas.
Para Jacqueline Moraes Teixeira, antropóloga de la Universidad de Sao Paulo (USP), el recelo de algunos evangélicos hacia Bolsonaro apareció desde el inicio de su mandato.
“Muchos creyentes se avergonzaron de su modo de hablar agresivo, con muchas palabrotas. Algunos se opusieron a los decretos para flexibilizar el porte de armas. Para ellos, no se puede ser cristiano y defender las armas”, afirma.
La gestión de la pandemia
Y el agravamiento de la pandemia, que ya dejó más de 550.000 muertos en Brasil, “llevó a muchos fieles a cambiar de opinión”, añade.
“Gran parte del movimiento evangélico está en la base de la pirámide social, y la falta de recursos, el aumento de la pobreza, la distancia entre ricos y pobres les han hecho reflexionar”, afirma César Carvalho.
Pero para Pacheco, aunque el apoyo de la “base evangélica popular experimenta cierta erosión”, Bolsonaro logró “fortalecer sus vínculos con los líderes” de las iglesias más influyentes.
Y por eso nombró este mes para la Corte Suprema a un juez a quien él mismo calificó de “terriblemente evangélico”: André Mendonça, exministro de Justicia y pastor de una iglesia presbiteriana en Brasilia.
Fuente: AFP
CB
Fuente Clarin