La primera vez que vio a Miguel Delibes, era un señor que paseaba en bicicleta. Fue su padre quien le dijo que aquel que pedaleaba era «un escritor al que acababan de dar un premio». Ahora es a ella, Lola Herrera, a la que han galardonado en el mismo sitio que a Delibes. «Aquí», en Valladolid, la ciudad de ambos. La primera vez que Lola Herrera se subió a un escenario fue en el vallisoletano teatro Calderón, el lugar donde ayer recogió la Medalla de Oro de la ciudad como homenaje a su trayectoria. Un escenario donde, quizá por última vez, encarnará este martes y este miércoles a a Carmen Sotillo, la viuda de aquellas ‘Cinco horas con Mario’ de Delibes. Alguien que hace muchos años dejó de serle un desconocido sobre ruedas para convertirse primero en maestro y después en amigo. «Quién se iba a imaginar que iba a estar aquí con 86 años recibiendo la medalla de mi ciudad», se ha preguntado la actriz, emocionada, ante un patio de butacas lleno de familiares, amigos, autoridades y compañeros de profesión que, en pie, aplaudieron a la veterana del teatro. Su hija, la cantante, actriz y presentadora, Natalia Dicenta, ha subido al proscenio para cantarle, acompañada al piano, y despedirse con la frase que le dicen todos los hijos a sus madres cada vez que les entra la ‘gusa’ del amor: «Te quiero mucho, mamá». Tras ella, el alcalde de Valladolid, Óscar Puente, le ha dedicado unas palabras recorriendo la larga trayectoria de Herrera. Una actriz que, allá donde fuera, siempre ha mencionado su barrio, las Delicias en lo que, cuando chiquilla, eran las afueras de la ciudad. Ua carrera «de éxitos»
«Tenía 12 años cuando actuó por primera vez para participar en un concurso musical sin tener ni idea de que, aquel, iba a ser el primer paso de una extensa y brillante carrera artística plagada de éxitos», ha explicado Puente para subrayar que ésta le ha llevado a ganarse «la estima y el cariño del público que la considera, con todo merecimiento, una de las grandes damas de de la escena española». La lista de obras teatrales en las que ha participado es amplísima, de la que se puede entresacar, a sabiendas de que podrían citarse otras igualmente relevantes, ‘Cherie’, ‘Rebelde’, ‘Las amargas lágrimas de Petras Von Kant’, ‘Los últimos días de Enmanuel Kant’ o ‘Solas’, en la que compartió escenario con su hija Natalia. E igualmente notable es la nómina de directores de teatro con los que ha trabajado, entre los que se encuentran Cayetano Luca de Tena, José Luis Alonso, Gustavo Pérez Puig, Fernando Fernán Gómez, Manuel Collado o Josefina Molina. «Había escrito algo, pero resulta que el alcalde ha enumerado todas las cosas que iba a decir», ha bromeado Herrera, medalla al cuello, al dar su discurso de agradecimento. Después, recordó, como siempre, su barrio. «Nací el 30 de junio de 1935, en la calle de Catalina Adulce y durante un año y 18 días fui una niña republicana», ha dicho al recordar primero su infancia, luego su adolescencia y las suelas de los zapatos a medio desgastar de pasear por la calle Santiago -coqueteando los chicos y las chicas-, y después las grandes figuras que se ha encontrado a lo largo de su vida en el teatro. Todo ello con gran ilusión y una candidez casi impropia de una mujer de su edad. «Tengo 86 años para 87, pero la niña que fui no se ha movido de mi lado», ha concluido como lo hacen los críos, con la impaciencia de cumplir uno más. Porque la edad, para algunos, sólo se acumula por fuera.
Fuente ABC