Por Cristina Seguí –Especial Total News Agency-TNA-
El Parlamento Europeo acaba de declarar el aborto un “derecho universal” con 378 votos contra 255. El proyecto eugenésico Matic, que recibe el apellido de su creador, el socialista radical croata Predrag Matic, quien, con el apoyo de toda la izquierda europea, ha elevado el aborto a la categoría de “derecho humano” y a cualquier opositor a él como maltratador de género para que cualquier médico que no quiera matar a un niño pueda ser perseguido.
Su artículo 37 establece que la objeción de conciencia de los médicos supone una violación de los derechos de las mujeres y una denegación de la atención médica. Ya saben: toda esa basura izquierdista de la “violencia obstétrica” alimentada en los programas de las televisiones subvencionadas para que el ginecólogo que ose proteger la vida sea más criminal que los que se zumbaban a las niñas de Baleares con la complacencia de la izquierda con derecho de pernada sobre sus tuteladas.
Por supuesto, la excusa del proyecto ha vuelto a ser la “salud sexual y reproductiva”. El clásico atenuante con el que la izquierda ha convertido la práctica del aborto en una delicatesen moral, equiparado el asesinato del no nacido a la adquisión de un coche eléctrico, al veganismo, o a la sustitución del tofu por el cheddar, o del chuletón de buey por el soma sanchista como signo de modernidad. Igual que el comité de expertos formado por chavistas y marxistas etarras que ha denominado “muerte digna” al asesinato de los enfermos de ELA y de nuestros mayores por obsoletos y disfuncionales.
El bien. El progreso. El monoteismo buenista y suicida. La clásica falacia con la que los bárbaros izquierdistas se han disfrazado de ángeles proveedores, y logrado que ni los Congresos nacionales, ni la oposición de los centristas culicagados, nacionales o extranjeros, ni la Justicia, nacional o extranjera, se atreva a frenar el paso a los delincuentes que nos han butroneado el salón para meterse en nuestra casa a acabar con lo único que casi nos pertenece por derecho: nuestra familia.
Los que han entrado aún más en nuestra casa con esta resolución, son los que implantan con impunidad programas piloto en Navarra para que los niños de 5 años reciban clases de penetración anal.
Los que proponen operaciones de cambio de sexo para los menores de dieciseis, los que silencian las violaciones de sus tutelados en Baleares y Valencia, los que llevaron en sus listas por Ávila a la asesina de un hombre, los que se congracian con las asesinas de niños que han ahogado a sus hijos en las bañeras por ser “víctimas del patriarcado”, y los que contratan e indultan a secuestradoras y parentales, son los que le regalan fama y virtuosismo de paja a la presidenta del Parlamento Europeos Vonderleyen, a académicos corruptos, a lobbistas estafadores, a las niñas de hoy sin un padre presente durante años por culpa del incentivo político a las denuncias falsas, y a las mujeres solas y embaucadas por maltratadores de partido para que no se agiten cuando les empujen al abismo.
“Lo de hoy es una de las mayores y jodidas barbaridades que hemos visto perpetrar en Europa, pero no la única”
Ya no sorprende que los corresponsales progres de Bruselas no informen en sus notas que los acuerdos del Parlamento Europeo sobre informes de propia iniciativa tienen un valor jurídico nulo. Sobre todo, por su fingida consternación durante el último mes por el asesinato de las dos niñas de Tenerife, pues la única distancia que ha convertido a la menor de un año en víctima de un infanticidio a manos del padre, en lugar de haber sido el enemigo a batir por este hito del derecho universal femenino, es un año y haber cruzado el arco pelviano de la madre.
Lo de hoy es una de las mayores y jodidas barbaridades que hemos visto perpetrar en Europa, pero no la única. En 2019, vimos cómo el Parlamento Europeo, incluyendo al Partido Popular y a Ciudadanos, aprobó multar a Polonia por querer perseguir la pedofilia con la iniciativa «Stop Pedofilia», que, en ese mismo año, había recogido más de 265.000 firmas entre la sociedad civil y que se admitió a trámite en el Parlamento polaco apadrinada por el partido gobernante Ley y Justicia.
Actualmente, este artículo penaliza la promoción pública de la pedofilia, pero la nueva norma polaca pretendía introducir un segundo elemento para penalizar la promoción de las relaciones sexuales entre menores y otros para presentar como agravante la promoción de las relaciones sexuales entre niños a través de los medios de comunicación, o del profesorado mediante el siguiente texto que merece la pena conocer:
“Art. 1. En la Ley de 6 de junio de 1997–Código Penal el Art. 200b se sustituye por el siguiente:
Quien promueva o apruebe públicamente el comportamiento pedófilo será sancionado con multa, restricción de libertad o pena de prisión de hasta dos años.
El mismo castigo se aplica a cualquier persona que promueva o apruebe públicamente las relaciones sexuales con un menor.
Si el perpetrador comete el acto especificado en el apartado 2 mediante comunicación masiva, será sancionado con la pena privativa de libertad hasta por tres años.
Quien promueva o apruebe la participación en relaciones sexuales u otra actividad sexual por parte de un menor, actuando en relación con el desempeño de un puesto, el desempeño de una profesión o actividades relacionadas con la crianza, educación, tratamiento o cuidado de menores, o que actúe en las instalaciones de una escuela u otra institución o institución educativa o de cuidado, está sujeto a castigo de prisión de hasta tres años.
Art. 2. La Ley entra en vigor a los 30 días de su publicación. La reforma legal citada desarrolla el artículo 72 de la Constitución de Polonia, que dice que «la República de Polonia garantiza la protección de los derechos del niño. Toda persona tiene derecho a exigir que los órganos de la autoridad pública que protejan al niño contra la violencia, la crueldad, la explotación y la desmoralización.”
La izquierda europea, los eurodiputados socialistas, naranjitos y populares de la Eurocámara, y los periodistas obedientes, condenaron la norma polaca antipedofilia con la excusa de que, con ella, se pretendía la “criminalización de la educación sexual en Polonia”.
Así, el Parlamento Europeo negó a un estado soberano la potestad de legislar en su Parlamento para proteger a los niños y blindar la seguridad infantil, incluyendo la sexual, y para ello aprobó un informe elaborado por el eurodiputado socialista hacedor y víctima por Karma, y según su hijo por algún que otro mandoble a su esposa, de la inconstitucional Ley de Violencia de Género de 2004, Juan Fernando López Aguilar, que condenaba la reforma legal polaca y la acusaba falazmente de pretender criminalizar a funcionarios y profesores. El representante del partido que, aún hoy encubre políticamente la explotación sexual de los pedófilos Baleares, condenando a otro país que huye en dirección contraria del horror infantil institucionalizado y sistematizado en los centros de menores tutelados por el gobierno.
A sólo 8 minutos del Parlamento Europeo está “la otra Europa”. Molenbeek. Ese barrio donde nunca puso un pie un solo europarlamentario culigao. Un barrio por el que nunca se ha paseado Puigdemont, ni su abogado secuestrador, ni su puñetera inmunidad a las euroordenes. Un barrio en pleno corazón de Europa donde se impone la sharia, descojonada de las pijas rubias y pecosas que protestan contra Trump o contra Orban con un hijab, descojonada de la feminista new age que trata el instinto maternal de las mujeres y de proteger a sus hijos como una enfermedad crónica o como un residuo conservador tardofranquista. Mientras éstos convierten a los hijos y a la familia en un estigma y un «rastro pestilente» del «patriarcado» que frena las vidas y aspiraciones, se frotan las manos los magrebíes pagapensiones de los sindicatos de manteros “por la igualdad de género” que se parten en los bares de cómo ponen a cuatro patas a las feministas.