El proyecto de Picabea no tiene antecedentes en la escena contemporánea. En la sala, además de la pintura, hay una mesa con los elementos reunidos durante la investigación. Para comenzar, la fotografía tomada por Marita García del archivo de Lidy Prati y publicada en la edición facsimilar de la revista “Arturo” (Fundación Espigas, 2018). Allí se ven cuatro impresos sueltos de “Composition en blanc, noir et rouge” de Mondrian que estaban pegados en la revista original y fueron dispuestos aleatoriamente por García. La ausencia del rojo moviliza la memoria visual de Picabea. Luego, hay una entrevista a Prati publicada en la revista “Ramona”, titulada “Había que borrarme: que es lo que hicieron siempre”. Prati, que acompañó las muestras del grupo desde 1942 y dejó de pintar cuando se divorció, rinde cuenta del predominio de sus ideas entre los concretos. Dice que descubrió en Art News una obra de Piet Mondrian, le contó a Maldonado que el francés pensaba como ellos y le pidió incluir en “Arturo” una reproducción. “Mandar a imprimir (en color) era muy caro y no nos alcanzaba la plata, entonces yo pasé uno por uno con témpera el colorado y Gyula Kosice le pasaba una cola”. De este modo, agrega que en “Arturo” “no hay nada geométrico, inclusive lo de Tomás Maldonado era más gestual, lo único realmente concreto en la revista era la reproducción de Mondrian que llevé yo”. Ella también contribuyó con las viñetas y, en parte, con la financiación. Agrega que cuando expusieron en la segunda Bienal de San Pablo, fue la primera vez que el público de Brasil veía pinturas geométricas y le preguntaban qué significaban. Prati recordó la Capilla Sixtina y respondió que, entre “el brazo del hombre y el brazo de Dios que apenas se unen, porque no están unidos, había un punto entre esa pretendida unión de dos dedos de la mano del hombre y la mano de Dios, entonces yo contesté que la abstracción era ese mismo sentimiento”. Y sin dudar explica la raíz conceptual de “Arturo”, que surgió por la “necesidad de publicar algo, pero sin tener obra, teníamos ideas, pero no había obra. Así es como la revista ‘Arturo’ es más teórica que plástica”.
Entre los papeles de la investigación hay fotografías de los artistas abstractos. Una de ellas, publicada bajo un texto de Alfredo Hlito en la revista “arte concreto invención”, es un misterio. Picabea llama la atención sobre la presencia de la artista junto al grupo y aclara que se debe a un notable montaje. Prati está pegada, agregada con pericia después de la toma original donde obviamente no estaba. ¿Cómo explicar el énfasis de la artista cuando en medio de la mentada entrevista, a sus 83 años sostiene, “había que borrarme, que es lo que hicieron siempre”?
Cuando en 1948 Maldonado se radica en Europa, e inicia su notable carrera en la Escuela Superior de Diseño de Ulm, Prati realiza sus mejores obras. Pero en 1952 se separan y en 1956, si bien continúa con el dibujo, ella abandona la pintura.
A pesar de que Prati dejó de pintar y de que estuvo internada a principios de la década del 60 y en 1980 por problemas psiquiátricos, sus exposiciones colectivas se suceden y la relación con el arte continúa. Fue cofundadora de la revista “Artinf”, diseñó, escribió críticas de arte y recién se alejó del ambiente cuando, debido a los problemas económicos, ocupó un cargo administrativo en la Cancillería argentina. Un año después de su muerte, en 2009, el Malba exhibió “Yente- Prati”. Pero, sin dudas, las instituciones argentinas le deben a su público una gran retrospectiva.