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El PP cerró la campaña electoral ayer en Valladolid en un ambiente festivo, no exento de inquietudes y preocupaciones. Una de ellas, la previsible baja participación en las urnas, que puede condicionar por completo el resultado. Para lograr la máxima movilización, el PP ha activado a cerca de 8.500 agentes electorales, entre interventores y apoderados, un récord en esta región. La otra preocupación que está quitando el sueño a los populares, y que está unida a la anterior, es la tendencia a la baja que se ha registrado en el partido durante la campaña. Ayer, en las filas populares se daba por hecho que Alfonso Fernández Mañueco seguirá en el poder, pero también se tiene asumido que tendrá que hablar «con todos» a partir del lunes, incluido Vox, como el resto de partidos. Eso sí, una cosa es ‘hablar’ y otra muy diferente llegar a un pacto de Gobierno o de investidura. En el último día de campaña, fuentes de Génova remarcaron que está descartada por completo una coalición con Vox. El PP cree que superará al PSOE por una distancia de más de cinco puntos, lo que haría inviable un vuelco en el poder. Confía en sumar más que socialistas y Unidas Podemos juntos. En ese escenario, Mañueco se presentaría a la investidura para gobernar en solitario y hablará con todos los partidos pero no para buscar ninguna coalición. «Es la hora de que se retraten todos y, si Vox bloquea un Gobierno de centro-derecha y se pone al lado de la izquierda, tendrá que explicarlo», avisan desde la dirección nacional del partido. Génova prepara toda una ofensiva política a partir del lunes para enfocar toda su estrategia a llevar a Pablo Casado a La Moncloa. De esta forma, el PP quiere desactivar por completo la inquietud que existe en las filas populares por una dependencia de Vox, una posibilidad que, según reconocen en Génova, les quita votos cada vez que se pone sobre la mesa. Ayer, tres mil personas, muchas de ellas de pie, abarrotaron la Feria de Muestras de Valladolid y celebraron a lo grande el fin de la campaña electoral con decenas de banderas del PP, de Castilla y León y de España. El PP quería que fuese un gran acto de unidad y de cierre de filas en torno a Mañueco, pero también con Casado como protagonista. Al mitin acudió la dirección nacional casi al completo, incluido el alcalde de Madrid y portavoz nacional, José Luis Martínez-Almeida, que por la mañana acompañó a Casado durante su paseo electoral por el centro de la ciudad. No estuvo, sin embargo, el secretario general, Teodoro García Egea. La presencia de Isabel Díaz Ayuso volvió a despertar entusiasmo en un público entregado. La presidenta madrileña conquistó al público al pedir el voto con su lema talismán: «¡Socialismo o libertad!» Pero ayer Casado ganó la partida a Ayuso. El líder del PP consiguió entusiasmar al público como lo hizo en el congreso nacional en el que fue elegido presidente del partido, con una defensa de España y de Castilla y León frente al «maltrato» de Sánchez, que puso al público en pie. «El PP va a ganar. ¡Quien va a perder es Sánchez y el partido sanchista!», exclamó. El PP abrió la campaña con unas expectativas muy altas, alentadas por ellos mismos: se llegó a hablar de un resultado cercano a la mayoría absoluta y de una victoria fuerte y suficiente para gobernar en solitario sin depender de Vox. Los populares saben que poner ese listón tan alto ha sido un fallo estratégico, pues cualquier resultado que no sea llegar ahí dejará un sabor agridulce. El PP cree que estará en torno a los 33 diputados autonómicos, cuando la mayoría absoluta se sitúa en los 41. El resultado, objetivamente, es bueno, pues en 2019 los populares perdieron ante el PSOE y se quedaron con 29 escaños. Pero ese resultado les aboca a llegar a algún tipo de acuerdo con terceros para lograr la investidura y poder gobernar. Sin embargo, desde la dirección nacional fueron tajantes ayer al asegurar a ABC que «no habrá coalición» con Vox. Es una estrategia de partido que quieren mantener hasta el final y que es clave en el camino de Casado hasta La Moncloa, según reconocen.
Fuente ABC
