Por Raúl J. Pérez Rodríguez-Especial Total News Agency-TNA-
“La Trinidad de la Inteligencia como organización, proceso y producto la convierte en una disciplina fundamental para afrontar las nuevas realidades propias de la era de la información y del conocimiento”.
A lo largo y ancho de su historia y de acuerdo con la apreciación de varios autores, la humanidad a discurrido a través de varias épocas o “eras” caracterizadas por los modos y medios de producción; entre estos autores destaca Alvin Toffler, quien en muchas de sus obras publicadas diserta sobre la existencia de tres eras: agraria, industrial y del conocimiento: “En la actualidad, el alineamiento de las civilizaciones del mundo es diferente. La humanidad se dirige cada vez más deprisa hacia una estructura de poder totalmente distinta que creará un mundo dividido no en dos sino en tres civilizaciones tajantemente separadas, en contraste y competencia: la primera, simbolizada por la azada, la segunda por la cadena de montaje y la tercera por el ordenador”.
Vivimos en una época de transición entre la era industrial y la era del conocimiento, donde los tiempos confusos, llenos de incertidumbre y cambios, y hasta a veces de caos son sus características principales. Las organizaciones que logren el éxito serán aquellas que conduzcan a sus sectores a través de estas condiciones. Aunque la tendencia es que la era del conocimiento triunfará, siempre quedarán vestigios de las eras industrial y agraria.
Mientras algunas partes del mundo dependerán de la informática, otras permanecerán en los tiempos industriales o agrarios, y otras permanecerán entre las dos. Aún dentro de las mismas naciones podrán surgir rastros de las tres “eras” a la vez. Este mundo se caracteriza por la variedad, la ambigüedad y alto grado de complejidad e incertidumbre. Será deber de las organizaciones adaptarse para garantizar la continuidad de sus actividades y negocios.
La Inteligencia, de acuerdo a opiniones y aportes esgrimidos por sus principales teóricos, destacando Shermant Kent con su visión de la Inteligencia como componente de la Seguridad Nacional pero adaptable y extrapolable a todo tipo de organizaciones e instituciones, establecen que la inteligencia se puede asociar, estudiar o analizar en torno a tres perspectivas: el producto obtenido de la transformación de la información en inteligencia; la organización que realiza esta actividad y el proceso a través del cual se realiza.
Estas tres perspectivas conforman la Trinidad de la Inteligencia como disciplina.
La inteligencia como producto es el conocimiento que se obtiene al tratar los datos y la información dentro de un proceso intelectual que los transforma en tipologías documentales específicas como informes, notas, memorándums, entre otros…, resultado del trabajo de los analistas de inteligencia.
La inteligencia como organización comprende las estructuras, instituciones, organismos, unidades y departamentos que realizan las actividades de transformar la información en inteligencia, generalmente siguiendo conceptos asociados a la teoría organizativa y a las normas regulatorias y marcos normativos del ordenamiento jurídico de cada Estado.
La inteligencia como proceso se refiere a los medios y procedimientos empleados para identificar las necesidades de información, obtención, análisis y distribución del conocimiento (producto) entre los usuarios; normalmente se basa en el ciclo de inteligencia, el cual es un proceso compuesto por diversas fases o etapas y que sirve como referencia teórica para ilustrar la producción de inteligencia.
Una disciplina disruptiva es aquella que contribuye a generar un cambio o una adaptación muy importante o determinante dentro de una organización, siendo algo que no se había previsto como tal y cuya aplicación resulta en la solución de un problema.
En un mundo caracterizado y descrito por las siglas en inglés VUCA (volatilidad, incertidumbre, complejidad y ambigüedad) complementadas por el acrónimo BANI (fragilidad, ansiedad, no linealidad e incomprensibilidad), la inteligencia emerge como una opción metodológica y procedimental para enfrentar con cierto grado de éxito todas estas características que amenazan y afectan la gestión y continuidad de las organizaciones y de los negocios, dado a que la incertidumbre y todas las sensaciones asociadas a ella son el escenario donde la inteligencia, como disciplina, actúa a cabalidad.
La inteligencia cuenta con tres características que la potencian como disciplina metodológica y que combinadas con las tres perspectivas que abarcan su enfoque y su vocación interdisciplinaria, más su actuación transversal dentro de las organizaciones, le confieren un sentido disruptivo orientado a optimizar la eficiencia productiva organizacional en un mundo VUCA – BANI.
Estas tres características son, primero que la inteligencia explora la incertidumbre, si no existe incertidumbre, no hay inteligencia; en segundo lugar, la inteligencia trabaja siempre en apoyo al proceso de toma de decisiones, si no hay decisiones que tomar, entonces no hay inteligencia que producir; tercero, la inteligencia siempre busca ofrecer una ventaja competitiva al usuario, cliente o decisor, por lo que su difusión es reservada y compartimentada, restringiendo su conocimiento y uso a lo que interesa a cada cliente o usuario final en específico.
La interrelación de estas tres características con las tres perspectivas o dimensiones que abarca la inteligencia como producto, organización y proceso, le proporcionan un hálito integral y transversal que abarca todas las funciones de la organización en un rol potenciador de actividades y procesos sobre la base del análisis de información interna (inteligencia de negocios – cuantitativa) y del entorno (inteligencia competitiva – cualitativa), contribuyendo con conocimiento producido a la toma de decisiones locales – departamentales y globales – directivas.
La Inteligencia de Negocios (Business Intelligence) es definida por el equipo de Inteligencia Económica del Centro Nacional de Inteligencia (CNI) de España como la actividad que “tiene como objetivo poner en valor los datos generados por la propia actividad interna y rudimentaria de la empresa o los que ésta pueda llegar a recoger de manera automática.” Es una inteligencia hacia dentro basada en el análisis de grandes cantidades de datos alfanuméricos y que tiene en el software su principal herramienta de trabajo.
El equipo económico del CNI también define a la Inteligencia Competitiva, como “una herramienta de gestión o práctica empresarial que consiste en un proceso sistemático, estructurado, legal y ético por el que se recoge y analiza información que, una vez convertida en inteligencia, se difunde a los responsables de la decisión para facilitar la misma, de forma que se mejora la competitividad de la empresa, su poder de influencia y su capacidad de defender sus activos materiales e inmateriales”.
La integración de estos conceptos, características y perspectivas cualifican a la Inteligencia como una disciplina sui generis e innovadora en el campo organizacional – corporativo, orientada a producir conocimiento en escenarios caracterizados por la incertidumbre y la ambigüedad, cuya adopción y práctica constituiría una verdadera disrupción metodológica, procedimental y determinante en el modo de gestionar las organizaciones en la Era del Conocimiento.