Las cafetería de los centros de mayores son parte de su atractivo. Y, en muchas ocasiones, refugio para quienes no tienen en casa compañía, ni calefacción en invierno. Proporcionaban comidas –y en ocasiones, uno de los platos era directamente la cena– a precios muy económicos. Pero cerraron al inicio de la pandemia y aún no han reabierto.
«Estamos preparando la licitación de los nuevos contratos, pero hay que ver cuál es la demanda que vamos a tener», explica el gerente de la AMAS. Según relata Miranda, cuando los centros de mayores cerraron en marzo de 2020, muchos de los contratos de las cafeterías decayeron. En verano comenzaron a trabajar en la licitación de los nuevos contratos, pero hay otro factor a tener en cuenta: «No sabemos cuál es la demanda a la que nos enfrentamos». De hecho, avanza que «hay que establecer nuevos contratos, con la demanda estimada» porque «la afluencia está siendo baja aún». Los socios, más de 400.000 inscritos, «están volviendo de forma gradual, y algunos vuelven con miedo».
Está de acuerdo en que las cafeterías son, entre los servicios que se ofrecen en estos centros -como las actividades, pero también peluquería o podología-, uno de los más demandados. Por eso asiente: «Tienen que volver, y cuanto antes». Pero no baja la guardia porque «por ahora, tenerlas cerradas nos está permitiendo una vuelta mucho más segura». Recuerda que en la cafetería «es el momento en que se baja la mascarilla», y eso puede ser «muy complicado». Aunque se especuló con la posibilidad de reabrirlas tras el verano pasado, en un momento en que la situación epidemiológica estaba bastante controlada, con la perspectiva que da el tiempo, reflexiona que hubiera sido peligroso mantenerlas abiertas ahora, con la cepa Ómicron en plena explosión. Opina que «no pasa nada por ir despacio; mejor empezar con las actividades lúdicas».
Fuente ABC