Por Jorge Lanata
En el gobierno hay contradicciones hasta por el Día de la Lealtad. La única coincidencia: todos creen que pierden.
La parálisis y las contradicciones internas del gobierno explican el fracaso para organizar el acto del Día de la Lealtad. Alberto quería llevar a cabo una convocatoria partidaria y presentar un plan quinquenal de viviendas. Las patas en la fuente y el remedo del primer plan quinquenal de Perón entre 1947 y 1951, eco, a la vez,de los planes quinquenales de Stalin en la Union Soviética (Pjatiletnije plany razvitiya narodnogo khozyaystva SSSR).
El martes, la Casa Rosada difundió la cita y el miércoles se bajó. El jueves se dijo que solo habría un anuncio del plan quinquenal sin movilización mientras el kirchnerismo duro pedía manifestarse y las Madres convocaron a una marcha con Hebe de Bonafini como oradora.
Todo terminó con unas carta pública del presidente invitando a “movilizar en todas las plazas del país” sin patas, sin fuente y sin rusos en lo que llamo el “Día de la Familia”. “Que los músicos lleven su música -dijo- los poetas sus poemas, los protagonistas de la lucha sus recuerdos”.
Uno de los problemas de cualquier acto es la foto de familia en el escenario. En este nadie sabe quién sale y quién queda afuera. La CGT por su parte viene planificando un acto del 17 para el lunes 18. Es evidente que ni los feriados ni los sindicalistas respetan las fechas. Y sus problemas no son distintos a los de Alberto: finalmente no habrá discurso y darán a conocer un comunicado.
Unidos por el espanto, Alberto y Cristina intentaron sellar la paz hasta el 14 de noviembre, pero nada es seguro.
“¡Y Alberto se apareció en la reunión de gabinete!”, dijo con tono indignado ante Clarín un dirigente muy cercano a Cristina.
“¿Y cómo no va a ir? Es el Presidente…”.
Si en el oficialismo ven a Alberto como una piedra en el zapato ¿Cómo van a transcurrir los próximos dos años?
El Negro Manzur intenta alargar el favorable efecto “novedad”: fue a ver a Cafierito y le avisó de su viaje a Estados Unidos. Se buscan inversores y una foto de Alberto con Biden. A la vez, Manzur funciona como un manto protector para Martincito (así le dice) Guzmán. Cristina, por su lado, cree que Martincito juega más para el Fondo que para la Argentina.
No todas las reglas se rompieron. La de “el que saca no pone” continúa vigente: es la que rige los cambios de funcionarios.
Paula Español era resistida por el Presidente y por el flamante ministro de Agricultura, Julián Dominguez. La representante de Kicillof trabajaba la liberación del cepo a la exportación de carne. Quien “puso” fue Cristina: a Roberto Feletti, ex vice ministro de economía de Amado Boudou, quien ya se está probando el traje de Guzmán. Obviamente, por una cuestión de estatura, le queda corto.
Feletti es, también, un hombre de La Matanza, lo que significa,un hombre de Manzur-Espinosa. Al grupo matancero se suman Silvina Gvirtz -ex secretaria de Ciencia, Tecnología y Políticas Educativas de La Matanza- hoy como segunda en el Ministerio de Educación, y Débora Giorgi, ex funcionaria de Cris y secretaria de producción de La Matanza, ahora en el equipo de la secretaría de Comercio. Feletti llegó y, sin consultar a nadie, congeló 1.200 precios hasta enero.
Que sí, que no, que bueno fue la designación de Gabriela Cerruti como portavoz, mientras el gobierno sigue escaldado por la amenaza vergonzante de Aníbal Fernandez a Nik. Manzur por su parte puso en la Secretaría de Medios a Valeria Zapesochny. Valeria maneja la pauta (la chica justa en el sitio justo) y ocupa la oficina que fue de Pancho Meritello en el CCK.
Tiene un vecino conflictivo: Tristán Bauer, ministro de Cultura que reniega de que Medios les ocupe espacio y dejó de pagarles el servicio de limpieza. Bauer, además, mantiene una batalla con Luis Puenzo, secretario del INCAA y está concentrando el grueso del presupuesto del sector audiovisual.
El que agradece a Dios cada mañana es Cafierito: salió de la zona de misiles y está en Sorrento, Nápoles, en una reunión por el G20. Allí fue a visitar a Antonio Cafiero, un homónimo de su abuelo, famoso heladero local.
Después de la derrota, Cristina intervino el gabinete del Niño de Oro en la Provincia, pero eso no alcanzó para ordenarlo.
Martín Insaurralde, socio de Máximo, es el interventor y no se lleva bien con Axel. Bianco, el dueño del Clio, quedó corrido a jefe de asesores e intenta montar una estructura paralela. Insaurralde -y todos los intendentes en verdad- odia a Berni,y sobrevuela la sombra del Sheriff Granados o Mariano Cascallares -intendente de Almirante Brown- para reemplazarlo.
En una discusión con Máximo… ¿Berni lo agarró del cogote?
Berni niega el cogote pero no la discusión, ni el tono elevado ni el motivo: fue en ocasión del reparto de las listas. Ahora dice que se va del Frente de Todos porque es un “cachivache”. En algo están todos de acuerdo, ya en Provincia como en la Nación: creen que pierden.
Sergio Massa está activando una convocatoria a la oposición para el día después. Sería a través del Congreso y el Consejo Económico y Social que encabeza Gustavo Béliz (ya Béliz como Juan Manuel Olmos, ambos hombres de Alberto, están mal vistos por el cristinismo).
Massa tiene una agenda de diez puntos básicos a largo plazo sin ninguno de los temas urticantes como reforma judicial, Ministerio Público o vacante en la Corte.
En el Frente de Todos las palabras de Larreta en IDEA alimentaron la posibilidad de un entendimiento. Allí HRL se movió como un presidenciable y consideró indispensable para gobernar “un consenso con el 70% del sistema político”. No aclaró cuál es el 30% que queda afuera.
Fuente Clarin