La llamada fue el viernes, a las 18.15. Yesica Rodríguez marcó el número de su esposo y le contó la noticia: “Se están queriendo meter a casa“, alcanzó a decirle. Sergio “Checho” Canteros (33) ya sabía quiénes eran. Los había denunciado en la comisaría y la fiscalía días atrás. Por eso no lo dudó: se subió al auto y emprendió el viaje, junto a su padre. Había ocho kilómetros de distancia entre la ciudad de Mercedes, Corrientes, donde se encontraba, y la zona del predio conocido como “Cruz Gil”, donde vivía.
Según pudo reconstruir Clarín, Sergio y su padre, Milton, de 64 años, comenzaron a ser agredidos por un grupo de hombres vinculado a Ramona Villalba, interventora del santuario que en cada primera semana de enero recibe a más de 200 mil fieles. Ambos murieron.
“Es una señora que hace diez años limpiaba los baños del predio y hoy tiene hoteles, propiedades, camionetas de alta gama“, cuenta Andrés Pintos, un familiar de Sergio.
Sergio Canteros y su padre, Milton. Los dos fueron asesinados frente a un santuario del Gauchito Gil en Mercedes, Corrientes.
“El presidente anterior del predio tuvo que dejar su cargo por un accidente y ella ocupó su lugar a la fuerza. La comisión quedó acéfala. Su gente se maneja como una mafia: andan drogados y armados. No solo manejan todos los puestos ambulantes (se estima que serían entre 50 y 300). Ahora querían ocupar los terrenos del otro lado de la ruta”. Las propiedades pertenecen a la familia de la mujer de Sergio.
Luego de discutir con los atacantes, Sergio -papá de dos nenes- retrocedió hasta la zona de campo, detrás de su comercio y de su casa. Lo amenazaron con cuchillos e intentaron agredirlo, hasta que cayó y no pudo levantarse: recibió unas veinte puñaladas. Murió en el hospital Las Mercedes, una hora después.
A su padre también lo trasladaron al mismo lugar, adonde se encontraba en terapia intensiva hasta que falleció este lunes. Según su familia, tenía entre cinco y siete heridas, todas de arma blanca.
El santuario del Gauchito Gil en Mercedes. Foto JUAN JOSE GARCIA.
Al cuñado de Sergio, además, lo cortaron de una puñalada y tuvieron que darle quince puntos de sutura.
Según fuentes policiales, fueron detenidos tres sospechosos (de 63, 30 y 23 años) en el caso que investiga el fiscal Adrián Casarrubia.
“Hoy morí con él. Mataron a mi compañero. Dejo todo en manos de Dios y la Justicia“, publicó Yesica, de 31 años, en su perfil de Facebook. Y siguió: “Él luchaba para que estas basuras (por los atacantes) que ya se adueñaron de Cruz Gil , quienes ya taparon todo el gaucho, no vengan y hagan lo mismo enfrente de nuestra casa. Por favor necesito que me ayuden para que todos exijamos la limpieza del Gaucho“.
Sergio “Checho” Canteros (33), asesinado por la mafia de los puesteros del Gauchito Gil en un santuario de Mercedes, Corrientes. Foto Facebook
Lo que planteó Yesica es la principal queja de los cientos de miles devotos del Gauchito Gil. Algunos, hasta aseguran que dejaron de viajar a pedir o a agradecerle milagros por el mal estado del santuario.
“Colocaron tantos puestos que ni siquiera podés ver al santo desde la entrada. Lo taparon“, “facturan con las donaciones, las ofrendas y las ventas de productos y no hicieron una sola obra. Te cobran hasta por ir al baño“, son los comentarios más repetidos en los distintos grupos de Facebook de creyentes.
Incluso, comparan al lugar con la feria de La Salada y con una villa. Según los fieles, “al Gaucho no le gusta que hagan negocios con su imagen“. Un grupo de vecinos y creyentes locales hablan de “una caja negra de la política” y denuncian venta de drogas, extorsión y amenazas.
La protesta en la ruta nacional 123, en Mercedes, Corrientes, por el ataque de la mafia de los puesteros que le costó la vida a Sergio Canteros y su padre. Foto Tu Mercedes.
Un movimiento incesante
Si bien los primeros días del año son “la temporada fuerte”, el santuario recibe gente durante todo el año. Hay movimiento cada fin de semana, vísperas de feriados y feriados y los días 8 de cada mes. Algunos puestos permanecen abiertos las 24 horas de los 365 días del año, ya que muchos camioneros se la pasan visitando al Gaucho. En Mercedes viven alrededor de 40 mil personas. Solo durante la primera semana de enero, los fieles quintuplican la población.
La ruta nacional 123 divide al predio del santuario y a una zona de campos y comercios, donde Sergio vivía junto a su mujer y sus dos hijos, de 1 y 7 años. En la parte de adelante de la casa funcionaba un parador gastronómico que tuvieron que cerrar hace cerca de quince meses, ya que los fieles y turistas dejaron de llegar.
Un 7 de enero en el santuario del Gauchito Gil en Mercedes. Foto Télam.
Entonces, Sergio comenzó a trabajar en la casa de repuestos de autos de su suegro. También se dedicaba a la compraventa de autos. Con el parador cerrado, Yesica aprovechó para recibirse de personal trainer.
Familiares, vecinos y puesteros mantienen un corte de ruta desde el sábado a la tarde. Aunque cada sesenta minutos permiten el cruce de los autos que se agrupan sobre la ruta 123.
Además de pedir justicia por el ataque, piden la presencia del gobernador Gustavo Valdés. “Queremos que firme un decreto para nombrar a un nuevo interventor del predio Cruz Gil”, dice Andrés y pide “que se forme una comisión directiva para que los puesteros puedan volver a trabajar con garantías”.
La protesta en la ruta nacional 123, en Mercedes, Corrientes, por el ataque de la mafia de los puesteros que le costó la vida a Sergio Canteros y su padre.
La historia del Gauchito
La historia, o la leyenda, es algo difusa, porque no hay documentación oficial. Se dice que Antonio Mamerto Gil Núñez era un peón rural que vivía en Mercedes. Que participó de la guerra de la Triple Alianza, que robaba a los ricos para repartir entre los pobres, y que cuando fue convocado por los unitarios para pelear contra los federales, desertó del Ejército. Su razón fue no querer derramar sangre de sus semejantes. Esa rebeldía consolidó el respeto que ya tenía de la peonada correntina y el odio del poder local.
Se cree que fue ejecutado por la Policía el 8 de enero de 1878. El que habría sido su ejecutor, se convertiría en su primer devoto. “Con la sangre de un inocente se curará a otro inocente”, le habría dicho segundos antes de su muerte. Al regresar a su casa, su verdugo lo comprobó. Su hijo agonizaba y las palabras que le había dicho el gaucho que debía repetir para salvarlo, se convirtieron en el primer milagro.
Sergio “Checho” Canteros (33), junto a su esposa con una imagen del Gauchito Gil. Foto Facebook
Hace cerca de veinte años que las imágenes del Gauchito comenzaron a aparecer en todos lados. Están en las banderas de los equipos de fútbol, en los monolitos de cada ruta, en las cintitas de miles de autos y muñecas, en los murales de cada barrio.
“No hay forma de frenarlo. Por más que digan que es el santo de los ladrones y hablen mal, cada vez genera más cosas. Es tremendo lo que crece, a pesar de no haber sido reconocido por la Iglesia y no contar con un líder que lo represente”, dijo a Clarín Rubén Alfaro, creador del santuario del Gauchito de Alejandro Korn, al sur del Gran Buenos Aires, quien se hizo fiel luego de curarse de un cáncer.
EMJ
Fuente Clarin