A todo o nada. Horacio Rodríguez Larreta está convencido de que la campaña bonaerense, en cabeza de Diego Santilli, funciona como una bisagra de su proyecto presidencial 2023 para el que ya dedica más tiempo que el que le ocupa la gestión.
El jefe de Gobierno apeló para eso a su equipo más cercano de colaboradores, movió funcionarios, punteó sus prioridades y reordenó a buena parte de los funcionarios para que se aboquen a la campaña. No solo a la bonaerense: también a la de la Ciudad y a los principales distritos del interior del país.
En las últimas semanas, el equipo de Rodríguez Larreta que dirige Federico Di Benedetto, el responsable de la comunicación oficial, acaparó la estrategia provincial, en línea con Néstor Grindetti, el intendente de Lanús y jefe de la campaña.
Cada vez que Santilli se mueve por la Provincia, tanto en el interior como en el Gran Buenos Aires, lo acompaña alguien del equipo de Di Benedetto, tal vez el funcionario de mayor confianza del jefe de Gobierno. De cara a su proyecto presidencial, el jefe de la Ciudad tiene previsto además volver a incorporar a históricos e íntimos colaboradores y colaboradoras que en los últimos tiempos se alejaron de la gestión.
Antes de que empezara formalmente la campaña y de que fuera formalizado como el precandidato del PRO en tierra bonaerense, a Santilli incluso le acercaron el consejo de asesores externos para colaborar en la estrategia. El caso más resonante fue el de Antoni Gutiérrez Rubí, el consultor catalán reconocido en la gestión, que trabaja para Sergio Massa y que ideó Unidad Ciudadana para Cristina Kirchner en el 2017.
Rubí, que la semana pasada estuvo en el país, conversó una vez con Santilli, explicaron en su entorno a este diario. Le dio su visión de cómo veía el panorama político en la Argentina. E hizo luego un análisis para un grupo de colaboradores del PRO. Fue lo único: después, la campaña quedó cooptada por completo por el larretismo, celoso de los movimientos ajenos.
La elección del ex vicejefe de Gobierno y ex ministro de Seguridad y Justicia -este viernes juró Marcelo D’Alessandro- en la Provincia, motivada por la vuelta de María Eugenia Vidal, confirma además la sociedad política en la que confluyeron ambos después de algunos años de desconfianza mutua. A Rodríguez Larreta, incluso, nunca le terminaron de cerrar algunos dirigentes del riñón de Santilli.
Ahora, el proyecto 2023 del jefe de Gobierno está atado a la suerte del de el precandidato provincial, si es que, como prevén, sale triunfal de la interna con Facundo Manes. La clave para Santilli está en la diferencia que logre sacar en la primera y la tercera sección electoral, el fuerte de los intendentes del PRO. En el interior, el radical espera hacerse más fuerte.
Además de la Provincia, hasta ahora su apuesta más osada, Rodríguez Larreta sigue muy de cerca y puso un pie con sus equipos en la interna de Santa Fe y algunos otros distritos. Y le presta especial atención a la campaña de la Ciudad, su jurisdicción, donde Vidal busca revancha.
Si la interna entre Santilli y Manes obligó a la mesa nacional de Juntos por el Cambio a reunirse de urgencia para tratar de administrar los cortocircuitos entre el PRO y la UCR, la campaña de la Ciudad está atravesada por los tropiezos de los integrantes de la lista y sus exabruptos, como los casos de Fernando Iglesias y Sabrina Ajemechet.
En los próximos días, tienen previsto reunir a la tropa para unificar el discurso. En especial porque la diferencia entre los moderados y los duros todavía se nota. Incluso en las recorridas barriales: hubo, la última semana, votantes más identificados con los discursos de Waldo Wolff, Patricia Bullrich e Iglesias que con los de la ex gobernadora, que le recordaron a Vidal su año y medio de silencio público, y su vuelta a la Ciudad. Pasó, por ejemplo, el fin de semana pasado, en Belgrano. Son los menos. Pero es toda una novedad.
Es que el núcleo duro del PRO todavía no digiere los coletazos de la frustrada postulación de la ex ministra de Seguridad, que en estas horas ventiló una encuesta encargada a su consultora de confianza que la ubica, en términos de imagen, por encima de Vidal. Y le otorga a Ricardo López Murphy una performance que los cerebros de la sede de gobierno de Uspallata nunca imaginaron.
Rodríguez Larreta y sus colaboradores no lo van a reconocer, pero les preocupa. Por eso mandaron a avisarle a Bullrich que la necesitaban con mayor disponibilidad en la campaña porteña. Dicen que también le pidieron lo mismo para la Provincia. La ex ministra no quiere saber nada: prefiere concentrarse en recorrer el país. Tiene la misma ambición que el jefe de Gobierno. Pero sin su estructura, apabullante.
Fuente Clarin