«Una batalla campal en un polvorín». Así definen algunos funcionarios lo ocurrido la tarde del 30 de diciembre en la cárcel de Estremera (Madrid VII), durante un enfrentamiento entre dos clanes rivales, supuestamente, en un ajuste de cuentas por el control de la droga y los teléfonos móviles (que, como es lógico, son elementos prohibidos) que hay en el interior. El suceso acabó, según la asociación de empleados de prisiones Tu Abandono Me Puede Matar (TAMPM), con cuatro trabajadores heridos y varios internos lesionados. Fuentes penitenciarias afirmaron que el origen del suceso no está claro y mostraron sus dudas sobre que fuese por lo expuesto por TAMPM, con todas las reservas. Porque el caso ha sido elevado al juez de Vigilancia Penitenciaria, para que calibre qué ilícitos se han podido cometer por parte de los presos. A siete de ellos se les ha aplicado el artículo 75.1 del Reglamento Penitenciario, que se traduce en el aislamiento. Ocurrió, explica el sindicato, sobre las cinco de la tarde, cuando los reclusos del módulo 6 («uno de los más conflictivos») bajaron de las celdas al centro de día. Entonces, saltó la espita entre los dos grupos enfrentados (hablan de 50 o 60 reos) y la emprendieron a golpes. «Hubo cuchilladas con pinchos carcelarios, volaron las sillas de plástico e incluso utilizaron latas de refresco llenas metidas en calcetines, a modo de hondas, para atacar», añaden las mismas fuentes. Cuatro trabajadores heridos
Se trata, al menos uno de los grupos, de delincuentes españoles dedicados al narcotráfico. «La pelea se saldó con siete internos trasladados al departamento de máxima seguridad, ya saturado, y varios atendidos con cortes», además, añaden, de cuatro funcionarios lesionados; de ellos, destaca el caso de una mujer que fue «volteada y golpeada contra el suelo cuando reducía a uno de los promotores de la reyerta». Los funcionarios consultados hablan de que todo se debió «a un ajuste de cuentas», precisaron a ABC. Fueron atendidos por los servicios sanitarios de Estremera, «que, desde hace un largo tiempo y por falta de médicos en la plantilla, no contaban con ningún facultativo de servicio cuando se produjeron los hechos». Fuentes penitenciarias precisan que sí había un médico de guardia, pero que el personal de enfermería bastó para las curas y que nadie necesitó traslado hospitalario. En TAMPM señalan que fueron «únicamente la intervención del personal del centro y la rápida presencia de los jefes de servicio de la unidad» las que atajaron la grave trifulca, evitando «que llegara a tener un resultado más trágico». Estas fuentes sindicales
reclaman elementos de protección, como «chalecos anticorte» y grilletes «como mecanismos de retención y control de las personas alteradas». Además, exigen «un protocolo real eficaz ante situaciones en las que median armas blancas», pues consideran que se exponen los funcionarios a situaciones de extrema gravedad «sin tener la condición de agentes de la autoridad». Falta de personal
Asimismo, indican el «importante déficit de personal y medios necesarios y el impacto de la sexta ola de Covid, por lo que se deben cubrir bajas y suspender vacaciones». Desde la coordinación general de TAMPM, hacen hincapié en que «Estremera es una cárcel con presos muy peligrosos, en la que los funcionarios están de paso, son muy jóvenes y el personal es novel»: «Es una prisión abandonada». Fuentes penitenciarias hablan de que en la pelea participaron solo los siete aislados (cuatro de una facción y tres de la otra). Primero intervinieron dos funcionarios, que luego pidieron refuerzos. Los trabajadores se incautaron de un palo de escoba roto y de un punzón carcelario.
Fuente ABC