El empresario matarife Gabriel López (55) había salido de su casa de Castelar, en su camioneta Jeep Compass, para encontrarse con un cliente en Ituzaingó. Llegó a la zona conocida como “Las cinco esquinas”, pero no encontró lugar para estacionar. Entonces hizo una cuadra más y allí empezó una secuencia de terror que iba a terminar poco más tarde dentro su propiedad, en medio del fuego cruzado entre los ladrones que se lo llevaron cautivo y la Policía.
La historia concluyó, milagrosamente, sin ningún muerto y con cuatro detenidos. Hubo al menos 20 disparos. “No entendía nada, sólo pensaba en que no mataran a mi familia, porque los tiros venían por todos lados“, describió López, a quien golpearon en la cabeza y las manos, por lo que tuvo que hacerse una resonancia magnética y una radiografía para descartar lesiones.
Todo empezó alrededor de las 19.30 del martes en José María Paz y Olavarría. La víctima pensó que iba a convertirse en una víctima más de la inseguridad en territorio bonaerense, que sólo le cruzaban un Volkswagen Vento para llevarse su camioneta. Sin embargo, los delincuentes tenían otros planes.
Las cámaras que muestran la llegada de la Policía a la casa de Castelar donde habían asaltado a un empresario.
“Me pasaron a otro auto, al asiento trasero. Se subió uno de cada lado y me pegaban por todos lados”, relató. “Dame la plata“, le exigieron. “No tengo“, respondió como pudo, asustado pero sin perder nunca la calma.
Lo concreto es que los asaltantes lo obligaron a llevarlos hasta su hogar, a casi 20 cuadras de distancia, adonde estaban su esposa, Silvana Iglesias (54), y su hijo de 24 años.
“Vamos hasta tu casa“, le dijo el delincuente que actuaba con mayor serenidad. “Dame algo de lo que tengas, quedate tranquilo que nos vamos en dos minutos“, agregó.
López no quería volver adonde estaba su familia, pero no tuvo otra opción. “Estoy lleno de golpes en la cabeza, en las manos, por todos lado. Estaban sacados, aunque era gente preparada para lo que estaban haciendo”, expresó. “Vos callate la boca“, le decían y le pegaban apenas intentaba hablarles para tranquilizarlos.
Tres de los detenidos.
Al entrar a la casa, el empresario les dio una suma de dinero, pero los ladrones querían más. Apenas escuchó los gritos de alerta de su madre, el hijo del matrimonio se escondió a un costado de su cama. El delincuente que irrumpió en la habitación no lo vio, pero el perro salchicha de la familia, asustado, se acercó hasta donde estaba y lo puso en evidencia.
Mientras esto sucedía, un vecino llamó al 911 y llegó al lugar la Unidad Táctica de Operaciones Inmediatas (UTOI), un grupo de elite de la Policía bonaerense especializado en este tipo de situaciones.
Los agentes tocaron timbre y los asaltantes se desesperaron. Para entonces, el matrimonio y su hijo estaban tirados boca abajo en el piso. A la mujer también le pegaron en la cabeza con las armas de fuego. “¡No me mires a la cara!”, era una de las advertencias.
“¡Alto, policía!”, gritaron los uniformados, que enseguida derribaron la puerta y los delincuentes se sacaron los barbijos y las gorras visera para intentar hacerse pasar por las víctimas. “¡Al suelo!”, ordenaron los oficiales vestidos con ropa de camuflaje marrón.
Allí fue cuando empezó un tiroteo infernal. “No me preguntes cómo hicieron para no herir a nadie de nosotros. Le decía a mi marido que nunca tuvimos miedo de la Policía. Tuvimos miedo de los chorros, que tenían ganas de tirar, sentíamos que nos mataban“, le dijo a Clarín la esposa del empresario.
Las armas de los delincuentes.
“Estamos entrenados para esto. (Sergio) Berni nos entrenó”, les dirían más tarde los policías, con los cuatro delincuentes esposados, uno de los cuales capturaron a la vuelta, en la calle Navarro al 1100, herido de bala en las dos piernas.
Creen que son de la misma banda que cometió varios hechos similares en la zona, entre ellos el sábado último en Ituzaingó, que tuvo como víctima a Julián Octavio Piccinin (31), empresario de la salud, cuando iba en su Jeep Renegade.
Los detenidos
Los cuatro detenidos fueron identificados como Juan Rodríguez (25), Jonatan Daniel Quintana (32), Eduardo Chávez (36) y Walter Daniel Chávez (29).
El fiscal Fernando Capello (de las UFI 2 y 3 de Morón), los imputó por “privación ilegal de la libertad y robo“. Planea indagarlos en las próximas horas, aunque es usual que en estos casos se nieguen a declarar.
“Fue una locura, algo cinematográfico, nunca pensé que iba a vivir una cosa así. Siento que me estoy despertando de una película de terror“, concluyó el empresario.
EMJ
Fuente Clarin