Por Dario Rosatti
En los países serios, cuándo un presidente miente, hay consecuencias.
Nixon debió renunciar en el marco del Watergate pero no por el espionaje sino por la mentira, a Clinton lo sacaron del juicio político y no cayó tras mentir por un affaire amoroso. Las instituciones fuertes de USA, lo hicieron posible en ambos casos y con resultados diferentes. Argentina no podría sobrellevarlo.
Alberto Fernández intento renunciar tras la aparición de las fotos del cumpleaños de Fabiola. Políticos de la oposición lo impidieron. El Coti Nosiglia, hombre que sabe de política y consecuencias, pasó por la toma de La Tablada siendo ministro, por ejemplo, logró junto a Larreta y otros peronistas cercanos a Fernández, evitarlo. CFK dejó hacer.
Después de las elecciones comienza una nueva etapa donde deberán primar los acuerdos. CFK comparte, pero pretende que el acuerdo pase por “solucionar el desastre que dejo Macri” y se niega a hacerlo por la tempestad sembrada por ella y potenciada por su marioneta.
Los gritos sobre que no pensaba en renunciar y que no lo harían caer, será cuestión del análisis de un Psiquiatra.
Mientras tanto la Provincia de Buenos Aires cayo en el desgobierno y el temor a una derrota lo acrecienta. La Policía se autogobierna y al parecer no lo hace bien. Abundan los pases de factura por internas y caen narcos que terminan favoreciendo a otras bandas.
Berni dibujado.