Por Pablo de León
“Axel es el responsable de la gestión. Y Máximo es el responsable político”. Así definía, tiempo atrás, un colaborador de ambos dirigentes en la provincia de Buenos Aires, el modo en que se complementaban el gobernador y el diputado nacional respecto de la acción política en territorio bonaerense.
Ese modo de funcionamiento entre Axel Kicillof y Máximo Kirchner se plasmó con el primer armado de gabinete bonaerense, donde el economista de la UBA sumó como ministros a personas de su estrecha confianza, la mayoría de procedencia escolar y universitaria afín a su formación. “Es un Gabinete del Nacional Buenos Aires”, definían despectivamente algunos intendentes que veían cómo el gobernador los excluyó de su armado ministerial, sin contar con ninguno de ellos en la gestión. La curtida dirigente Teresa García, ungida como ministra de Gobierno, asomaba como la pata con anclaje político bonaerense, junto al titular de Justicia, el ex intendente de La Plata, Julio Alak.
El tiempo pasó y un hombre clave para Máximo Kirchner se sumó al elenco provincial: Andrés “Cuervo” Larroque, de estrecha confianza del hijo de Cristina Kirchner, se transformó en ministro de Desarrollo de la Comunidad, el ministerio social provincial. Allí reemplazó a Fernanda Raverta, quien marchó hacia la ANSES para reemplazar al despedido Alejandro Vanoli. quien fue eyectado de la administración nacional de Seguridad tras un papelón con el cobro de los jubilados al inicio de la pandemia.
Larroque se transformó así en un interlocutor de los intendentes, quienes manifestaban, en su mayoría, la dificultad de ser escuchados por el gobernador.
Axel Kicillof y Andrés Larroque, hombre de La Cámpora y ministro bonaerense
Pero los alcaldes bonaerenses tienen interlocución directa con Máximo Kirchner y varios de ellos, también con Cristina. Y la derrota electoral en las PASO del pasado 12 de septiembre terminó de colmar a varios.
“Axel se quedó con el gobierno para él y su grupito hace dos años. Hay que meterle política a la gestión provincial”, rezonga un intendente que fomentó los diálogos con los Kirchner para torcer el rumbo.
Así fue que Máximo dejó de ser nomás el articulador político y tomó decisiones directamente vinculadas a la organización de la gestión. Cuando juren los nuevos ministros y ministras, el coordinador de ellos ya no será el conductor del Clío (vehículo con el que Kicillof hizo toda la campaña de 2019 en la Provincia) sino un intendente de la mayor confianza de Máximo.
Carlos “Carli” Bianco dejará la silla principal del Gabinete a Martín Insaurralde. El intendente de Lomas de Zamora no solo ya es un curtido dirigente bonaerense, con dos mandatos en ese populoso municipio, sino que se transformó en un socio político del hijo de Cristina. De Insaurralde fue la idea de que Máximo Kirchner fuera por la conducción del PJ bonaerense, hecho político que resultó traumático pues generó el “amotinamiento” de otro jefe comunal, como es Fernando Gray, de Esteban Echeverría, quien no se rindió y ofreció resistencia para que el jefe de La Cámpora asumiera como jefe pejotista bonaerense.
El aún intendente de Lomas y Sergio Massa son interlocutores políticos de peso e influencia para Máximo Kirchner.
Máximo Kirchner con Martín Insaurralde en Lomas de Zamora.
Insaurralde y otros caciques, como Mariano Cascallares de Almirante Brown, lideraron las charlas para el recambio en el Gabinete provincial. Por eso, Kicillof mantuvo tres reuniones con jefes comunales la semana pasada: tras la derrota, se vio en un encuentro con los de la primera sección electoral, en otro con los de la tercera -la más populosa- y los del interior.
En todos esas citas, Kicillof escuchó el pedido de más acción política llevada adelante con “territorialidad”. Esto es, con músculo político y acción en las calles y menos “laboratorio”. “Menos Excel”, facturan desde el “territorio” al universitario Axel.
Así fue que Máximo monitoreó los cambios en la Provincia en los últimos días, mientras también accionaba en la crisis de Gabinete nacional, de la que participó enrolado junto a su madre Cristina, Wado De Pedro y Sergio Massa. En esos días, habló también con el presidente Alberto Fernández.
Y el jueves, en el Senado cuando Kicillof visitó a Cristina, también hablaron largo el gobernador y el jefe de La Cámpora, justo después de las citas del mandatario provincial con los intendentes de la primera y la tercera.
Restaba solo la charla de Kicillof con Cristina en El Calafate, seis horas de conversación de las que el gobernador se fue con el entendimiento de que ya no tiene todo el crédito para sí solo para la gestión sino que sus movimientos ya tienen que tener la venia definitiva de Máximo y Cristina. Y con la cercanía y el monitoreo diario de los intendentes encaramados en el Gabinete provincial, como son Martín Insaurralde y Leo Nardini, el alcalde de Malvinas Argentinas que asumirá en Infraestructura.
Pero Máximo Kirchner no frena en su grado de influencia y de alcance. Este domingo, en una entrevista con Radio Del Plata, dijo ante Horacio Verbitsky que “el Presupuesto que ha enviado el gobierno se discutirá en el Congreso. Este tipo de cosas hay que debatirlas en los ámbitos correspondientes… Tiene que verse como está la sociedad, no se puede actuar en base simplemente a cuentas matemáticas sino ver como se impacta en la realidad cotidiana”.
En medio de tanto tembladeral político para el Frente de Todos, Máximo no se olvidó de enviarle un mensaje a Martín Guzmán, el autor del Presupuesto nacional que debe debatirse en breve, en el Congreso Nacional. Donde Máximo es el jefe de bloque de la fuerza gobernante y determinará muchas de los cambios que el krichnerismo le hará a la ley macro que la administración económica de Alberto Fernández necesita para la gestión.
Fuente Clarin