Por Beto Valdez
El relato kirchnerista de los DDHH instalado a fuerza de publicidad y adoctrinamiento en las escuelas públicas, ha sufrido este año fuertes derrotas. El ingreso de Victoria Villarruel, Nahuel Sotelo y Guillermo Castello como legisladores. El impacto del libro “La estafa de los desaparecidos”.
El kirchnerismo logró instalar la década anterior su pensamiento único sobre los sucesos trágicos ocurridos durante la década del 70, mediante publicidad y adoctrinamiento maniqueo en la educación pública. Transformó como verdad revelada un pensamiento único sobre “los jóvenes idealistas” a través de una fuerte y sospechosa alianza con los organizamos de derechos humanos, especialmente con las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo.
Toda esa movida que se inició en 2003 con un manejo arbitrario de los recursos del Estado, empezó a perder su influencia hegemónica desde su nueva llegada al poder de la mano de Alberto Fernández y este año sufrieron varias derrotas en la batalla cultural con aquellos que venían combatiendo ese relato en soledad. Esa resistencia logró avances significativos en la opinión pública y varios fueron legitimados con los votos.
Una de las peores noticias que recibieron los apologistas de “la única verdad” fue el ingreso a la Cámara de Diputados de Victoria Villaruel, presidenta del Centro de Estudios Legales sobre el Terrorismo y sus Víctimas (Celtyv) que viene reclamando justicia por “las víctimas militares y civiles” del accionar de las organizaciones terroristas en los años 70. La diputada también le acercó muchos votos a Javier Milei, una de las grandes revelaciones del proceso electoral de este año.
Su desembarco en el Congreso fue una derrota política de muchos que venían bregando en la estrategia de “invisibilizar” a las víctimas de la guerrilla. Probablemente, el mayor derrotado haya sido Horacio Verbitsky, quien fuera oficial de inteligencia de Montoneros y fue erigido por los K en un símbolo del “pensamiento único”. Encima su polémica figura se vio muy desprestigiada por haberse aprovechado del Vacunatorio VIP gracias a sus vínculos estrechos con el oficialismo.
En cuestión de avance electoral esta contraofensiva también logró que dos referentes ingresen a la Cámara de Diputados de la provincia de Buenos Aires. Nahuel Sotelo consiguió su banca por la populosa Tercera Sección Electoral representando al espacio político de José Luis Espert. El legislador tiene 26 años y no tiene ningún prejuicio en admitir que es de derecha y conservador. Y a los 23 años presentó su libro “Cartas de los ‘70” (el dolor de la otra parte)”, involucrándose en el revisionismo de esa década y el rol de las organizaciones terroristas.
El otro diputado provincial electo es el marplatense Guillermo Castello, quien ya fuera legislador por la Coalición Cívica hasta 2019 y fue el único que se animó a votar en 2017 contra de la Ley que obliga a incorporar en todas las publicaciones, ediciones gráficas y/o audiovisuales de los tres poderes del Estado provincial, y en los actos públicos del Gobierno, la expresión “30.000 desaparecidos” cuando “se haga referencia al accionar genocida en nuestro país, durante el 24 de marzo de 1976 al 9 de diciembre de 1983”. Promulgada sin chistar por María Eugenia Vidal.
La discusión en el bloque de Cambiemos fue fuerte, pero igual Castello quedó solo. Sin embargo, asegura que algunos le decían “sotto voce” que estaban de acuerdo con él, pero luego no quisieron acompañarlo. “Lo que falla es el tema de la corrección política. Nadie se anima a ir contra la corriente. No hay posibilidad de poner una pausa, de criticar, de debatir. Vienen estas olas y los diputados, y los políticos argentinos en general, están muy pendientes de eso”, dijo en su momento el diputado rebelde que ahora fue premiado por los electores para volver a la Legislatura.
Otra de las derrotas culturales para el relato kirchnerista de los DD.HH. fue la amplia repercusión que ha generado la publicación del libro “La estafa de los desaparecidos”. Su autor, el escritor y periodista José D’Angelo, escribió también “Mentirás tus muertos”, refuta el mito de los 30.000 desaparecidos y desbarata el relato oficial sobre los años setenta. Además, indaga en historias de supuestas víctimas de la última dictadura militar y la falta de transparencia en el pago de indemnizaciones. El libro anda muy bien en ventas y motivó una denuncia que se encuentra en el Juzgado Federal N°4 a cargo de Ariel Lijo. Se percibe un cambio de paradigma que incomoda a quienes se beneficiaron de una tragedia manipulada.
Fuente MDZ