Sergio Olguín: Muy bien. Creo que está bueno descansar unos años de ella, pero siempre siento la necesidad de volver al personaje. Después de “No hay amores felices”, la tercera novela, necesité unos años para retomar su historia y las de su entorno. Ahora, luego de la cuarta, “La mejor enemiga”, siento ganas de seguir su historia.
P.: ¿Por qué lo nuevo en librerías es la segunda de la saga, “Las extranjeras”?
S.O.: Por varias razones. La editorial está reeditando todas las novelas de Verónica que estaban agotadas o en otra editorial. La primera, “La fragilidad de los cuerpos”, salió en 2012, y en estos diez años ha conquistado un grupo de fanáticos, y en estos últimos años han ido saliendo en Inglaterra, donde también tiene un buen público. A eso se suma que “Las extranjeras” fue adquirida por Warner-HBO Max para una película, recién estoy haciendo una primera versión del guión.
P.: ¿Por qué interesó el mundo anglosajón en la historia de chica judía de Recoleta que se dedica al periodismo de investigación?
S.O.: El policial negro tiene como uno de sus atractivos lo que puede resultar extraño como lugar. Del mismo modo que cuando nosotros leemos un policial nórdico, para el público inglés el policial sudamericano, argentino, les resulta atractivo. En el Reino Unido han publicado varios escritores argentinos, sobre todo de novelas negras.
P.: A usted se lo califica de autor nórdico porteño.
S.O.: No creo que sea eso, los climas nórdicos son muy difíciles de adaptar a nuestra narrativa. Me gusta el policial nórdico, donde los personajes están construidos de manera muy tridimensional que hace que uno entre en su vida. No es el misterio de una muerte, es la construcción de un universo social, comunitario, que me gusta hacer en mis novelas. El nórdico vino a romper ciertas estructuras machistas del policial estadounidense, del investigador varón violento, seductor de mujeres. Eso ha sido reelaborado en el nórdico.
P.: En “La mejor enemiga” aparece el pasado juvenil de Verónica.
S.O.: Hace tiempo que quería contar su preadolescencia, la relación con su abuelo, dirigente de Atlanta en los 60, de ese judío que fue de Polonia a Palestina y que se va de allí justo cuando se arma el Estado de Israel y se viene a la Argentina. Es Verónica en Villa Crespo en los 90, sus amigos del barrio, de lo que hace que ahora tenga calle, de su abuelo que la lleva a la cancha.
P.: ¿Un crimen en el periodismo hizo entrar la realidad en la nueva novela?
S.O.: La realidad en el policial es un elemento más. Uno trabaja con el mundo real. Trato de que la agenda periodística no cope la historia, no quiero trabajar en función de lo que ocurre en determinado momento. Pero la realidad se va colando. Pasa con el tema palestino, con el del periodismo, en realidad con la manipulación que pueden hacer las empresas periodísticas a partir de especulaciones que no tienen que ver con el oficio sino con intereses económicos. Un tema que podría estar hace diez años o treinta. En un thriller la realidad se va filtrando. Lo que me importa es que la resolución de la historia no responda a la realidad del momento. El del aborto, que estaba en la agenda periodística cuando escribía, me despertaba muchos conflictos porque no quería que mi posición a favor de la legalización influyera en la novela. El equilibrio que se establece a partir de la tensión entre lo real y la ficción trato de mantenerlo siempre al límite y no hacer periodismo cuando estoy escribiendo una novela.
P.: Verónica ha ido cambiando novela a novela.
S.O.: Desde el comienzo decidí que vaya evolucionando, empieza teniendo 28 años y en la cuarta novela ya tiene 35, y todo lo que le va pasando de una novela a otra va influyendo en su conducta, en su evolución como persona. Si bien uno es siempre más o menos el mismo hay cosas que nos van modificando por el sufrimiento o la felicidad. Verónica se ha ido transformando y se seguirá transformando, y también su entorno, sus amores, sus amistades, su relación con el periodismo.
P.: ¿De qué tratará la próxima?’
S.O.: La quinta de las diez que me propuse escribir, tratará de Arón Rosenthal, el padre de Verónica, del vínculo padre-hija del final de “La mejor enemiga”, cuestiones que hacen que Verónica se interese por la vida de su padre, y de sus hermanas.