El sumario del triple crimen cometido por un adolescente de quince años en Elche trata de reconstruir cómo se produjeron los asesinatos y qué hizo su autor desde que acabó con la vida de sus padres y de su hermano pequeño -de diez años de edad- hasta que tres días después, el viernes 11 de febrero acabó confesandoa su tía los hechos. Si Santiago ya había dejado estupefactos a los policías al relatar sin remordimientos y total frialdad como había dado muerte a su familia, los detalles de cómo puedo ocultar estas atrocidades y hacer vida normal durante tres días vuelven a dejar en evidencia una sangre fría y una serenidad impropias de su edad, que no se derrumbó y tejió una maraña de excusas de forma metódica. No dejó ningún flanco abierto. Se convirtió en un impostor en múltiples frentes que suplantó la identidad de sus dos progenitores para que la ausencia de toda la familia -él se quedó en casa jugando a la videoconsola, su gran afición- no levantar sospechas. Los tres coches fúnebres del crimen, a la salida del tanatorio – JUAN CARLOS SOLER
El martes 8 de febrero, después de efectuar seis disparos -dos a su madre, uno a su hermano y tres a su padre- y llevar los tres cadáveres al cobertizo a junto a la casa, limpió la sangre, se duchó y se preparó la cena. Contactó desde el móvil de ella, Encarni, con dos progenitores de compañeros de clase del hijo pequeño, para fingir que todo iba bien y que no iba a clase por un entierro en Albacete al que habían acudido y porque se había contagiado de covid. Las dos primeras mentiras durante este macabro encierro. En el caso del coronavirus, también lo utilizó para excusarse él mismo en el instituto, a través de amigos suyos de clase. Ocuparse de tapar el absentismo laboral de su padre, Jaime, le costó más, porque al comunicarle con mensajes al jefe de la empresa en la que trabajaba que era positivo en esta pandemia, le llamó con insistencia para tramitar la baja laboral por teléfono. Evidentemente, no podía sustituir también la voz de su tercera víctima, a quien había rematado sin piedad cuando le preguntó: «¿Qué estás haciendo? Estoy sangrando». Finalmente, una tía materna de Santiago se presentó en el domicilio familiar al no tener noticias de su hermana en esos tres días y, aunque en último intento, Santiago fingió que todos en casa menos él estaban durmiendo ya, al no convencerla y decirle ella que iba a entrar, acabó confesando: «He matado al papá, a la mamá y a mi hermano». Sin reconstrucción de los hechos
La narración ante los investigadores de la Policía Nacional aportó los detalles de cómo había abatido sucesivamente a sus tres familiares directos, primero a su madre, en la cocina y por la espalda, a continuación, a su hermano («intentó escapar, pero lo cacé antes de salir») y en última instancia, a su padre al regresar del trabajo («esperé cuatro o cinco horas»). Al comprobar en el escenario del doble parricidio y el fratricidio que todo concordaba con el relato de Santiago, ni siquiera ha hecho falta una reconstrucción de los hechos in situ. Caso cerrado y el responsable internado en un centro especializado en este tipo de delitos graves, con medidas socioeducativas y, en su caso, en la provincia de Valenciana para alejar al adolescente de la atención de los medios de comunicación.
Fuente ABC