Boris Johnson y el jefe de la oposición Keir Starmer depositaron flores en el lugar del ataque (Foto AFP)
La conmoción generada en el Reino Unido por el reciente asesinato del diputado conservador David Amess, apuñalado por un hombre “potencialmente inspirado por el extremismo islamita” cuando participaba en un encuentro con sus votantes en una iglesia del sur de Ingleterra, puso en primer plano la seguridad de los parlamentarios, quienes comenzaron a evaluar un nuevo formato de trabajo.
El ataque de esta semana contra Amess, durante un encuentro con electores en una iglesia metodista en la pequeña Leigh-on-Sea, 60 kilómetros al este de Londres, ocurrió cinco años después del asesinato de la diputada laborista Jo Cox, perpetrado por un simpatizante neonazi.
El agresor de Amess, un hombre de 25 años fue detenido de inmediato en el lugar.
La policía calificó el asesinato de acto terrorista e indicó que los primeros elementos de la investigación “revelan una motivación potencialmente vinculada al extremismo islamista”.
Medios británicos apuntan que el hombre sería un británico de origen somalí. La policía cree que el agresor actuó solo. Dos viviendas fueron registradas en Londres.
El diputado conservador David Amess fue apuñalado en una iglesia metodista a 60 kilómetros de Londres (Foto AFP)
La muerte de Amess, diputado desde hace casi 40 años, firme defensor del Brexit y alabado por su gentileza por parlamentarios de todos los partidos, conmocionó al Reino Unido.
En señal de unidad, este sábado por la mañana el primer ministro, Boris Johnson, y el jefe del partido de oposición laborista Keir Starmer, depositaron juntos coronas de flores en el lugar del ataque, reportó la agencia AFP.
Los asesinatos de Ammes y Cox plantean interrogantes sobre los dispositivos de seguridad en torno a los diputados, en especial cuando estos están en contacto con el público en sus circunscripciones.
“No podemos dejarnos intimidar por un individuo”, declaró este sábado en Leigh-on-Sea la ministra del Interior Priti Patel, quien subrayó la importancia para los diputados de “continuar ejerciendo sus funciones”. Pero algunos parlamentarios prefieren adaptar sus interacciones con el público como medida de seguridad.
Por ejemplo, el diputado laborista Chris Bryant sugirió en un articulo en el diario The Guardian que los diputados se reúnan con sus administrados “previa cita”.
“No queremos vivir en fortalezas. Pero no quiero perder a otro colega por muerte violenta”, explicó.
El diputado conservador Tobias Ellwood, quien intentó salvar la vida del policía Keith Palmer, apuñalado cerca del parlamento en un ataque reivindicado en 2017 por el grupo Estado islámico (EI), recomendó en Twitter suspender las reuniones presenciales entre diputados y sus electores.
Las cifras de la policía muestran un aumento de los actos de delincuencia contra los parlamentarios. En 2019, Scotland Yard evocó un incremento del 126% entre 2017 y 2018, y del 90% en los cuatro primeros meses de 2019.
Numerosos representantes políticos han explicado haber sido objeto de amenazas de muerte en el contexto de los ásperos e interminables debates sobre el Brexit.
En 2010, el diputado laborista Stephen Timms fue herido con un puñal por una mujer tras haber votado a favor de la intervención británica en la guerra de Irak.
Y diez años antes, el asistente del diputado liberaldemócrata Nigel Jones murió durante un ataque con sable en un encuentro con electores en Cheltenham, en el oeste de Inglaterra. El agresor era un hombre con problemas de salud mental.
El presidente de la Cámara de los comunes, Lindsay Hoyle, se declaró dispuesto a “examinar la seguridad de los diputados así como todas las medidas a tomar”. Subrayó que el asesinato de David Amess “conmociona a toda la comunidad parlamentaria y a todo el país”.
Fuente Telam