Como un preludio de lo que fue su semana más difícil desde que asumió, el domingo 8 de agosto Alberto Fernández intentó sin éxito evitar la primera fuga de peso que sufrió el Frente de Todos desde su conformación. En la intimidad de la Quinta de Olivos y, ante diversas versiones que había escuchado de sus funcionarios, recibió a Hugo Moyano para semblantearlo y pedirle que su hijo Facundo no dejara la banca en la Cámara de Diputados. Aunque en buenos términos, el encuentro no tuvo un balance positivo para la pretensión del Gobierno y lo que siguió es historia conocida: el referente del sindicato del Peaje presentó su renuncia el jueves y dejó el oficialismo; y, aunque el hecho quedó bajo la sombra del escándalo de la foto, alimenta las especulaciones en torno a los movimientos de su padre, el líder camionero.
Más allá de que en el Congreso estaban al tanto sólo Sergio Massa, que hasta último momento también buscó contener a quien supo ser una suerte de pupilo político, y un puñado de dirigentes con los que tejió un trato cercano (no es el caso del jefe de bloque del FDT, Máximo Kirchner), la decisión de Moyano no causó sorpresa en las altas esferas del Gobierno, donde se muestran en alerta y buscan evitar que siga escalando.
Es que las diferencias van mucho más allá de las críticas que dejó entrever el diputado hacia el rumbo de la gestión en su anuncio vía Twitter, en el que instó a no conformarse “con un país que tiene un índice de pobreza de más del 40 por ciento y una informalidad laboral del 50%” y avisó que va a dar pelea por “pymes, comercios e industrias que generen empleo”.
Incluso, tampoco se pueden delimitar a los cruces que recientemente Moyano padre protagonizó con dos ministros cercanos a Alberto: Matías Kulfas (Desarrollo Productivo) y Claudio Moroni (Trabajo), por los bloqueos que hizo Camioneros a empresas.
Un cúmulo de promesas incumplidas, destratos a lo largo de la gestión y la tensión con el núcleo duro del kirchnerismo confluyeron con este cierre de listas en el que por primera vez el moyanismo no pudo colar dirigentes. “Pedimos 7 lugares en todo el país. ¿Cuántos nos dieron? Cero”, rezongan.
Ni siquiera -remarcan- fue atendido el pedido para que Huguito, el otro hijo -junto a Facundo- que Moyano tuvo con Elvira de los Ángeles Cortés, integrara la lista para legislador bonaerense: “No hubo un reconocimiento acorde a lo que significa Camioneros”, reprochan. Y enumeran que del sector gremial “cobraron” con lugares sólo dirigentes del ultrakirchnerismo: Sergio Palazzo (La Bancaria), la camporista Vanesa Siley (judiciales), Hugo Yasky (docentes) y Walter Correa (cuero). “A ellos los pueden dominar fácil”, cuestionan.
“No había margen, hubo que cumplir con todos y la idea es darles algo en el Ejecutivo”, es la explicación, casi promesa, de un encumbrado funcionario. Es la misma herramienta que habría utilizado el Presidente para ganar tiempo “hasta diciembre” con Moyano, para evitar un quiebre y alguna declaración explosiva que enrarezca todavía más la campaña.
“Facundo hizo su propio camino pero no deja de ser Moyano y por supuesto que no toma una decisión de esta magnitud sin consultarle antes a Hugo”, apunta un dirigente que conoce como pocos la intimidad de la toma de decisiones del clan familiar y que sugiere no apostar a que el camionero se mantenga en silencio. Eso no implica, de todos modos, que vaya a pegar un portazo. Al menos por ahora.
Vale el recuerdo: en diciembre de 2019, un día antes de que asuma Alberto Fernández, Hugo Moyano estalló de furia cuando se enteró que Guillermo López del Punta, a quien impulsaba como ministro de Transporte, había quedado relegado en la consideración del Presidente. Aunque fue de mayor impacto, no fue la primera -y tampoco la última- frustración antes del traspaso: días antes, Facundo había sonado para la Secretaría de Deportes pero la llegada de Matías Lammens a Turismo, el Ministerio que absorbió el área, lo postergó.
Es, con este contexto, donde se multiplican las especulaciones que no cesan aunque en privado Fernández se esfuerce por elogiar y endulzar al que calificó como “dirigente ejemplar”. Como el grueso de la coalición oficialista, Moyano ya tomó nota de que la lapicera la tiene Alberto Fernández pero que la mayoría de veces escribe cosas parecidas a lo que piensa Cristina y quieren en La Cámpora.
La voracidad de la agrupación juvenil y la falta de señales concretas por parte de Alberto fue la síntesis que escucharon interlocutores que trabajan para acercar posiciones. Hay en el horizonte dos elementos que inquietan especialmente al Gobierno: por un lado, el inminente acuerdo de Moyano con el titular de la Unión Ferroviaria, Sergio Sasia, para ir por la Confederación Argentina de Trabajadores del Transporte (CATT) y, por otro lado, que en medio de la escalada inflacionaria, el líder camionero mueva antes y anticipe el pedido de reapertura de paritarias.
En el Gobierno confían en que el vínculo “se va a acomodar” y preparan un operativo seducción para contener a la familia camionera. Un gesto del Presidente se vio el viernes, cuando pese al escándalo por la foto, Fabiola Yáñez mantuvo la actividad solidaria por el Día del Niño en el club Independiente, que había acordado con Jerónimo Moyano, el menor de la familia.
PDL
Fuente Clarin