En agosto de 2009, a poco de haber dejado su cargo como jefe de Gabinete de Cristina Kirchner, Alberto Fernández denunció que el gobierno de Cristina Kirchner lo espiaba y que tomó represalias contra personas cercanas a él sobre la base de información obtenida en forma ilegal.
El hoy presidente dijo en esos días que la separación del cargo que tenía en Papel Prensa y las remociones de Marcela Losardo de la Secretaría de Justicia y de Nicolás Trotta de una subsecretaría de la Jefatura de Gabinete habían sido una reacción oficial a la reunión reservada que él había mantenido con el entonces vicepresidente Julio Cobos.
Según Fernández, el Gobierno se enteró de ese encuentro por medio de una intercepción ilegal de su teléfono celular. “Ocurrió algo muy sintomático. Objetivamente, hubo una andanada de gente echada, vinculada conmigo; personas que convoqué al Gobierno. Todo eso ocurrió cuando intercambié una serie de mensajes con Cobos para tomar un café”, dijo el jefe de Estado en diálogo con Radio Mitre.
Lo curioso es que, tanto Cristina como otros funcionarios de su gobierno, decidieron mantener el más sospechoso silencio entonces.
En esos días, Alberto habló también sobre el espionaje K a la prensa y dejó una frase de enorme gravedad: “Cuando me enteré, en 2005, de que a un grupo de periodistas le habían pinchado los e-mails , me comuniqué con ellos y tomé cartas en el asunto. Hablé con Daniel Santoro y con Ernesto Tenembaum”.
Ahora, el recuerdo de esos días se vuelve incómodo para el kirchnerismo. Pero es parte de su pasado inevitable.
Fuente Mendoza Today