Por Matías Moreno
El conflicto por las reelecciones indefinidas evidenció las diferencias entre el jefe porteño y la diputada nacional; el choque de intereses, sus ambiciones y el caso “Gestapo”
La cumbre se concretó a fines de diciembre en Uspallata. Ese día María Eugenia Vidal irrumpió en las oficinas porteñas escoltada por sus principales laderos: Federico Salvai y Cristian Ritondo. El anfitrión, Horacio Rodríguez Larreta, aguardaba a su socia más cercana junto a Diego Santilli y Federico Di Benedetto, figura ascendente en la mesa chica del alcalde. El legislador vidalista Emmanuel Ferrario, virtual número dos de Larreta, oficiaba como mediador. La tensión atravesó el ambiente cuando Vidal le anticipó a Larreta que iría a fondo para impedir la reforma de la ley que puso fin a las reelecciones indefinidas en Buenos Aires. Esa jugada, que dividió aguas en Juntos por el Cambio, activó un conflicto entre las tribus que responden al alcalde y a la exgobernadora en el distrito. Por primera vez, Larreta y Vidal, la sociedad política más consolidada de Pro, evidenciaron sus diferencias.
“Somos lo mismo”, suele decir el jefe porteño cada vez que se produce un cortocircuito con la exmandataria bonaerense. Las tensiones entre ambos ya habían sobrevolado la última campaña electoral. Pero resurgieron hace dos semanas cuando se activó la negociación entre referentes de JxC en Buenos Aires con el kirchnerismo por la modificación de la ley que impulsó Vidal en 2016 para limitar a dos mandatos consecutivos la reelección de los jefes municipales. Es que mientras Larreta y Santilli, su delfín, avalaban con sigilo la jugada de los intendentes de Pro para reformar la normativa y conseguir la chance de pelear por un nuevo mandato, Vidal reclamaba en público terminar con los “privilegios de la política”. Incluso, intentó persuadir a los legisladores que hasta hace poco integraban su tropa, como Fabián Perechodnik, exsecretario general de la provincia.
Frente al conflicto, el jefe porteño y Santilli, que fijó su postura con un tuit cuando la ley ya se había votado, buscaron hacer equilibrio con una mirada pragmática. Entendían que el error de la reglamentación de la ley había que generado un problema y dejaba un resquicio para que los intendentes sortearan la prohibición. La pulseada generó pases de factura entre los alfiles del vidalismo y el larretismo que conviven en el distrito. Cerca de la exgobernadora reconocen que el debate por las reelecciones exhibió una diferencia clara entre Larreta y su socia. “El silencio de Horacio dice algo. Si bien la lectura básica es que María Eugenia perdió la votación, vemos que a mediano y largo plazo esto será todo ganancia para ella”, remarca uno de los interlocutores habituales de Vidal.
Quienes integran el círculo de confianza de la diputada remarcan que Vidal “no se podía quedar callada” ante el intento de reformar una ley que representó una de las banderas de su gestión. “Conservó su capital y tomó distancia del sistema político. Ahí hay una diferencia con Horacio”, resalta uno de los armadores de la legisladora.
Larreta cobijó a Vidal en la Capital tras la convulsionada salida de la exgobernadora de la provincia. Apostó por ella como cabeza de lista y resistió los embates de Macri y los “halcones”, que clamaban por poner al frente de la nómina a Patricia Bullrich. Tras su desembarco en el distrito, Vidal no ocultó su incomodidad con la estrategia proselitista del alcalde. Y, consumado el triunfo electoral, la exgobernadora dejó trascender sus ambiciones: no solo envía señales de autonomía con Larreta, sino que también avisa que recorrerá el país durante el 2022, en un intento de fortalecer al Pro a nivel nacional y tejer su proyecto presidencial. “Tienen una amistad, pero no es empleada de Horacio y no depende de él”, dicen en el entorno de la exgobernadora.IRONÍAS Y URGENCIAS EN UN PAÍS INESTABLE Y DEVALUADO
Hay alfiles de Vidal que están convencidos de que la exgobernadora debe tener su propio perfil y mantener presencia en todas las provincias por si el plan de presidencial de Larreta se manca. “Si ella mide mejor que Horacio en muchas provincias, ¿por qué no va a armar?”, advierte uno de los dirigentes más cercanos a la diputada. Es más, en Pro hay quienes sospechan que Ritondo forzará una postulación presidencial de Vidal para negociar un eventual apoyo de Larreta a su candidatura a gobernador bonaerense. Está claro que en Buenos Aires el alcalde apuesta por Santilli.
Allegados a la exgobernadora niegan que Vidal haya lanzado su proyecto presidencial en la cena de fin de año que reunió a su tropa en Costanera Sur. Quienes la conocen repiten que nunca enfrentaría a Larreta. “Si Horacio es candidato, no va a interferir”, avisan. Pero advierten que si la postulación de Larreta se trunca, Vidal está dispuesta a competir en una PASO con “cualquiera”, incluso con Macri. Admiten que pelear por la sucesión de Larreta sería una opción (“Horacio quiere que la reemplace”), pero también la imaginan integrando una fórmula presidencial con un radical.
Nadie en el larretismo ni en el vidalismo visualiza una ruptura entre el alcalde y la exgobernadora. “Nunca la van a poder enfrentar con Larreta, ni siquiera pudo Macri cuando era presidente”, comenta un colaborador de Vidal. A Larreta, avezado en neutralizar contrincantes, no le molesta que Vidal teja su propio proyecto presidencial. Es más, se jacta de haber integrado a laderos de su socia a la Ciudad como muestra de confianza. El caso más paradigmático es Ferrario, vice de la Legislatura porteña, primero en la línea sucesoria del trono porteño. “Si tuviera diferencias graves con ella, no se suicida”, dicen en la cúpula de la Ciudad. Larreta coincide con su socia en la necesidad de revalorizar al Pro para llegar a las PASO de 2023 con el candidato más competitivo. Se imagina midiendo fuerzas con la UCR. A quienes aspiran a competir por su sucesión, desde Martín Lousteau o Jorge Macri, promete garantizarles reglas claras para la interna.
Larreta incorporará a más radicales y vidalistas a su Gabinete –Gustavo Ferrari rechazó la propuesta hace unos meses- para ampliar su base y fidelizar el vínculo con Vidal y Lousteau. Esa política de incorporaciones le genera disgustos: Juan Sebastián De Stéfano, exespía de la AFI macrista, ocupa una silla en el directorio de Subterráneos de Buenos Aires Sociedad del Estado (Sbase). De Stéfano, uno de los protagonistas del video que compromete a Vidal, responde a Daniel Angelici. Vidal y Larreta hablaron por teléfono tras el estallido del caso “Gestapo”. “¿Quién filmó eso?”, coincidieron. La desconfianza hacia Macri los une.
Si bien la denuncia de la AFI la obligó a recalcular -se mantuvo diez días en silencio para recopilar información sobre la polémica reunión-, Vidal tiene previsto mantenerse presente en la agenda pública. Quiere “debatir” con Cristina Kirchner y Alberto Fernández. “Más allá de las diferentes posturas, el vínculo con Larreta jamás se va a romper”, vaticina un vidalista. La rebelión de los CEOs de Pro que se desató con la derrota de Macri en 2019 provoca tensiones inesperadas en el partido fundado por el expresidente.
Fuente La Nación