Montagnier, que fue recientemente rechazado por parte de la comunidad científica por su posicionamiento respecto al COVID-19, falleció el pasado martes aunque no ha sido hasta ahora cuando la prensa se ha hecho eco de la noticia.
En la última década, Luc Montagnier ha sido protagonista de polémicas declaraciones que lo han puesto en el punto de mira de la comunidad científica.
A sus discutidas afirmaciones de 2009 sobre la posibilidad real de que una mejor alimentación pudiera combatir el SIDA se han sumado comentarios más recientes, aunque igual de impopulares, sobre el COVID.
Así, por ejemplo, en abril de 2020 Montagnier llegó a afirmar que la difusión del coronavirus había sido fruto de un error de laboratorio. Del mismo modo, alentó el discurso antivacunas en diversas ocasiones sentenciando que la humanidad y su futuro dependían de los no vacunados.
Años antes, en 2002, el Nobel de Medicina había exteriorizado otra de sus particulares ideas al conocer que el Papa Juan Pablo II sufría de Parkinson. En esta ocasión, su consejo para aliviar el padecimiento del sumo pontífice fue que este se sometiera a un tratamiento a base de papaya fermentada.
Pese a la polémica, la trayectoria profesional de Luc Montagnier como virólogo y biólogo fue intachable, como prueba el Premio Nobel de Medicina, que recibió en 2008, como reconocimiento por aislar el virus del VIH en 1983 junto a Françoise Barré-Sinoussi.
Montagnier trabajó, además, en algunos de los institutos científicos más prestigiosos del mundo, llegando a ser director de investigación emérito del CNRS, profesor del Institut Pasteur y director del Centro de Biología Molecular y Celular del Queens College de la City University de Nueva York, director de un instituto de investigación de la Universidad Jiao-tong de Shanghái.
Fuente Ambito