
Por supuesto McCartney aparece en una escena de archivo del film, pero los que sostienen la narración celebrando el genio de Brian son varios artistas como Bruce Springsteen, Elton John y el director de orquesta venezolano Gustavo Dudamel, que quizá sea quien sabe definir mejor las cualidades de su música.
“Long Promised Road” no es el típico rockumental con actuación en vivo y entrevistas. Fiel a su titulo, es una road movie en la que Brian Wilson y su amigo, el editor de Rolling Stone, Jason Fine, viajan en auto por los sitios más importantes en la vida del Beach Boy, es decir todos aparentemente encantadores pero que esconden los más oscuros fantasmas en la vida del protagonista.
Wilson nunca fue precisamente un gran hablador, por lo que el film es un desafío para Brent Wilson (no pariente de Brian) que documentó grandes momentos en la vida de muchas estrellas de rock e incluso de Bill Clinton, pero que asegura que este es su gran trabajo, ya que en teoría era una misión imposible. La estrategia de hacer que Fine lo conduzca por el camino de su vida rinde, y Brian Wilson habla con una libertad, pero siempre con cara de susto y mirando por el rabillo del ojo algún monstruoso alien imaginario, y revelando como si nada historias de andanzas drogonas (en una de las cuales el relato pasa a Elton John, que obviamente estuvo por ahí) y en forma más dramática y hasta espeluznante las pérdidas de sus hermanos, y los 9 años “preso con el psiquiatra”, donde el relato se pone tremendo. Pero siempre la música, y la evidencia de la sanación sonora de Wilson en “At my piano” una joyita donde Wilson, sin ánimo de virtuoso ni pretensión alguna, repasa sus mejores canciones, hits o no hits, en una veta armoniosa y feliz como la que finalmente siempre fue la que transmitió su obra más allá de sus fantasmas interiores.