Las peleas desencadenadas este fin de semana en Madrid convierten en alarmante la situación que se vive con las bandas latinas y las reyertas –en algunos casos mortales– ocasionadas por grupos juveniles que terminan enfrentándose, muchas veces, sin que exista rivalidad alguna entre ellos. La ristra de sucesos comenzó el viernes, en el parque Calero del barrio de la Concepción, y se saldó con un herido de gravedad a causa de múltiples cortes. Y terminó el sábado, en una noche trágica en la que se dispararon los ataques con armas blanca. Primero, en un parque de Montecarmelo; luego, en las mortales agresiones de Atocha y Usera y, finalmente, en un bar de Parla. Psicólogos, terapeutas adolescentes y expertos en la conducta juvenil analizan para ABC las causas que pueden llevar a los menores a tener estos comportamientos agresivos y a integrarse en una banda juvenil. «De forma genérica, estamos en una sociedad desinhibida con la violencia. Es un valor en alza que se potencia», afirma Jordi Royo, director clínico de Amalgama 7, entidad especializada en la atención de adolescentes. Royo habla del auge de videojuegos, e incluso filmografía, que «enaltece la violencia». «El valor es un conjunto de convicciones que la sociedad interioriza, sean positivas o no. Hay colectivos de jóvenes más desprotegidos, y si no encontramos una alternativa de inserción social y laboral para ellos será complicado erradicar estos comportamientos», argumenta, e indica que «algunos ven divertido y tolerable cometer actos delictivos». Además de este, Royo pone el foco en dos causas: creer que lo que no tiene consecuencias no es un delito y el poco miedo a la acción de la Justicia; y pertenecer a grupos vulnerables sin familia y en la calle que «no tienen opciones de ascenso social». «A estos colectivos, si no les damos una salida, es fácil que terminen integrándose en bandas. Se organizan entre ellos para vivir, o malvivir, de la delincuencia, y se pelean por la territorialidad. En esas bandas consiguen una identidad de grupo y también sobrevivir», cuenta. Premeditación
Alejandro Rodrigo, experto en análisis e investigación criminal, habla de tres tipos de violencia: patológica, reactiva e instrumental. «En esta última hay que poner el foco porque conlleva premeditación», dice este ex técnico de libertad vigilada de la Comunidad de Madrid. «En las bandas siempre hay un denominador común para iniciarse: la carencia de un contexto familiar y personal bien estructurado. Los jóvenes encuentran en ella una familia por la que en muchos casos estarían dispuestos a matar. Ese problema existe hace años», puntualiza Rodrigo. La desesperanza y el sentimiento de falta de integración provoca también la formación de grupos. «Su grupo de iguales va a defender su nombre y violentar al otro. La violencia es su razón de ser», explica Javier Urra, psicólogo clínico. «No tienen un gran planteamiento de por qué actúan o si conocen al que atacan. Simplemente, sienten una pertenencia absoluta a su grupo y los otros son los enemigos», añade, y especifica que se ha producido un cambio de mentalidad. «Si llevas un arma, en cuanto creas que se meten contigo, es más fácil cometer el hecho terrible y salir corriendo. Tenemos un problema», sentencia Urra, quien concluye: «Cuando no sientes que tengas una razón para vivir, entre morir y matar no creas que hay mucha diferencia».
Fuente ABC