Las distintas fuerzas políticas que conforman la compleja coalición gubernamental de Bélgica han alcanzado un acuerdo para que los trabajadores puedan tener semanas laborales de cuatro jornadas, pero sin reducción de tiempo de trabajo: tendrán que hacer jornadas más largas a cambio de ese día libre adicional. Forma parte de un pacto más amplio con el que pretenden modernizar y dar más flexibilidad a un mercado laboral muy complejo y rígido.
El Gobierno belga logró cerrar el acuerdo como siempre se hace en la política de Bélgica: con negociaciones maratonianas que se extienden hasta la madrugada. Negociación por agotamiento. Irónicamente, esta vez el acuerdo sirve para ofrecer más flexibilidad a las jornadas de trabajo. Se trata, ha explicado Alexander De Croo, primer ministro de Bélgica, de aplicar las lecciones aprendidas durante la pandemia. “Después de dos años difíciles de covid, el mercado laboral ha evolucionado”, aseguró el líder liberal flamenco en una rueda de prensa.
Los trabajadores también podrán optar por un horario variable, con semanas de cuatro jornadas y otras en las que se recuperarían esas horas. En este segundo caso, los trabajadores tendrán que saber con una semana de antelación qué tipo de reparto tendrán en la siguiente. El empleador podrá negarse a dar a los trabajadores esta flexibilidad, pero según el Gobierno tendrá que justificar su negativa.
La réforme du marché du travail validé en kern : des avancées concrètes pour tous les travailleurs !
✔️Droit à la formation bétonné
✔️Protection travailleurs plateforme
✔️Conciliation vie prof./privée
✔️Mesures booster d’emploi #reforme #emploi #ambition #begov— Pierre-Yves Dermagne (@PYDermagne) February 15, 2022
El Gobierno belga, compuesto por liberales, socialistas, ecologistas y democristianos, lleva meses discutiendo esta modificación que fue propuesta por los liberales flamencos del primer ministro De Croo y que en un primer momento generó cierta división dentro del Ejecutivo. Aunque la propuesta de cuatro días sin pérdida de horas de trabajo buscaba precisamente un cierto consenso entre las distintas facciones de la coalición, en un primer momento solamente consiguió justo lo contrario: en los más conservadores y también en el sector progresista, debido a que esa semana más corta no se traduciría en menos horas de trabajo, sino en jornadas más largas.
El socialista Pierre-Yves Dermagne, ministro de Empleo, era uno de los principales defensores de esa reducción de las horas semanales de trabajo y ha estado presente en las negociaciones junto al resto de los numerosos vice primeros ministros, uno por cada partido que forma parte de la coalición, entre partidos flamencos y francófonos. Pero, incluso en la misma familia política, hubo divisiones durante las negociaciones. Por ejemplo, los Ecoló, los verdes francófonos, se oponían a la propuesta, mientras que sus primos flamencos de Groen la apoyaban.
El acuerdo va más allá de esta flexibilidad en las semanas de trabajo. Otro de los puntos fundamentales son los programas de formación que las empresas con más de 20 trabajadores tendrán que diseñar. La coalición gubernamental también ha apoyado que un trabajador que ha recibido el aviso de su despido pueda comenzar a trabajar para otra compañía antes de que se haga efectiva su salida de su actual empresa.
El socialista Dermagne convirtió en uno de sus estandartes de la negociación el llamado derecho a la desconexión, para que los trabajadores no se vean obligados a seguir pendientes a asuntos del trabajo fuera de su horario laboral. Aquí los socialistas solamente han logrado arrancar a sus aliados que las grandes empresas tengan que hacer consultas entre sus empleados para garantizar ese derecho. “No puede haber presión para leer y responder mensajes fuera del horario laboral”, explicó el ministro de Empleo en una rueda de prensa.
La reforma quita cierto peso a los poderosos sindicatos belgas en algunos elementos de la negociación de turnos de trabajo y tiene el objetivo de que, en 2030, el 80% de los belgas en edad de trabajo estén activos. Eso significa que en los próximos años, Bélgica tendrá que aumentar casi un 10% la tasa de empleo, que es donde se encuentran sus principales vecinos, como Países Bajos y Alemania.
Fuente El Confidencial