
Periodista: Cierran el año en el nuevo teatro del Complejo Teatral de Buenos Aires en Mataderos y la semana que viene en el Tasso. ¿Cómo fue el regreso tras la pandemia?
Alejandro Viola: Desde que se pudo volver en noviembre del año pasado hicimos funciones, primero algo chiquito con la pianista en la terraza del Picadero, luego el Tasso, Argentina Florece, inauguramos el nuevo teatro de Mataderos, que fue una fiesta, hasta se bailó. Y por eso nos volvieron a llamar y cómo no aceptar un teatro que fue recuperado por vecinos y la lucha que significó. Tiene un precioso escenario y buen sonido. Desde que en septiembre se subió el aforo a 100% sentimos que empezamos a respirar un poco. Los primeros recitales con poco público no eran viables económicamente pero lo hicimos para volver, pusimos el hombro. Con el aforo reducido los teatros enormes tuvieron que aguantar. El público tenía ganas de volver pero para nosotros era la necesidad de trabajar. En pandemia la mayoría tuvimos ayuda familiar, los ahorros no aguantaban tanto tiempo. Y no tenemos una discográfica que nos banque. Si no trabajamos, no entra dinero. El 2020 fue el año de la lucha por la supervivencia.
P.: En la era de las NFT, con plataformas para invertir, son cada vez menos los músicos que están ligados a las discográficas.
A.V.: Soy grande, no entiendo mucho de plataformas pero intento aggiornarme. Hicimos streaming el año pasado pero fue para estar, no somos Abel Pintos o Valeria Lynch que venden entradas para que el público los vea en TV. Ellos llenan el Opera, nosotros somos una banda que trabajamos todo el tiempo y hacemos shows todas las semanas, también eventos privados, pero eso también estuvo frenado. Nos inventamos trabajo y mientras tanto grabamos temas. Además del show de hoy en el teatro, lanzamos en Spotify un nuevo tema, ¨Porque soy un romántico¨, con mi personaje que es el último romántico que queda en el planeta. Ya no se habla de romanticismo.
P.: ¿Qué público se acerca a sus boleros, merengues, sones, chachachás y cumbias? ¿Cómo contrasta ese sonido con la música actual dominada por el regeton y el trap?
A.V.: Tenemos un estilo y un público que nos sigue y nos quiere. Pero también viene gente joven para compartir con sus padres un espectáculo que une generaciones, porque son ritmos latinos variados, con una puesta teatral. Mi personaje relata, habla del amor, hay música de películas y así se hilvana el espectáculo.
P.: ¿Cómo logró conservar el grupo durante más de 30 años?
A.V.: Cuando empezamos en los 90 era un juego. Queríamos tocar en todos los lugares under, el Parakultural, Cemento, Ave Porco, El dorado, todo eso lo hicimos, después vino La trastienda. Yo quería ser actor y continué rearmando la banda, tuvimos la suerte de viajar dos veces a España, hicimos función para Amnesty en Roma, esos fueron puntos muy altos. Ganamos premios Gardel con el disco y con algunos de los integrantes estamos hace 25 años, nos vimos crecer. Hemos resistido a crisis, hemos estudiado, pensamos por dónde ir, nos hemos dado aliento. En algún momento uno pierde la esperanza pero siempre agradezco a la banda porque tocan mucho, cuidan el detalle, estamos en la misma frecuencia.
P.: ¿Cómo ve el momento de las artes escénicas? ¿Hay público para ver tanta oferta acumulada?
A.V.: Además de Los amados escribí la obra ¨Monte Chingolo”, sobre un caso resonante en Lanús en el año 75, durante los últimos meses del gobierno de Isabel. Sobre una célula de izquierda del ERP y un enfrentamiento muy fuerte, es una herida abierta. Hicimos dos temporadas en el Patio de Actores pero entendimos que hay que hacerla girar, entonces vamos por centros culturales y la provincia de Buenos Aires porque pretender hacer temporada en un teatro ya no funciona. Hay que llevar la obra donde quieran verla. Hay que rever entre dueños de salas y compañías cómo hacer las temporadas. Hay público de teatro y la mayoría de las salas están llenas de obras, pero a veces hay tanta oferta que el público no alcanza.