No, es la respuesta a la pregunta (título).
Hay tres señales que básicamente muestran una economia argentina sentada encima de un volcán y por debajo de ella transitan fuerzas subterráneas que buscan salir al exterior.
La primera es que que el 70% de los precios de la economía sube más que el promedio (3% en junio). Los bienes y servicios de la economía que no son regulados por el Estado (luz, agua, gas, salud, transporte, teléfono, correo, educación, cigarrillos) ni los estacionales (frutas, verduras, ropa, turismo) vienen subiendo al 3,7% promedio mensual en los últimos cuatro meses. Es lo que se conoce como inflación núcleo o core (pondera casi el 70% de la canasta). El hecho de que el IPC, que es un promedio de precios que suben y otros que bajan, descienda mientras la inflación núcleo permanece por encima, demuestra que hay una fuerte presión inflacionaria pese a la moderación del IPC por cuarto mes consecutivo. Nobleza obliga en julio el índice core exhibió una caída de 3,6% (junio) a 3,1%.
En segundo lugar, es cierto que se espera una desaceleración leve de la inflación para los meses próximos. Estimaciones del Estudio Broda pronostican 2,8% para agosto, 2,7% para septiembre y 2,6% para octubre (dato que se daría a conocer en noviembre justo antes de las elecciones). “Sin embargo volverá a acelerarse en el arranque de 2022”, sostiene el trabajo de Broda.
La mayor expansión monetaria por el aumento del déficit en los próximos meses y las dificultades de Martín Guzmán para financiarse en un contexto de brecha por encima del 80%, donde nadie quiere deshacerse de sus dólares y de pesos si no pagan tasas más altas, tendrá impacto en la inflación el año que viene por los rezagos.
Tercero, y por último, la desaceleración de la inflación no es sostenible porque el Gobierno (Ministerio de Economía y Banco Central, básicamente) no llevan adelante una política antiinflacionaria articulada y, en el mejor de los casos, critican a los empresarios o argentinos de remarcar en vez de tomar medidas para bajar la brecha cambiaria. “Se trata de un debate que atrasa 50 años, pero que además va en contra de lo pretendido por el Ministro de Economía y su insistencia por ‘coordinar’. Es que la coordinación requiere reglas y disciplina, pero si no es el caso, el resultado es la inestabilidad”, dice un informe de LCG.
Con inflación reprimida, emisión para financiar el déficit fiscal y sin política antiinflacionaria, no hay garantías para pensar que la desaceleración de la inflación es sostenible.
Fuente Clarin