Por René Gómez Mnazano
LA HABANA, Cuba. ─ En su “cafecito informativo” del pasado jueves, la colega Yoani Sánchez abordó un tema actual e importante: el de la participación de jóvenes en los más recientes empeños opositores. Unos pocos sectarios sienten cierta desconfianza hacia esos modernos incorporados, alerta la bloguera. Pero ello, explica, se debe al régimen “reaccionario”, que ha logrado inocularnos “la suspicacia hacia el recién llegado”.
El motivo del comentario hecho por la directora del diario digital 14ymedio fue la solicitud presentada a las autoridades provinciales y municipales para efectuar una manifestación pacífica en el Prado habanero el próximo 20 de noviembre. Hasta el momento de escribir estas líneas, la iniciativa ha encontrado ecos en escritos similares elaborados en Holguín y Santa Clara. Cabe esperar que otras ciudades también se sumen.
Ante todo, debo señalar mi plena conformidad con la tesis central que esboza la amiga Yoani. Por supuesto que resulta imposible reclamarle un “pedigrí de lucha” a una persona que apenas rebasa los 25 años. Creo que se trata, en puridad, de lo mismo que escribí en mi trabajo Contra la represión en Cuba, publicado aquí el 23 de julio.
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Entonces, al reclamar “solidaridad con todos los reprimidos” y refiriéndome al poco tiempo que varios de ellos llevaban en las filas opositoras, mencionaba de modo especial a “algunos de menor antigüedad (¡pues su juventud no les permitía otra cosa!) como los artistas Maykel Osorbo, coautor del tema Patria y vida; y Luis Manuel Otero Alcántara”.
Sería una locura objetar la incorporación de jóvenes a las filas opositoras. Pero esto, que es una gran verdad, no necesariamente es aplicable al nuevo método de lucha anunciado ahora en las tres capitales provinciales arriba mencionadas. Es cierto que el anuncio, con dos meses de antelación, de los desfiles previstos para el venidero 20 de noviembre presenta algunos aspectos positivos para quienes los convocan. Entre estos resulta posible mencionar el cumplimiento de una formalidad que prevén las leyes en los países democráticos; también un adelanto del carácter pacífico que los convocantes desean para el evento al que citan. Pero creo que seríamos desleales si omitiéramos señalar las ventajas que ese anuncio ofrece también para la incansable represión castrista.
Desde luego que, al estar anunciados de antemano el lugar y la fecha del evento, ello facilita el trabajo de los “segurosos” y sus innumerables apapipios. También la explicitación de las identidades de quienes hacen el llamado permitirá que esos mismos represores les impidan a esos compatriotas acudir al sitio de la convocatoria, mediante el simple expediente de encarcelarlos la víspera.
Creo que fue precisamente el “factor sorpresa” lo que permitió el admirable éxito y la indudable trascendencia que han tenido y tienen los sucesos del 11 de julio y días subsiguientes. El alzamiento espontáneo de esas fechas demostró hasta qué grado los cubanos estamos hartos de comunismo y de todo lo que se le parezca. No importan las falsedades sobre imaginarias “órdenes de Estados Unidos” que esgrime al respecto la mentirosa propaganda gobiernista.
En ese contexto, despiertan mis serias dudas las afirmaciones hechas por algunos al reclamar para sí el mérito de haber convocado la valiente protesta pionera en la villa de San Antonio de los Baños (que para mí seguirá siendo habanera, aunque el castrismo diga que es artemiseña). ¿Acaso múltiples movimientos opositores no han hecho —¡y a lo largo de decenios!— llamados a manifestaciones pacíficas que han sido abortadas siempre por el régimen! Me parece más lógico confiar en la espontaneidad.
Pero la desastrosa situación actual en Cuba ofrece una indudable desventaja para los continuistas: la catástrofe nacional ha alcanzado tal magnitud que el régimen se queda sin medios; cualquier decisión que tome implica una pérdida para sus intereses. Es lo que está pasando ahora con el equipo juvenil de pelota: si viajan, jugadores talentosos abandonan las filas; si optan por no enviarlo, las autoridades cubanas, con su no participación en la competencia, demuestran aún más su inutilidad.
Lo mismo sucede con lo anunciado para el 20 de noviembre. Si reprimen (que es lo previsible), quedarán aún más desprestigiados ante la comunidad internacional como resultado inevitable de la brutalidad represiva. Si no lo hacen, crearán involuntariamente las condiciones para que los cubanos que se lancen a protestar sean no decenas de miles (como ocurrió el 11 de julio en todo el Archipiélago), sino muchos más.
En cualquier caso, debemos prestar atención también a lo que nos plantea Luis Cino en un artículo publicado este viernes en este mismo diario digital. En ese escrito, nuestro colega reclama solidaridad hacia el talentoso actor y dramaturgo Yunior García Aguilera, a quien, con toda lógica, considera amenazado por una publicación que acaba de dedicarle la página segurosa Razones de Cuba.
Don Luis alude a un trabajo colgado en ese portal, obra de Marco Velázquez Cristo, a quien califica de “linchador mediático”. En el paroxismo del envilecimiento, y fiel a las mejores tradiciones de la KGB, la Stasi y el G2, la ciberclaria le enrostra al artista su “indiferencia” ante la existencia de unos nebulosos “legítimos anhelos de sus seres queridos”. Tras mencionar el milagro, Velázquez silencia al santo, y plantea que obra de ese modo por “la ética que nos enseñó Fidel”. ¡Que Dios nos coja confesados!
Sí, disculpen que me repita, pero es cierto que todos los perseguidos merecen nuestra solidaridad. Tanto jóvenes presos como Otero Alcántara y Osorbo, como los aún libres como García Aguilera. Al igual que otros menos jóvenes, cual es el caso de José Daniel Ferrer, desaparecido desde hace semanas, y Félix Navarro, quien acaba de concluir una huelga de hambre de un mes, que en el caso de un hombre anciano, diabético y convaleciente de la COVID-19 como él, resulta aún más heroica.
Fuente Cubanet.org