Moscú procura expandir su influencia ante lo que percibe como un momento de debilidad de Washington para condicionar el orden mundial; seis puntos claves
MOSCÚ.- Luego de la conversación por la crisis en Ucrania entre el presidente estadounidense, Joe Biden, y su par ruso, Vladimir Putin, los funcionarios rusos profundizaron el tono: culparon a la OTAN por el conflicto, denostaron a Ucrania calificándolo de Estado títere de Occidente y descartaron el retiro de las fuerzas rusas agolpadas cerca de la frontera con Ucrania.
Todo sugiere que, aun en el caso de que Putin acate las advertencias de Biden, las actuales tensiones en la región se parecerán mucho a las tensiones futuras, con tropas rusas reunidas a lo largo de la frontera con Ucrania y todo lo que eso conlleva, como la incesante amenaza de ataques inminentes.
Aquí presentamos seis formas en que Rusia ve a Ucrania. Todas implican un obstáculo para una pronta solución del conflicto.
Una oportunidad de corregir el final de la Guerra Fría
El principal objetivo de Putin como presidente es volver a construir un Estado autoritario fuerte en Rusia, proyectando su poder en Medio Oriente, África y, sobre todo, en exestados soviéticos, su autodenominada “esfera de influencia”.
Eso incluye a Ucrania. Irritado por la revolución de 2014 en ese país, que derrocó a un gobierno prorruso para darle paso a uno más inclinado hacia Occidente, Putin anexó rápidamente la región ucraniana de Crimea y apoyó a los separatistas del este de Ucrania en un conflicto que aún no ha cesado y que ya se ha cobrado casi 14.000 vidas.
Eso hizo que Ucrania se volcara aún más hacia Occidente. Según una encuesta de principios de este mes realizada por la agencia ucraniana Rating Group, el 72% de los ucranianos considera a Rusia como un poder hostil.
Putin ahora estima que su tarea crucial es volver a tener a Ucrania bajo su égida.
“George, usted no entiende que Ucrania ni siquiera es un Estado”
Putin formuló ese comentario al presidente George W. Bush en una cumbre de la OTAN en 2008 en Bucarest, Rumania, cuando Bush tenía la esperanza de que Ucrania y Georgia se incorporaran a la OTAN. Si Ucrania decidía sumarse a la OTAN, Putin amenazó con alentar la secesión en Crimea y en el este de Ucrania, y advirtió que el país dejaría de “existir como Estado”.
En un tratado sobre Ucrania de 5000 palabras publicado en julio, Putin escribió que “la verdadera soberanía de Ucrania solo es posible en asociación con Rusia”.
Nikolai Patrushev, secretario del Consejo de Seguridad de Rusia, calificó a Ucrania de “protectorado” y agregó un comentario agorero: “Existe la posibilidad de que las tensiones en Ucrania estallen con tanta fuerza que millones de ucranianos tendrán que huir para buscar refugio en otros lugares”.
Y Maxim Suchkov, director de estudios internacionales en el Instituto Estatal de Relaciones Internacionales de Moscú, dijo que las actuales relaciones entre Estados Unidos y Rusia están “a una crisis del colapso”.
El colchón de seguridad de Rusia
Hace mucho tiempo que Rusia busca un colchón de seguridad integrado por vecinos a los que pueda manejar, y a los que considera como su legítima “esfera de influencia”.
Los esfuerzos occidentales para vender armas o tejer alianzas diplomáticas y militares en la zona que Rusia considera como su esfera de influencia son vistos como una intrusión.
“Entre dos huesos tiene que haber un tejido en el medio”, dice Vladislav Surkov, un exasesor de Putin que estuvo a cargo de Ucrania, en referencia a Rusia y la OTAN. Y agrega: “el peso geopolítico de ambos disolverá a Ucrania”.
Hasta que eso suceda, Surkov predice una lucha incesante por Ucrania: “Tal vez se disminuya, o tal vez se encienda, pero va a seguir, es inevitable”.
En 2014, después de anexar Crimea, Putin convocó a una nueva conferencia de Yalta, en referencia al acuerdo del final de la Segunda Guerra Mundial, cuando los líderes aliados se repartieron el mundo en esferas de influencia. Los funcionarios rusos siguen mencionándolo como una forma de evitar una nueva guerra.
En el escenario ideal de Rusia, un acuerdo geopolítico haría que Ucrania vuelva a formar parte de su esfera de influencia, o al menos forzaría a Kiev a aceptar la neutralidad.
“Una sola Rusia”
Después del largo ensayo escrito por Putin este año ensalzando la “unidad histórica” de Rusia y Ucrania como “un solo pueblo”, el presidente ucraniano, Volodímir Zelenski respondió que las relaciones fraternales de Putin “se parecen más a Caín y Abel”.
Putin suele hablar de “una sola Rusia” en referencia a Rusia, Ucrania y Bielorrusia. En 2009, sostuvo que “nadie debería entremeterse en las relaciones entre nosotros. Siempre fueron un asunto propio de Rusia”.
Ese punto de vista subraya los antepasados comunes compartidos por Rusia, Ucrania y Bielorrusia en el estado medieval de la Rus de Kiev. La postura de Putin según la cual Occidente dividió a esos hermanos eslavos estrechamente unidos ofende a muchos ucranianos porque consideran que subestima las dos revoluciones postsoviéticas en el país (2004-2005 y 2014) contra el dominio ruso.
Moscú retrata a los hablantes de ruso en Ucrania como personas que necesitan su protección y ya expidió más de 500.000 pasaportes a residentes de las dos regiones separatistas del este de Ucrania que integran la cuenca del Donbass. En septiembre, miles de ellos fueron enviados en ómnibus a Rusia para votar en las elecciones parlamentarias.
Además, los pasaportes ofrecen el pretexto para una intervención militar orientada a “defender” a los ciudadanos rusos.
En enero, en una conferencia en la ciudad separatista ucraniana de Donetsk titulada “Donbass ruso”, Margarita Simonián, una destacada propagandista del Kremlin y redactora en jefe del canal de televisión internacional RT, dijo que la mayoría de los residentes de Donbass querían “formar parte de nuestra gran madre patria”.
“Tenemos la responsabilidad de cuidarlos. Madre Rusia, trae a Donbass de vuelta a casa”, imploró Simonián.
“Exportar el caos” para solucionar los problemas en casa
Una pesadilla rusa: Ucrania como una democracia fuerte, estable y orientada a Occidente, sin lugar para la corrupción, con una sólida sociedad civil y elecciones limpias.
Una democracia libre y floreciente a la vuelta de la esquina podría inspirar a los rusos a cuestionar su propio sistema, donde una persona puede terminar en prisión por un retuit, una pancarta, por ejercer el periodismo o por un sketch.
Por eso los conductores de televisión ridiculizan a Ucrania y la pintan como un estado decadente, dividido y fuertemente influido por los nazis.
“Exportar el caos no es nada nuevo” escribió Surkov el mes pasado en un artículo en el sitio web a favor del Kremlin llamado Aktualnye Kommentarii y presentó la anexión de Crimea como “un ejemplo brillante” de cómo unir al país. “Dividir es sinónimo de caos.”
Ecos de la historia imperial rusa
Iván III, el protagonista del reinado más largo de la historia de Rusia, era conocido como “el unificador de las tierras rusas” por haber cuadruplicado el territorio ruso durante su reinado de 65 años que concluyó a principios del siglo XVI.
Rusia perdió su imperio soviético hace 30 años y logró salir de su debilidad de la década de 1990, “pero la mentalidad occidental no cambió ni un ápice”, sostiene Fyodor Lukyanov, analista de la política exterior rusa.
Ucrania ocupa un lugar preponderante en esa ecuación. Moscú piensa que es hora de abandonar la idea de que “los países pueden elegir sus alianzas como si fuera un asunto que solo les compete a ellos y a nadie más, lo cual nunca formó parte de la geopolítica tradicional”, escribió Lukyanov en el sitio web Russian Global Affairs. “Ese enfoque ya no funciona.”
Ahora Rusia ve la oportunidad de expandir su influencia, ya que cree que Estados Unidos está en decadencia como fuerza para condicionar el orden mundial.
“Rusia se expandirá no porque sea buena o mala, sino porque así funcionan las leyes de la física”, escribió Surkov.
Por Robyn Dixon
The Washington Post