Por Miguel Wiñazki
Hay gobiernos sitiados por la mafia y hay otros asociados a la mafia. Sería conveniente resolver esos enigmas, por ejemplo, en el caso de Mario Ishii, el intendente de José C. Paz que acaba de profetizar aplaudido por el presidente de la Nación y por el gobernador de la Provincia de Buenos Aires que un día el pueblo se va a levantar contra los medios.
Su admonición, amenazantemente campechana, no puede sino asociarse con aquella otra en la que se incriminó a sí mismo, cuando contó, rodeado de celulares que lo filmaban, que él protege a los ambulancieros que “venden falopa”.
¿Por qué los protege?
¿Hasta dónde llega el narcotráfico en José C. Paz?
¿Quién o quienes lo manejan?
Los enigmas se amplían cuando se analiza la historia y el mapa del crimen organizado por todo el Gran Buenos Aires.
Hay ejemplos escalofriantes y arquetípicos. Por ejemplo el asesinato de Pedro Tomás “Lauchón Viale” que investigaba el tráfico de drogas a gran escala en diversos feudos conurbanos, José C. Paz incluido. Se ha afirmado a la vez y en defensa de los policías que lo liquidaron que el propio Viale no solo investigaba, sino que habría estado a la vez involucrado en el sistema delictual. Lo acribillaron efectivos de la Bonaerense el 9 de julio de 2013.
El fiscal Alberto Nisman había sido invitado ese mismo día, el 9 de julio de 2013, a exponer ante la Cámara de los Representantes de los Estados Unidos sobre acciones destinadas “a fomentar, patrocinar y cometer actos terroristas” por parte de células pro iraníes en América Latina.
Instancias judiciales superiores de la Argentina le negaron a Nisman la autorización para asistir al evento.
Hay expedientes que refieren la posibilidad de que hubieran existido otros blancos, otras personas en la mira de los acribilladores.
El bajo mundo no ahorra muertos ni intrigas inquietantes cuando decide esconder sus más graves trapisondas.
La camorra argentina se expande conjuntamente con la pobreza y con el crimen.
Y con el mercado negro de las armas.
No es una ola que crece sola. Los mafiosos la alimentan cada día. Y la impunidad la fertiliza.
Las actuaciones ante la justicia en derredor de Ishii no lo han incriminado.
Las más altas autoridades celebraron.
No son los medios los culpables de ninguna de esas oscuridades irresueltas.
¿El presidente y el gobernador que aplaudían a Ishii ignoran los arduos avatares que subyacen detrás del capitanejo eterno de José C. Paz?
La telaraña del narcotráfico extiende redes alucinadas y reales a la vez: hay un punto crucial para el flujo del tránsito liberado de sustancias prohibidas y ultra lucrativas que brota desde la Triple Frontera entre Argentina Paraguay y Brasil, en la que Hezbollah no está en absoluto ausente, que a la vez se toca con el Comando Vermelho, que opera en Brasil, desde luego, pero también en el norte de Paraguay y que se conjuga con los pro iraníes del sur. Y por esas puertas abiertas con Bolivia que no se cerraron por pandemia.
Buena parte de la mercancía baja por el Paraná, la hidrovía como vía regia, con Los Monos en el medio, desde donde se abre en abanico hacia el exterior, por vía marítima, y hacia el interior del conurbano blindado por el caudillaje que vende ideología popular justiciera por una parte, y que por otra parte, deja hacer al narcomenudeo, que intoxica a miles, ya alejados de la escolaridad y de la vida cívica en general.
Dicho sea de paso, el fiscal Alberto Nisman no ignoraba las maniobras financieras de Hezbollah en el país.
Pero ya no está vivo para detallarlas públicamente.
Ahora, un nuevo gabinete gestiona al país. Ni Manzur ignora la magnitud del narcotráfico en Tucumán ni Aníbal Fernández la magnitud del narcotráfico en Buenos Aires y en el país todo.
¿Accionaran en esta transición contra ese entramado que avanza e intoxica en todos los sentidos a la sociedad cada vez menos inmune a tantos venenos que la enferman progresivamente?
Leonardo Peiti, uno de los monarcas sin corona del juego clandestino en Santa Fe, declaró como arrepentido ante la justicia que pagó coimas de 250 mil dólares a senadores provinciales.
¿Sitiados por la mafia o asociados con la mafia?
El inframundo del hampa argentino no está ajeno a la baja política.
Un empresario describe el circuito del dinero en el insoslayable libro sobre la Mafia, Gomorra, del italiano Roberto Saviano “La economía tiene un arriba y un abajo. Nosotros entramos por abajo, y salimos por arriba”.
Abajo en la zona clandestina se concreta el negocio, los sobornos, la determinación geográfica de las zonas liberadas.
Como brotando de alcantarillas pero transfigurados, los delincuentes se trajean, visitan a los jerarcas, estrechan manos ante el relampagueo de los flashes, toman champagne y apoyan a sus candidatos preferidos, los más permeables. Varios practican a veces una caridad expuesta y propagandizada aunque encubridora de sus fechorías.
Abajo está la verdad, y arriba la ficción kitsch, “glamorosa”.
De pronto, a veces, lo que está abajo queda alumbrado, visible, descubierto por los medios, o por los jueces honestos. Y entonces somos mas libres.
Pero pareciera que las luces son menos potentes que las sombras que se esparcen en el país de las sombras largas.
La clandestinidad oprime desde abajo y se encubre desde arriba.
Pero nada se encubre para siempre ¿O sí?
Fuente Clarin