LA HABANA, Cuba. – El café, néctar de los dioses, con su aroma y exquisito sabor imprescindibles para el despertar mañanero de los cubanos de todos los estratos sociales durante siglos, parece que es uno de los “vicios” del capitalismo erradicados por la Revolución.
Las cosechas de café no sobrepasan las 10 000 toneladas anuales, pero el Gobierno aspira lograr 30 000 toneladas de café oro en 2030, para el consumo nacional y la exportación, mediante el Programa de Desarrollo Cafetalero iniciado en 2012.
Desde hace varios años, la cuota mensual de cuatro onzas por persona (café mezclado con chícharos) se cumple con dificultad. Para completar las 24 000 toneladas anuales del consumo doméstico es necesario importar unas 8 000 toneladas de baja calidad, pero hasta 2020 varias marcas del excelente café cubano y otras foráneas se vendían en las tiendas por divisas (CUC). Con la Tarea Ordenamiento, desde el 1 de enero de 2021, el café fue desapareciendo incluso de las tiendas de venta en MLC, siguiendo a su inseparable azúcar cubano, en vías de extinción.
El Gobierno ha justificado el retraso en la entrega de las cuotas de café por el “bloqueo” (embargo) de Estados Unidos y la no llegada del papel celofán impreso para los sobrecitos, así como por las interrupciones en el transporte ocasionados por la pandemia de COVID-19. Pero la causa principal es que el Gobierno no tiene dinero para pagar la importación y exporta el café arábigo cubano de alta calidad. Debe recordarse que el Estado monopoliza el comercio exterior.
La mayor producción de café en Cuba se alcanzó en 1961 con 60 330 toneladas de café oro en 167 000 hectáreas, lo cual casi triplica el área de las actuales plantaciones cafetaleras, según expresó Elexis Legrá, director de Café, Cacao y Coco del Grupo Empresarial Agroforestal (GAF), del Ministerio de la Agricultura. Entre las causas de la caída de la producción del grano se encuentran el éxodo de la población de las montañas, la desmotivación de la fuerza de trabajo por los bajos salarios, las deficiencias tecnológicas, la escasez de insumos y transporte, los malos caminos y los efectos de huracanes y sequías.
Aun así, en la cosecha de 2015-2016 se sobrecumplió el plan, al recolectarse 5 687 toneladas, gracias al aseguramiento de los recursos y las tecnologías novedosas, precisó el ejecutivo.
Las provincias de Santiago de Cuba, Holguín, Guantánamo y Granma producen el 90% del café cubano. Sancti Spíritus, Cienfuegos y Villa Clara aportan el 7%, Artemisa y Pinar del Río el 3%. En los últimos cinco años se lleva a cabo el Programa de Café en el Llano con plantaciones en Matanzas, Isla de la Juventud, Mayabeque, Ciego de Ávila, Camagüey y Las Tunas.
Desde hace más de un lustro Cuba cuenta con la colaboración de Vietnam. Debe recordarse que en 2010 Raúl Castro mencionó que técnicos de ese país habían venido a Cuba para adquirir experiencia a fin de incrementar su escasa producción. Actualmente ese país es el segundo exportador mundial de café.
Simultáneamente, la Agencia Italiana de Cooperación para el Desarrollo y el Fondo Internacional para el Desarrollo Agrícola de la ONU ejecutan el programa MásCafe-Prodecafé en los municipios de Santiago de Cuba y Holguín.
Iniciado en 2018, el proyecto se extenderá por 36 meses para contribuir a mejorar el nivel de vida de 3 000 campesinas y campesinos pertenecientes a Cooperativas de Créditos y Servicios (CCS), Cooperativas de Producción Agropecuaria (CPA) y Unidades Básicas de Producción Cooperativa (UBPC). En su tercera y última etapa, de 2020-2022, se ha priorizado el empoderamiento de la mujer y varios proyectos sociales. Asimismo, se ejecuta el programa “Los caminos del café”, auspiciado por la Oficina del Conservador de la Ciudad de Santiago de Cuba y la Unión Europea, que podría insertarse como rutas también en las nuevas zonas turísticas de Holguín.
Debe subrayarse que en el municipio Tercer Frente, de Santiago de Cuba, los prolíficos canteros de semillas de café fueron adaptados para producir hortalizas, a fin de paliar la escasez de alimentos agravada por la pandemia de COVID-19, según reportó la agencia IPS. Esto podría incidir negativamente en los resultados productivos, si los canteros de café no se restituyen pronto.
La lenta recuperación de los cafetales cubanos no solo se debe al tiempo necesario para el crecimiento de las plantas, sino también a las condiciones de vida y trabajo adversas que deben vencer los campesinos y sus familias, desde la carencia de alimentos, ropa, zapatos, botas y machetes, hasta la escasez de agua y transporte, los malos caminos y las bajas ganancias.
Sin posibilidades de convertirse en propietarios, de decidir sobre sus producciones ni beneficiarse económicamente, los caficultores continuarán extinguiéndose, como ocurre en todas las demás ramas de la agricultura.
ARTÍCULO DE OPINIÓN
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Fuente Cubanet.org