Por Guido Carelli Lynch
Las tensiones siguen. Cómo fue el regreso de la vicepresidenta a la Rosada después de 10 meses y de la derrota en las PASO y el cambio de Gabinete.
Trescientos ocho días, unas PASO, una diatriba en forma de carta y seis ministros después; Cristina Kirchner volvió a la Casa Rosada. La última vez había sido durante el velorio de Diego Maradona. Como el resto de las contadas veces que visitó Balcarce a 50 desde el 10 de diciembre de 2019, eligió el despacho de Eduardo “Wado” de Pedro para amenizar la espera. Llegó a las 17.45 en medio de un movimiento de personal de seguridad más robusto que el que sigue al mandatario. El ministro del Interior sigue siendo su principal delegado en el Gabinete y fue también el primero en presentar su dimisión para esperar el anuncio. “Ya está en la casa”, publicaron en la cuenta informal de Twitter de los voceros del ministro camporista sin que fuera necesario a quién se referían.
En la previa del acto en el que el Presidente rompió el silencio después de una semana, Alberto Fernández y la vicepresidenta se reencontraron minutos antes del evento en la antesala del despacho presidencial para bajar juntos en ascensor al Museo del Bicentenario, en el subsuelo de la Casa de Gobierno. No hubo una charla extensa a solas ni antes ni después del acto. Cristina Kirchner prefirió detenerse otra vez casi 30 minutos en el despacho de De Pedro, que jugaba con su hijo. También tuvo tiempo para tomarse fotos con una enfermera del ministerio y trabajadores de diferentes áreas de la Rosada antes de salir sonriente dos horas después de que había ingresado.
En el escenario, se sentó a la izquierda del mandatario y el jefe de Gabinete Juan Manzur, a la derecha; en una disposición casi metafórica del Frente de Todos. Los tres se tomaron juntos una foto junto a Julián Domínguez, el único orador además del Presidente. Fernández de Kirchner no dijo una palabra. Ya había dicho todo lo que tenía que decir hace exactamente dos semanas en la carta pública que sacudió las entrañas del Ejecutivo.
Cristina Kirchner saluda a una enfermera.
“No hace falta que todos pensemos igual (…) Terminemos con el desencuentro, que todos digamos sí para avanzar. La pandemia algo nos tiene que haber enseñado. Quiero que dejemos de lado a los cultores del no se puede”, señaló el Presidente que pasó buena parte de la tarde repasando su discurso. “Fue 100% Alberto”, celebraron los funcionarios que le siguen los pasos a Fernández.
Sus palabras y sus guiños al sector empresario y al agro retoman la línea de cercanía que el Presidente suspendió después del 9 de julio de 2020, cuando se desató la primera interna en el oficialismo luego de que la vice objetara los guiños a la Unión Industrial y al opositor y entonces “amigo” Horacio Rodríguez Larreta. Al terminar el acto, el Presidente se abrazó con Domínguez y se saludó con la vice, que le marcó un detalle de su discurso. Ambos saludaron a Hugo Moyano. La vice le envió saludos a la familia. Héctor Daer, en cambio, saludó a Fernández.
Los colaboradores del Presidente sostienen que la voluntad de escucha de Fernández va más allá de los encuentros con vecinos y trabajadores que ensaya desde el viernes pasado y que este jueves lo llevaron a Punta Lara.
Los guiños para el sector privado por ahora no fueron suficientes. Los referentes de la Mesa de Enlace pegaron el faltazo, aunque participaron vía zoom.
El oficialismo intentó escenificar una vuelta de página de su peor crisis. En la primera fila De Pedro se sentó junto al canciller Santiago Cafiero, el alter ego de Fernández que fue desplazado de la jefatura de Gabinete. Ambos habían sido los responsables de negociar el cambio del elenco de ministros en la casa del jefe de asesores del mandatario, Juan Manuel Olmos, quien por estas horas continúa recibiendo el fuego amigo del kirchnerismo. En la Rosada defienden al dirigente del PJ porteño y aseguran que tiene diálogo con la vicepresidenta. “Fue uno de los que le aconsejó al Presidente que no rompiera”, insisten.
Julián Domínguez, Cristina Kirchner, Juan Manzur y Alberto Fernández, este jueves en Casa Rosada.
Otra de las que levantó la voz hace 15 días en el despacho que entonces ocupaba Cafiero en la misma sintonía fue la secretaria Legal y Técnica Vilma Ibarra. Curiosamente, el marco del anuncio y el acto quedó en manos del secretario de Asuntos Estratégico y presidente del Consejo Económico y Social Gustavo Beliz, quien le aconsejó de manera vehemente al Presidente que rompiera con su socia política. Juan Pablo Biondi, al que la vicepresidenta acusó formalmente de operar en su contra, ya no forma más parte del staff presidencial, pero sigue visitando a Fernández, tal como reveló Clarín.
La puesta en escena del acto varió: en la previa se pensó en una gran mesa cuadrada con los presentes que proyectaba más proximidad que el estrado finalmente elegido. El jefe de Gabinete coincidió de manera virtual con el gobernador en ejercicio de Tucumán y adversario político, Osvaldo Jaldo. Todo sea por la unidad.
Sergio Massa, en cambio, estuvo ausente. Prefirió tuitear las bondades del nuevo proyecto de ley. Sí escucharon en directo las palabras de Fernández, entre otros ministros, Matías Kulfas (Desarrollo Productivo); Claudio Moroni (Trabajo) y Martín Guzmán (Economía); los tres funcionarios del ala económica que el cristinismo objeta.
Máximo Kirchner no fue de la partida. Días atrás juntó a su tropa propia y, luego de una catarsis grupal, pidió cerrar filas para acompañar la suerte del Frente de Todos. Así será, al menos, hasta el 14 de noviembre.
Fuente Clarin