LA HABANA, Cuba.- En el momento del arribo al poder de Fidel Castro, los sindicalistas del Partido Revolucionario Cubano (auténtico) ostentaban las riendas del movimiento obrero cubano. Sin embargo, el secretario general de la Confederación de Trabajadores de Cuba (CTC), Eusebio Mujal, debió buscar asilo en una embajada y abandonar la isla para escapar de la embestida castrista.
Se creaba así una especie de indefinición en el seno del movimiento obrero. Una situación que los barbudos de la Sierra Maestra se aprestaron a resolver durante la celebración del X Congreso de la CTC, convocado para el mes de noviembre de 1959. La realidad se encargaría de demostrar que el castrismo aprovecharía la ocasión para ir introduciendo a los comunistas en las direcciones sindicales.
En ese evento tomaron parte tres mil delegados en representación de mil 700 sindicatos, de los cuales solo 265 eran comunistas, lo que demuestra la poca influencia que ejercía esa ideología en el movimiento obrero de la época. El grueso de los delegados lo constituían los sindicalistas del Movimiento 26 de Julio, cuya figura central era David Salvador.
Hay que recordar que este último, en su condición de jefe de la sección obrera del Movimiento 26 de Julio, participó en mayo de 1958 en la reunión de Altos de Mompié, en plena Sierra Maestra. En ese momento, y tras el fracaso de la huelga del 9 de abril, Fidel Castro asumió la jefatura total de las fuerzas que combatían a Fulgencio Batista.
Como la inmensa mayoría de la sociedad cubana de entonces, buena parte de los integrantes del Movimiento 26 de Julio eran profundamente anticomunistas, por lo que se opusieron desde un principio -en especial el propio David Salvador- a la incorporación de los comunistas en las candidaturas para las direcciones sindicales.
Y aunque resultaron derrotados en la votación de los delegados, Fidel Castro -que participó activamente en el Congreso- se las arregló para incluir en la dirección de la CTC a varios dirigentes comunistas de su entera confianza, lo que provocó el disgusto de David Salvador y otros sindicalistas del Movimiento 26 de Julio, quienes se verían obligados a renunciar meses más tarde al caer en desgracia ante la cúpula del poder revolucionario.
Entonces la escena quedaba lista para el asalto definitivo del castrocomunismo a los sindicatos. Eso sucedió en el contexto del XI Congreso de la CTC, que se celebró del 26 al 28 de noviembre de 1961. En los días previos al inicio de ese evento se efectuaron reuniones obreras en 25 sectores de la economía, las cuales dieron paso a otros tantos sindicatos nacionales. Esos 25 gremios formaron la nueva Central de Trabajadores de Cuba. Y un detalle significativo: la denominación sustituía a la de Confederación de Trabajadores de Cuba. Claro, el vocablo Confederación sugería cierta dosis de autonomía para esos sindicatos ramales. En cambio, la Central de Trabajadores implicaba una supeditación total a las directivas del gobierno.
Los delegados a este XI Congreso atacaron a los participantes en el anterior X Congreso que se habían apartado de las filas del castrismo. Los acusaron de traidores y mujalistas. Una parte de esos sindicalistas opuestos al comunismo estaba en el exilio, otros fueron a parar a la cárcel, y un número nada despreciable habrían terminado su existencia frente a los paredones de fusilamiento.
Como ha sucedido desde entonces, los dirigentes de la CTC, en vez de atender las inquietudes de los trabajadores, se esfuerzan por apoyar las decisiones gubernamentales. El XI Congreso, para no ser menos, estableció que las demandas obreras fueran sustituidas por el tratamiento de los intereses “del país y el pueblo”.
Lázaro Peña, electo en el cónclave como secretario general de la CTC, se dio a la tarea de “convencer” a los delegados para que renunciaran a las regalías de fin de año (aguinaldos) que los empresarios acostumbraban pagarles a los trabajadores. Según los nuevos mandamases de la CTC, ese era un rezago de la sociedad capitalista.
Fidel Castro había traicionado a sus antiguos compañeros del Movimiento 26 de Julio con tal de favorecer a los comunistas.
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Fuente Cubanet.org